sitúa hace 900.000 años
Un bifaz de piedra del yacimiento de Cueva Negra, en Murcia.
Foto: michael walker
ANTONIO MADRIDEJOS-BARCELONA
Unas hachas de mano talladas por ambos lados, lo que se conoce como bifaces, aparecieron en los años 80 y luego en los 90 en dos yacimientos de Granada y Murcia. Se les estimó una antigüedad de entre 100.000 y 300.000 años, similar a otras muchas herramientas conocidas, y cayeron un poco en el olvido. Sin embargo, ahora resulta que las anónimas bifaces fueron datadas erróneamente y tienen en realidad casi un millón de años, es decir, son las más viejas halladas en Europa.
Esto es al menos lo que sostiene una nueva datación realizada por el estadounidense Gary Scott y el español Lluís Gibert, del Berkeley Geochronology Center, en EEUU. Los resultados, que hoy publica la revista Nature, son tan revolucionarios como controvertidos: los bifaces de Solana de Zamborino (Granada) tienen 760.000 años, mientras que los de Cueva Negra (Murcia) llegan nada menos que a 900.000. El cambio no es precisamente pequeño.
CAMBIAN LOS POLOS / Los científicos han realizado la datación con técnicas de paleomagnetismo, un análisis basado en la orientación magnética que presentan los sedimentos que acompañan a las piezas (el polo norte se ha movido varias veces a lo largo de los últimos millones de años). Las dos piezas en cuestión tienen una polaridad inversa, lo que significa que superan los 700.000 años, explica a este diario Gibert. También han apoyado su estudio con fósiles de micromamíferos.
Los bifaces, conservados en el Museo de Arqueología de Granada y en la Universidad de Murcia, no fueron escogidos en un golpe de suerte. Lo que sucede es que Scott y Gibert realizan desde hace dos años «una datación pormenorizada de todos los yacimientos de la zona», añade el investigador catalán.
El estudio rompe esquemas porque supone que la llamada industria achelense, con herramientas complejas como los bifaces, llegó a Europa desde África mucho antes de lo que se creía. En Atapuerca, por ejemplo, las herramientas de una época similar son del tipo olduvayense, mucho más rudimentarias. Es el cambio de los humanos carroñeros a los humanos cazadores, mucho más hábiles y con mayor capacidad cognitiva. «Quizá tengamos que volver a datar muchos yacimientos europeos», aventura Gibert.
El investigador atribuye el desfase temporal a que hasta hace poco se empleaban técnicas de datación imprecisas. «Había unas convenciones arqueológicas que se repetían siempre –dice–. Si era achelense europeo, tenía que tener 500.000 años como máximo. Pero creemos que no es así». Los autores de los bifaces «son posiblemente Homo ergaster que llegaron atravesando el estrecho de Gibraltar, una barrera permeable a los homínidos del paleolítico», concluye Gibert en otro desafío a las convenciones de la paleontología.
Esto es al menos lo que sostiene una nueva datación realizada por el estadounidense Gary Scott y el español Lluís Gibert, del Berkeley Geochronology Center, en EEUU. Los resultados, que hoy publica la revista Nature, son tan revolucionarios como controvertidos: los bifaces de Solana de Zamborino (Granada) tienen 760.000 años, mientras que los de Cueva Negra (Murcia) llegan nada menos que a 900.000. El cambio no es precisamente pequeño.
CAMBIAN LOS POLOS / Los científicos han realizado la datación con técnicas de paleomagnetismo, un análisis basado en la orientación magnética que presentan los sedimentos que acompañan a las piezas (el polo norte se ha movido varias veces a lo largo de los últimos millones de años). Las dos piezas en cuestión tienen una polaridad inversa, lo que significa que superan los 700.000 años, explica a este diario Gibert. También han apoyado su estudio con fósiles de micromamíferos.
Los bifaces, conservados en el Museo de Arqueología de Granada y en la Universidad de Murcia, no fueron escogidos en un golpe de suerte. Lo que sucede es que Scott y Gibert realizan desde hace dos años «una datación pormenorizada de todos los yacimientos de la zona», añade el investigador catalán.
El estudio rompe esquemas porque supone que la llamada industria achelense, con herramientas complejas como los bifaces, llegó a Europa desde África mucho antes de lo que se creía. En Atapuerca, por ejemplo, las herramientas de una época similar son del tipo olduvayense, mucho más rudimentarias. Es el cambio de los humanos carroñeros a los humanos cazadores, mucho más hábiles y con mayor capacidad cognitiva. «Quizá tengamos que volver a datar muchos yacimientos europeos», aventura Gibert.
El investigador atribuye el desfase temporal a que hasta hace poco se empleaban técnicas de datación imprecisas. «Había unas convenciones arqueológicas que se repetían siempre –dice–. Si era achelense europeo, tenía que tener 500.000 años como máximo. Pero creemos que no es así». Los autores de los bifaces «son posiblemente Homo ergaster que llegaron atravesando el estrecho de Gibraltar, una barrera permeable a los homínidos del paleolítico», concluye Gibert en otro desafío a las convenciones de la paleontología.
fuente: http://www.elperiodico.com