Conferencia de Presidentes, Zapatero, PP, Esperanza Aguirre.
Zapatero arremete contra el PP y le culpa del fracaso de la cumbre de Presidentes.
José Luis Rodríguez Zapatero, durante la rueda de prensa tras su asistencia a la Conferencia de Presidentes (Efe).
@Alberto Mendoza.- 15/12/2009 06:00h
No hubo acuerdo en la Conferencia de Presidentes. Los barones del PP se saltaron el guión previsto por Moncloa y José Luis Rodríguez Zapatero acusó el golpe.
Los socialistas buscaron hasta el último momento un pacto para evitar la imagen de fracaso político, pero sólo consiguieron la abstención de los populares. El presidente del Gobierno no pudo ocultar su irritación y arremetió con dureza contra el PP, escenificando la ruptura existente entre Ejecutivo y oposición.
“Yo no me mojo, yo me lavo las manos”. Así parodió Zapatero la actitud de los barones del PP, a quienes aconsejó “más lealtad y madurez institucional con España”. Según el presidente del Ejecutivo, los populares habían llegado con la consigna de evitar que “aparecieran las palabras ‘acuerdo unánime’ en materia de empleo y economía”. “Esto no es serio con España”, sentenció.
La propuesta de acuerdo del Gobierno contó finalmente con el respaldo de todas las comunidades autónomas, a excepción de las gobernadas por el PP, que sumaron 8 abstenciones. El reglamento de la Conferencia establece que los acuerdos deben alcanzarse por unanimidad, y que las recomendaciones se deben aprobar por una mayoría de dos tercios, por lo que el documento, negociado párrafo a párrafo durante horas, acabó en papel mojado. Aun así, Zapatero asumió el contenido del mismo, y se comprometió a poner en marcha reformas laborales para volver a crear empleo “cuanto antes”. Una batalla en la que echó en falta la cooperación de la oposición: “El PP no se responsabiliza con el Gobierno de España en la lucha contra el paro y por la recuperación”.
El líder socialista citó a Esperanza Aguirre como ejemplo de “sinceridad”, y puso en su boca el rechazo a “comprometerse con el Gobierno”. “Sabemos que al PP le gusta criticar, pero está inédito en sumar esfuerzos y responsabilizarse”, sostuvo. Además, contrastó esta actitud con la del lehendakari Patxi López, a quien alabó su compromiso con España. Por su parte la presidenta madrileña aclaró que no quiso corresponsabilizarse de las políticas de Zapatero porque se ha convertido “en el campeón del paro”.
Los barones del PP justificaron su posición por la “improvisación” que demostró el presidente del Ejecutivo durante la negociación. Zapatero no repartió su propuesta de acuerdo hasta el final de la primera reunión de trabajo, justo antes del almuerzo, provocando la indignación de los populares. Comandados por Alberto Núñez Feijóo, se marcharon a otra sala a estudiar el documento de 14 folios. Por la tarde, la tibieza que había marcado la mayoría de intervenciones se tornó en un debate más intenso. Los socialistas necesitaban alcanzar algún tipo de pacto que salvara la cumbre, y aseguran que aceptaron el 80% de las iniciativas del PP. Sin embargo, esta cesión no fue suficiente para cambiar el voto de los populares, que se comportaron como un bloque unido y atento a las directrices de Mariano Rajoy. "El Gobierno no puede pedir confianza ciega en un documento que desconocemos para diluir su responsabilidad en el fracaso de su política económica", apuntó Feijóo.
Batalla partidista
Y es que la batalla partidista se coló en una cita a la que se le presume carácter institucional. Los presidentes se agruparon, una vez más, en función de las siglas de su partido, por encima de los intereses de sus regiones. Y aunque fuentes asistentes a la reunión afirmaron que “todos los presidentes se respetan muchísimo”, ya que “los bomberos no se pisan la manguera”, el modo en que Zapatero diseñó la cumbre, junto con la actitud de rechazo con la que llegaron algunos barones populares, situó a la Conferencia al borde del abismo. “Es la Conferencia de España, no del presidente del Gobierno”, llegó a recordar Zapatero.
El respaldo incondicional al presidente del Ejecutivo lo conformaron los barones socialistas, así como los dirigentes sindicales. Los presidentes del PSOE habían cenado la noche anterior en Ferraz con José Blanco y Leire Pajín, de modo que el cierre de filas estaba garantizado. Tampoco ofreció sorpresas el reencuentro, tras la manifestación del sábado, entre el presidente del Gobierno y los secretarios generales de UGT y CCOO. Tanto Cándido Méndez como Ignacio Fernández Toxo valoraron “positivamente” las propuestas sobre empleo juvenil e impulso a la política industrial. El presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, se sumó al buen ánimo de los sindicatos y destacó que el Ejecutivo se disponga a debatir en enero con los agentes sociales la “imprescindible” reforma laboral.
Reforma laboral
Finalmente, el texto que Zapatero da por bueno pese a su no aprobación respeta casi en su totalidad el contenido de la propuesta original, e incluye “el fomento del uso de la reducción de jornada, el refuerzo de los Servicios Públicos de Empleo y la mejora general de la intermediación laboral, la reducción de la dualidad y la tasa de temporalidad, y medidas efectivas para reducir la brecha salarial entre mujeres y hombres”. Una enumeración sin ningún tipo de aclaración, y que asigna a las comunidades autónomas la promoción de la formación profesional y su integración con el mundo empresarial.
El Gobierno también pretende compartir con las comunidades la lucha contra el déficit, de modo que se sitúe, para el conjunto de las administraciones, en el 3% del PIB para 2013. Como receta, el Ejecutivo propone austeridad y eficiencia. En cuanto a las iniciativas del PP recogidas en el documento, destaca la propuesta para “dar la máxima prioridad a la reestructuración y saneamiento del sistema financiero, en particular, de las cajas de ahorro”. Sin embargo, se trata de medidas que requieren un alto grado de acuerdo entre Gobierno y oposición, y ayer se vislumbró la gran distancia que les separa.