Hay una similitud brutal entre Pitingo y la celebración del orgullo gay: que ambos se empeñan en mantener que esta sociedad les discrimina.
Por supuesto que la discriminación por raza, religión o sexo es algo deleznable pero ni Pitingo, ni el Sr Carmona ni la inmensa mayoría de los militantes que van como perras en celo haciendo ostentación infame de su sexualidad (cosa que en el mundo hetero es de un tremendo mal gusto) están discriminados.
Ser gay en uzbekistan (no se, es un ejemplo al azar) es probable que sea un problema porque aquella sociedad no ha sido capaz de entrar en razón. Ser gitano en el kurdistán puede que sea un problema, porque ya sabemos cómo se las gastan con las minorías en aquel lado turco-iraquí.
Pero que un tipo al que le cae mal un revisor alegue racismo es de una desverguenza tal que se me ponen los pelos como la cresta del mismísimo Pitingo.
Ahora se han subido al carro de la discriminación los inmigrantes. Porque claro está que vivimos en el pais de "por pedir que no quede". No puedo dejar pasar al pobre hombre que , después de dos años trabajando sin contrato (situación que él admitió por miseria o circunstancias), tuvo un accidente por el que perdió un brazo. Su jefe era un explotador, cierto es. El gobierno pagó las atenciones médicas, se preocupó por él e inició acciones legales para con quien estaba contratando gente fuera de la legalidad. Hasta ahí correcto. Después el gobierno le regaló la nacionalidad española a él ( y tengo entendido que a sus familiares). Ser español cuesta exactamente un brazo. Visto esto, el señor Franns, a partir de ahora el desafortunado boliviano de un solo brazo, ha empezado una campaña legal para coseguir dinero de donde sea porque (y cito textual) esto es un golpe muy fuerte para los bolivianos.
Tampoco me olvido de la pobre Dalila, la primera fallecida por gripe A. Una joven de 20 años embarazada a la que salvaron su bebé pero no pudieron salvarla a ella. Su viudo ya está pidiendo dinero, papeles y no sé cuantas cosas más.
Tampoco vamos a poner a hablar igualmente de la obvia existencia de las denuncias falsas en algo tan serio como la violencia de género.
En todo ello (en las discriminaciones por inclinación sexual, por racismo, por explotación y por violencia sexista) tenemos unas leyes y una opinión pública (creo yo) suficientemente concienciada pero en el momento que un elemento supuestamente inferior (gitano, gay, boliviano, marroqui o mujer) se aprovecha de la ley hay que castigarle duramente porque esto no hace más que, cuando vea a Pitingo, me recuerde a una loca plumosa haciendo una denuncia falsa por racismo en el juzgado de guardia de turno. Y eso no es bueno ni para los gitanos, ni para los gays, ni para los inmigrantes, ni para las mujeres de buen corazón. Normalmente suelen ser aquellas personas que no van por ahí con su hecho diferencial entre los dientes, como si fuera el DNI racial o sexual.
¿O acaso a los heterosexuales autóctonos no nos pasan cosas malas? ¿eso también es discriminiación? No, es mala suerte, algo innato a todos los humanos.
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