Ni la  Esteban ni la Campanario.  El golpe del verano ha sido protagonizado por el consejero  delegado del Grupo Prisa, Juan Luis  Cebrián, que ha arremetido contra Rodríguez Zapatero con el grueso calibre de su Gran Bertha  mediático, El País, primero, y la  cadena SER, después. Un episodio que va mucho más allá de la pataleta puntual  del señorito acostumbrado a manejar, siempre pro domo sua, al Poder político a su antojo, y a quien un piernas ha arrojado extramuros de  Moncloa, lejos del calor que proporciona la cercanía del BOE, un espacio que  ahora ocupan los nuevos amigos del leonés, gente más moderna, más actual, menos  pagada de sí misma, que si no ha traído la democracia a España, como pretende el  de Prisa, sí están dispuestos a meterse con ella en la cama. Evento que va más  allá del drama consuetudinario de un grupo de comunicación al borde de la  quiebra, para convertirse en manifestación hiperrealista de la corrupción  galopante en que navega el Sistema desde primeros de los noventa, ejemplo de  libro de la utilización del Poder en favor de los amigos, de la confusión entre  lo público y lo privado y, en suma, de la pobre calidad de esta democracia  sofocada y aterida al tiempo.   
Dos años después, Prisa sigue lastrada por una  deuda de más de 5.000 millones de euros
 
 
Por partes. Dos años después de  que en el verano de 2007 se hiciera evidente la presencia del gran tsunami financiero que iba a arrasar la  economía mundial, Prisa sigue lastrada por una deuda de más de 5.000 millones de  euroscash flow del negocio. Superado por la  importancia del envite, el académico de la lengua no ha arreglado ninguno de los  problemas de fondo del grupo, seguramente porque no sabe cómo hacerlo, y porque,  en la mejor tradición de su dorado pasado reciente, está convencido de que los  bancos acreedores no tendrán cojones (“es que la gente no piensa”, que dice el gran  trujamán Cortés),  que no tenía más  remedio que pactar con sus enemigos de Mediapro, los nuevos amigos del Poder,  que se habían hecho con el control del fútbol televisado, si quería evitar la  muerte súbita. El acuerdo del 4 de junio pasado puso de nuevo en valor a Digital  Plus, la plataforma con la que Cebrián quiso sacarle a Alierta más de 3.000 millones para  reducir a la mitad aquella deuda.  imposible de pagar con la capacidad de generación de  para ejecutar llegado el momento, y se  verán obligados a comerse el marrón de grado o por fuerza. Lo suyo es darle hilo  a la cometa en espera de un milagro. Como la mayor parte de nuestro sistema  financiero, por cierto, empeñado en seguir maquillando su realidad contable.  Como Zapatero, también, un experto en improvisar y vivir al día. Tuvo, sí, el  golpe de talento para reconocer
Dispuesto a tragar la bilis que  fuera menester y después de señalar a Javier Díez Polanco como culpable del desastre, el señorito decidió  pisar el acelerador a fondo planteando la fusión entre Sogecable  (Cuatro), y  La Sexta  (Mediapro). El acuerdo entre Prisa e Imagina estaba “casi hecho” a finales de  julio. Cebrián cedía la gestión del nuevo holding a los hombres de Roures, con J. M. Contreras como consejero  delegado, y Manuel Polanco como  presidente por accidente. Pero a primeros de agosto, tras su regreso de un viaje  a USA para atender un asunto relativo a la glándula prostática, la tortilla dio  la vuelta de forma dramática y el optimate anunció que Prisa no podía ceder la  gestión. Por las verdes praderas de Comillas un señor muy principal, íntimo  amigo y socio que fue del fundador, ha estado diciendo estos días que “yo no me  siento en un Consejo de Administración con esos golfos”. En la revuelta parece  haber formado bloque con los hijos del difunto. La propiedad contra la gestión.  Cebrián no ha tenido más remedio que dar marcha atrás, cuando estaba resuelto a  deslizar gentilmente los calzones hasta los zancajos. Tras escuchar el alegato,  Jaume Roures y Tacho Benet se largaron dando un  portazo.  
La  TDT de pago vuelve  a poner a Prisa contra las cuerdas
En previsión de este y otros  aconteceres de similar porte, el señorito, laburando en una solución  alternativa, creía tener prácticamente cerrado un acuerdo en paralelo con  Vivendi y Telefónica para su entrada en Digital Plus. Ambas tomaban un 40% (a  razón del 20% cada una) de la plataforma de Prisa, aunque “a una valoración casi  de derribo”, en opinión de la banca de negocios, “desde luego muy inferior a las  cifras manejadas por Cebrián”. En el grupo de medios se dijo que el acuerdo  sería aprobado en el último consejo de Telefónica de julio. No ha sido así, y  nadie sabe qué ocurrirá en Septiembre. Con su ejército desplegado de esta guisa,  Cebrián mantenía emboscada a la caballería, ocupada, con el capitán de Dragones  Rubalcaba a la cabeza, en mantener  a raya al Ejecutivo para que de ningún modo se lo ocurriera aprobar en pleno  ferragosto la  Televisión Digital Terrestre (TDT) de pago, tal como pretendían  los Roures.              
El anuncio del Consejo de Ministros del 13 de  agosto, “por vía de urgencia”, cayó como un terremoto en el grupo
 
 
El anuncio del Consejo de  Ministros del 13 de agosto, “por vía de urgencia”, Roures & Cía, mientras  resta dramáticamente valor a Digital Plus. Hay oferta de sobra de fútbol  televisado para la temporada ayer iniciada, entre otras cosas porque Mediapro ha  vendido el espectáculo a todo aquel que ha querido comprarlo, cableras  incluidas. El resultado es que Prisa pierde de golpe lo ganado tras el  acuerdo de junio con la productora catalana sobre los derechos televisivos de  la Liga española  de fútbol. De nuevo contra las cuerdas. Se entiende la pataleta de Cebrián. Tras  acusar al Gobierno (“Un Desatino”) de recurrir al decreto ley “para favorecer  los intereses de una empresa cuyos propietarios están ligados por lazos de  amistad al poder”, eleva el punto de mira para afirmar que “es la calidad del  impulso democrático de nuestros gobernantes lo que está en entredicho, su  respeto a la división de poderes”.  cayó como un terremoto en  Prisa. La decisión de Zapatero convierte en un previsible buen negocio la cadena  Gol TV de 
Ítem más, el prócer viene a  decir que la calidad de la democracia española es similar a la que cursa en “los  predios de la actual Venezuela y países semejantes”, aunque no se atreve a  decirlo tal cual, porque ello implicaría exhibir una falta de vergüenza  inimaginable siquiera en un caradura como él, uno de los españoles que más  decisivamente ha contribuido a prostituir esta pobre democracia nuestra en las  últimas décadas. Lo llamativo del caso es que Cebrián tiene razón en su  denuncia. La relación causa efecto entre el fracaso de la fusión Cuatro-Sexta y  el decreto ley de la  TDT de marras es tan evidente, que el asunto desborda lo  escandaloso para entrar de lleno en la esfera del juzgado de guardia. Pero ese  tipo de denuncias no las puede formular un tipo como él, acostumbrado a disponer  a su antojo de los favores de los sucesivos Gobiernos de España, no solo de los  de Felipe González, que va de suyo, sino también de los de  Aznar y Zapatero (la transformación de un canal de pago, el  Plus, en otro en abierto, Cuatro, en contra de la Ley). Ahora, cuando una tropelía  administrativa más le toca el bolsillo, el señorín, acostumbrado a expedir bulas  de democracia en exclusiva durante años, se revuelve cual serpiente y se acuerda  del imparable deterioro democrático que tan eficazmente ayudó a hacer realidad  desde el 82.
La extrema debilidad del Gobierno  
Episodio trascendente en la  vida política española, que tendrá consecuencias dentro del bloque socialista.  La afrenta a Zapatero es grave. Sencillamente, el de Prisa le ha tachado de  “corrupto”, y ya se sabe que tocarle los cataplines al poder no suele  salir gratis en países como “la actual Venezuela”. Solo una cosa podría  salvarle, y es la extrema debilidad de un Gobierno en minoría al que se le  acumulan, hasta casi enterrarlo, los problemas, y no solo económicos. El  descrédito de ZP es tan grande, su soledad tan obvia, su necesidad de apoyos  mediáticos tan apremiante, que es muy probable que asistamos a una gran  operación de rescate, con dinero público naturalmente, de los grandes grupos de  comunicación hispanos, la mayoría de ellos quebrados o en trance de estarlo. En  esta línea argumental, la de Cebrián habría sido una apuesta calculada, si bien  plena de riesgos.  
No parece que vayan por ahí los  tiros. La algarabía con la que ha intentado vender, en pleno agosto, el modesto  acuerdo alcanzado con una tal Instore Broadcasting Network (IBN) habla a las  claras de la angustia que hoy atenaza el futuro de Prisa. En esencia, el acuerdo  se reduce a la venta de la autocartera del Grupo al banco de inversión Talos  Partners, uno de cuyos negocios es precisamente IBN, sociedad que comercializa  el hilo musical en tiendas de todo tipo. Con tales antecedentes, no es de  extrañar que en Time Warner haya cundido la alarma, o que el propio Murdoch haya acelerado el final de sus  vacaciones. Solo un apunte de interés, y es que detrás de Talos y de IBN podría  hallarse el mexicano Carlos Slim.  Es el rumor que corre por Madrid. Esa sería la salvación de Cebrián y el final  de los Polanco como editores. En otro caso, y siempre que a Zapatero no le  tiemblen las canillas, el de Prisa habrá cavado su tumba con su desafío, porque,  cortada la cabeza del sobrinísimo  Díez Polanco, la que ahora está en el tajo, esperando el filo  acerado de la guillotina, no es otra que la suya propia.