Comienza la Batalla del Milagro de Empel
Cuando recuperó Amberes, en el verano de 1585, Farnesio se sintió en condiciones de acudir a las "islas de Gelanda y Holanda" cuyas poblaciones católicas oprimidas por los rebeldes protestantes le pedían auxilio. Farnesio mandó los tercios a la isla de Bómel, situada entre los ríos Mosa y Waal y en respuesta a esta maniobra, el almirante rebelde Holak situó su flota de 10 navíos entre el dique de Empel y la ciudad de Bolduque - Hertogenboch, bloqueando por completo a los españoles. Ahora el Tercio estaba al alcance de la artillería de la flota enemiga y sería fácil de rendir. Estaba claro, el Tercio del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla no aguantaría mucho.
Reconociendo su superioridad táctica y con objeto de evitar posibles bajas, Holak que conocía a los españoles, les propuso a una rendición honrosa; pero su respuesta fue clara:
“Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”.
El orgullo y altanería de los españoles provocó a Holak y decidió el exterminio total de los soldados españoles. Ordenó abrir los diques del canal del río Mosa, que transcurría por encima del nivel del campamento del Tercio, provocando la inundación de la Isla de Bomel.
Los españoles, que estaban alojados en la zona de los pueblos de Dril, Rosan, Herwaardefl y Hurwenen tuvieron el tiempo justo de subir a refugiarse en los diques Las aguas inundaron rápidamente el campamento donde estaban acampadas las fuerzas española, solo quedó como tierra firme el pequeño montecillo de Empel, donde se refugiaron los 5.000 soldados del Tercio para evitar morir ahogados. "La inundación echó el río sobre casi toda la isla con tanta presteza que apenas tuvo tiempo Bobadilla para llevar tras el Mosa al lugar de Empel y a otros de la vecindad las tropas, artillería y vituallas. Pero ni aquí les dejó libres la corriente del río, porque si bien los españoles habían tomado los puntos más altos,... el campo desde la isla Bomel a Boldu que era algo más bajo y facilmente llamó a sí las aguas ... y menos unos altos a los que habían subido los soldados, el otro campo del río parecía un mar hinchado ".
Por la tarde la flota rebelde disparó el fuego de su artillería, arcabuces y mosquetes sobre los infantes españoles que se apiñaban en el dique de Empel. La situación era límite los españoles se apiñaban en el montecillo con la ropa húmeda sin comida, ni leñal. Ahora ya eran presa fácil del enemigo. Los soldados del Tercio Viejo estaban en clara inferioridad, habían quedado sitiados por las tropas enemigas y sin posible escapatoria habían decidió clavarse al suelo hasta el final. Pero esta vez, iba a hacer falta un auténtico milagro para obtener una rotunda victoria y salvar sus vidas, el Milagro de Empel.
El sábado 7 de diciembre de 1585, la situación era desesperada. En el momento más crítico, según cuenta la tradición, un soldado del Tercio mientras cavaba una trinchera o su propia tumba, encontró allí enterrada una tabla flamenca de vivos colores con la imagen dibujada de la Inmaculada Concepción. Este hecho levantó la moral de la tropa, pues era la víspera de la Inmaculada. Colocaron la imagen en un improvisado altar sobre una bandera con la Cruz de San Andrés y de rodillas entonaron acto seguido la Salve.
"En ésto, estando un devoto soldado español haciendo un hoyo en el dique para guardarse debajo de la tierra del mucho aire que hacía junto a su tienda y cerca de la iglesia de Empel, a las primeras azadonadas que comenzó a dar para cavar la tierra saltó una imagen de la limpísima y pura Concepción de Nuestra Señora, pintada en una tabla, tan vivos y limpios los colores y matices como si se hubiera acabado de hacer. Como si hubiera descubierto un tesoro acuden de las tiendas cercanas. Vuela allá el mismo Maestre de Campo Bobadilla. Llevanla pues como en procesión al templo entre las banderas la adoran pecho por tierra todos: y ruegan a la Madre de los Ejércitos que pues es la que solo podía hacerlo, quiera librar a sus soldados de aquella asechanzas de elementos y enemigos: que tenían por prenda de su libertad cercana su imagen entregada piadosamente cuando menos imaginaban y más necesidad tenían, que prosiguiese y llevase a cabo su beneficio ".
"Pusieron la tabla en una pared de la iglesia, frontero de las banderas, y el Padre Fray García de Santisteban hizo luego que todos los soldados le dijesen una salve, y lo continuaban muy de ordinario. Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino anuncio del bien, que por intercesión de la Virgen Maria, esperaban en su
bendito día".
El maestre Bobadilla convocó a la junta de capitanes para tomar una decisión. Les propuso quemar las banderas del Tercio y hundir la artillería para que no cayese en manos del enemigo. Al llegar la noche atacarían con las pleytas ( barcazas) a las principales naves rebeldes. Algunos capitanes propusieron al maestre matarse unos a otros, lo mismo que hicieron los arévacos en Numancia, y de esta forma evitarse morir a manos del enemigo. El Maestre de Campo no quiso oírlo y los animó de nuevo a que luchasen hasta la muerte y encomendasen su vida a la Virgen Inmaculada.
"¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota, pero la Virgen Inmaculada viene a salvarnos. ¿Queréis que se quemen las banderas, que se inutilice la artillería y que abordemos esta noche las galeras enemigas?"
"¡Si queremos!" fue la respuesta unánime de aquellos infantes españoles.
Milagro de Empel
Durante la madrugada del 7 al 8 de diciembre , empezó a soplar un viento del nordeste terriblemente gélido y empezó a helar, algo que no pasaba desde hace mucho tiempo y que tampoco pasaría en los años siguientes . Las aguas del río Mosa terminaron por helarse rápidamente. Esta circunstancia hizo que los infantes españoles vieran la posibilidad de atacar a la flota enemiga desde la superficie firme que ofrecía el hielo.
Bobadilla ordenó al Capitán Cristóbal Lechuga que tuviera listos doscientos hombres y tres piezas para atacar al enemigo. De esta forma, al mando del Cristóbal Lechuga los infantes españoles marcharon sobre el hielo y atacaron por sorpresa desde el hielo a los barcos rebeldes al amanecer del 8 de diciembre.
Los tercios combatieron con extrema contundencia animados por la sed de venganza por el asedio de los holandeses. Los rebeldes caían ante las armas española sin posibilidades de reaccionar. Los infantes españoles tomaron prisioneros y capturaron y quemaron todos los barcos de la flota enemiga.
Durante el 9 de diciembre el Tercio cargo con rabia contra el fuerte holandés situado a la orilla del río Mosa. La posición defensiva fue tomada por los españoles y los holandeses huyeron en desbandada aterrorizados por la furia de los arcabuceros y piqueros españoles.
La victoria española fue tan completa que el almirante Holak llegó a decir:
“Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro”.
"Cinco mil españoles que eran a la vez cinco mil infantes, y cinco mil caballos ligeros y cinco mil gastadores y cinco mil diablos"
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Al día siguiente mejoró el tiempo y los españoles pudieron volver en barcas a Bolduque . Los infantes de Bobadilla estaban agotados, fueron acogidos y curados por la población de Bolduque. Muchos morirían por las penalidades sufridas y otros perdieron pies y manos por congelación. Los tercios españoles había pasada un momento muy crítico y se había salvado de milagro. La ciudad recibió como testimonio de agradecimiento de Farnesio y del propio Felipe II, un cáliz de oro y ochenta vacas para limosna de pobres. Los extraordinarios acontecimientos de esta angustiosa semana se divulgaron rápidamente. |
Los católicos holandeses calificaron los sucesos que habían dado lugar a la salvación de los españoles del ejército del Rey como "Het Wonder van Empel", "el milagro de Empel". El 8 de diciembre de 1585 entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia. Pero habría que esperar 269 años para que la bula del Papa Pío IX, Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854 proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima. Posteriormente, el 12 de noviembre de 1892 por real orden de la Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo, se dice:
“Declara patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción”
Tal parece que Dios fuera español.
El milagro de Empel