Publicado el 07-09-2009 ,
por E.S.Mazo. Madrid
Los planes de Zapatero no convencen a la opinión pública, que tiene muy claro que elevar los impuestos no es la solución para superar la peor recesión de la historia de España.
Los Presupuestos de 2010 no recibirán el aprobado de los españoles: la columna vertebral de las cuentas para reducir el déficit no convence a los contribuyentes. Según el último clima de consumo Expansión-GfK, sólo el 10% de la población «ve conveniente subir impuestos para salir de la crisis», lo que echa por tierra los planes de Zapatero de cara a la opinión pública.
Así, un abultado 80% de los ciudadanos es contrario a usar los incrementos fiscales como vía para superar la peor recesión que ha atravesado la historia de España, mientras que un 11% no sabe (9%) o prefiere no contestar (2%).
Las cifras llegan en un mal momento para el Ejecutivo socialista, para el que se suceden los frentes de oposición a su principal política fiscal. El rechazo ciudadano se une al del arco parlamentario, en un escenario en el que tan sólo la izquierda nacionalista, protagonizada por IU-ICV y ERC, ven con buenos ojos sus planes, un flanco al que únicamente se unen los sindicatos –ver EXPANSIÓN del 28 de agosto-.
Estos planes del Ejecutivo pasan, principalmente, por elevar las rentas al capital y las plusvalías, lo que asestará un duro golpe no sólo a las rentas altas, sino también a los contribuyentes de renta media que han aprovechado la sacudida de la crisis para incrementar sus ahorros. La estrategia de Zapatero también incluye una revisión de la fiscalidad verde, que podría elevar en otros 3.000 millones el pago de los españoles.
Subida del IRPF
El Ministerio de Economía defiende que en ningún caso se subirá el IRPF, si bien sus medidas previstas también suben el desembolso en el Impuesto de la Renta. Y es que el Ejecutivo quiere suprimir, o, al menos, limitar hasta su práctica desaparición, el cheque de 400 euros que aprobó Zapatero como la medida estrella de sus planes anticrisis en enero de 2008, cuando defendía, no obstante, que España no sufría entonces mucho más que una desaceleración.
Ahora, sin embargo, con lo peor de la recesión a las espaldas, considera que las familias ya no necesitan ese pago de 400 euros.
Frente a estas subidas, los Presupuestos de 2010 no contemplan más rebajas que el ya anunciado recorte de Sociedades para pymes, un anuncio con el que sorprendió el presidente del Ejecutivo en el Debate del Estado de la Nación en mayo, pero del que nada más ha vuelto a saberse.
Ésta es una de las principales críticas a los planes oficiales, pues la oposición y los expertos entienden que España no podrá lanzarse hacia la recuperación si no anima fiscalmente la inversión en las empresas. Junto a esta reprobación, se reprocha que no se castigue a rentas más elevadas mediante otro tipo de instrumentos, ya que penalizar las rentas del capital puede llevarse por delante a contribuyentes de salarios más modestos. Esto pasaría por elevar la fiscalidad a las Sociedades de Inversión de Capital Variable, que tributan al 1% y son utilizadas por algunas fortunas para beneficiarse fiscalmente.
Salgado responde que su tratamiento fue determinado durante el mandato del PP. Y que, en general, estas sociedades en Europa no tributan o lo hacen a niveles muy bajos. Y como «el capital va a la velocidad de la luz», defiende que su reforma podría derivar en una fuga de ahorros.
Fuerte aumento de los impuestos
Si la situación económica lo permitiera, «seguiríamos bajando impuestos como hemos hecho desde que gobernamos», aseguraba la semana pasada la vicepresidenta segunda, Elena Salgado. La también ministra de Economía parece olvidar que desde que llegó Zapatero a Moncloa, el pago del IRPF se ha elevado en casi 7.000 millones por la no actualización del impuesto al IPC, según se desprende del estudio elaborado por el catedrático José Félix Sanz, Juan M. Castañar y Desiderio Romero para la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) –ver EXPANSIÓN del pasado 12 de agosto–.
Esto supone que desde 2004, cada contribuyente ha sufrido una subida fiscal de 355 euros. Así, la culpable es, de un lado, esa actualización del IRPF limitada, pues afecta sólo a la tarifa y no del todo y a los mínimos exentos del Impuesto. Pero, por otro lado, a ese impacto hay que sumar que el Ejecutivo hace esa actualización parcial con el objetivo del 2% de inflación, referencia que toma del BCE, en vez de hacerlo con el IPC que realmente se espera cada año. A raíz de estos datos, de los planes de subidas de impuestos (el Ejecutivo pide a los contribuyentes de rentas más altas que sean «solidarios») y de las crecientes subvenciones (como el cheque parado), cada vez más ciudadanos piensan que la sociedad ha quedado dividida en dos: los que pagan y los que reciben.