Ha pasado poco más de un año desde que, con voz algo timorata, Carme Chacón pronunció en el patio de armas del Ministerio de Defensa el ya famoso "¡Capitán, mande firmes!" que inundó todos los informativos de televisión y boletines de radio de aquel soleado 14 de abril de 2008. En todo este tiempo ha demostrado ser -con la inestimable ayuda de su marido, el gurú de la comunicación Miguel Barroso- una consumada experta en marketing político y el mejor icono de la política de igualdad de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero ser joven, catalana, embarazada de siete meses -aquel día de su histórica toma de posesión- y madre, primera mujer al mando de las Fuerzas Armadas y mimada de encuestas y sondeos son cualidades que, de tan usadas, parecen definitivamente amortizadas. Y su aún valorada imagen pública, por sí sola, ya no es capaz de maquillar los reiterados patinazos de su gestión -el último, el caos desatado por el brote de gripe A en varios cuarteles-, que han empezado a sembrar dudas, incluso en las filas socialistas, sobre su madurez política y su pretendido papel de heredera de Zapatero.
"Zapatero la sacó de Vivienda, un ministerio en el que no resulta nada fácil sobresalir, porque pensaba que en Defensa, que es una cartera de Estado con mucho protocolo y más dada al lucimiento, tendría una gran proyección como futura aspirante a La Moncloa, y muy poco desgaste. Y así había sido hasta ahora, pero la metedura de pata de anunciar antes de tiempo la retirada de Kosovo, y luego lo de la gripe A en los cuarteles, pueden haber sembrado algunas dudas sobre sus aptitudes", reconoce una dirigente socialista. "Pero tampoco conviene exagerar. Aún es muy joven y tiene tiempo suficiente por delante para madurar políticamente. ¿Por qué tiene que ser candidata en 2012 y no en 2016? ¿Acaso ha dicho Zapatero públicamente que no va a repetir como aspirante a la reelección dentro de tres años?", se pregunta.
Los primeros meses de su mandato al frente de Defensa transcurrieron plácidamente, entregada a la muy cansada pero rentable tarea, en términos de imagen, de recorrer todas las bases en el exterior donde hay desplegados militares españoles: Afganistán -aún embarazada-, Líbano, Bosnia, Kosovo... Siempre acompañada de un escogido séquito de periodistas y técnicos capaces de garantizar que el caminar decidido pero poco marcial de Chacón pasando revista a las tropas se colaría a mediodía en los informativos de todas las televisiones y al día siguiente en las portadas de los principales diarios de papel (los periódicos digitales aún no hemos sido ungidos por la ministra con tan alta distinción).
Formas de principiante
Pero llegó el pasado mes de marzo y la estrella de Chacón -que había vuelto a brillar con fuerza en la celebración de la Pascua Militar, eclipsando a los austeros generales con su sorprendente chaqué y un no menos atrevido maquillaje- empezó a declinar. La ministra de Defensa, con su inseparable coro de periodistas, se plantó en la base española de Istok, en Kosovo, y anunció la retirada de nuestras tropas antes del verano. Su argumento era impecable -España no podía avalar con su presencia en la zona la independencia de un país que no reconoce-, pero las formas fueron las de una principiante.
El eco del estropicio político y diplomático provocado por sus palabras -recogidas fielmente en todos los telediarios, claro está- aún perdura. Chacón no sólo no consultó una decisión de ese calado con nuestros aliados de la OTAN y la UE, sino que ni siquiera informó a su colega de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y a la mano derecha de Zapatero en política exterior, Bernardino León, que en los días posteriores tuvieron que multiplicarse para pedir excusas en las principales cancillerías y aplacar el enojo de nuestros socios, especialmente el Departamento de Estado de Barak Obama.
Chacón tuvo que dar marcha atrás, pero se negó a reconocer un solo error en su gestión de la chapuza diplomática, admitida incluso por muchos miembros de la Ejecutiva del PSOE y del Gobierno, y no mostró el menor asomo de autocrítica. "Ése es uno de los rasgos negativos de su carácter", apunta un compañero socialista. "Es muy trabajadora y tenaz, pero le falta capacidad de autocrítica y le sobra orgullo. Yo no diría que aún está verde para estar en Defensa, porque no es una recién llegada a la política, pero sí le falta algo de rodaje. Tal vez debería preocuparse menos por su imagen y aprender a manejar la mano izquierda".
Hoy dará explicaciones en el Congreso, acompañada por su colega de Sanidad, Trinidad Jiménez, sobre el brote de gripe de origen porcino que se coló en la Academia de Ingenieros del Ejército en Hoyo de Manzanares (Madrid) y ya se ha extendido por otros acuartelamientos. Pero no parece, por lo escuchado estos días, que Chacón vaya a poner en práctica su muy anhelada por algunos capacidad de autocrítica.
Balones fuera
De hecho, su primera reacción fue echar balones fuera y escudarse en que no fue informada del brote por la Sanidad militar hasta 48 horas después de detectarse los primeros casos. ¿Acaso trataba de diluir su responsabilidad en la de sus subordinados? ¿No era eso, precisamente, lo que recriminó la semana pasada al ex ministro de Defensa del PP Federico Trillo por escamotear su responsabilidad en la catástrofe aérea del Yak-42? ¿Cómo es posible que Trini no fuese informada por Defensa hasta cuatro días después del estallido del brote, como reconoció la titular de Sanidad el pasado jueves? ¿No ha aprendido nada Chacón de la clamorosa falta de coordinación exhibida en el anuncio de retirada de Kosovo?
La oposición en general, y el PP en particular, también la tuvo en su punto de mira, hace apenas dos semanas, por su "incompetencia" para gestionar la captura y entrega a Kenia de un grupo de 14 piratas apresados en aguas del Índico por un buque de la Armada española cuando se disponían a asaltar dos mercantes que navegaban por la zona. Si había un protocolo de actuación entre la UE -responsable de la operación Atalanta contra la piratería- y Kenia para juzgar en este país a los piratas capturados, ¿por qué Defensa se empeñó en abrir una vía judicial paralela en España, saltándose el convenio suscrito por la UE y provocando un choque de intereses entre la Fiscalía y la Audiencia Nacional? El PNV llegó a calificar el embrollo de "surrealista", y CiU exigió a Chacón que evite nuevos casos de descoordinación con Moratinos.
Pero aún faltaba más. En esta ocasión no se trataba de un patinazo, sino más bien de un desaire. El pasado mes de abril finalizaba el mandato de Alberto Saiz al frente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), y Zapatero dudaba entre mantenerlo en el cargo o buscarle un sustituto. Chacón era firme partidaria de su cese, porque prefería a una persona de su entera confianza al frente de los servicios secretos del Estado, adscritos a Defensa, y Saiz no lo era. En cambio, la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, que despacha habitualmente con Saiz y mantiene con él una estrecha relación, quería que se prorrogase su mandato. Zapatero, finalmente, ignoró los deseos de Chacón y complació a De la Vega.
fuente: http://www.elconfidencial.com l