Posted: 01 Jan 2010 10:23 PM PST
Ayer empezó la presidencia española de la Unión Europea, que compartirá logotipo con el llamado “trío” que además de España forman Bélgica y Hungría como próximas sedes de la presidencia rotativa de la UE. Los logotipos de las tres presidencias sólo variarán de color, conforme a las banderas de cada país. El que veis aquí es el logo español. El diseño, para no andarme con rodeos, no me convence. Le falta fuerza y visibilidad, sobre todo si se usa en formatos pequeños, algo muy corriente en la red. Me ha acabado por disgustar del todo verlo sobre la “mosca” de TVE y compararlo con el actual logo de la presidencia sueca. Para más inri, la web oficial del logotipo ni siquiera tiene versión en español. Pero lo más hiriente como diseñador profesional ha sido enterarme del proceso de elaboración del logotipo.
El logotipo de la presidencia sueca saliente, diseñado por la agencia Egg & Bacon Advertising AB. Una marca con sabor a “Pepsi” pero muy gráfica y moderna.
Un concurso entre estudiantes de diseño y bellas artes
Para diseñar el logotipo se convocó un concurso en España, Bélgica y Hungría, concurso convocado en noviembre de 2008 y que se proponía -según lo que indicaba la web de La Moncloa- “apoyar a los jóvenes talentos”, por lo cual se restringió a “los estudiantes de las Escuelas Superiores y Facultades de Arte y Diseño”. El ganador fue un estudiante belga de 23 años, Antoine Durieux, de la Escuela Superior de Artes de Bruselas, que se llevó un premio de 10.000 euros.
A respecto de esta curiosa forma de asignar un trabajo profesional como es el diseño de un logotipo, Víctor Palau decía el 23 de noviembre en la web de diseño Graffica.info: “¿Cuándo a los señores eurodiputados les duele una muela van a un estudiante de dentista para que les atienda? (…) ¿Acaso cuándo la Unión Europea tiene problemas legales, van los estudiantes de derecho a ver cómo arreglarlo?” Suscribo la crítica de Palau. Al fin y al cabo, recordemos que el gobierno nos obliga a los diseñadores a registrarnos para poder trabajar, tanto en Hacienda como en la Seguridad Social, lo que además implica pagar impuestos por desarrollar nuestra actividad profesional. Es decir, que el Estado nos impone unos dictados para poder dedicarnos al diseño y después, pasa de nosotros y se busca a estudiantes para hacer los trabajos de diseño más importantes.
Esta práctica contrasta, además, con el carácter profesional de los autores de los logotipos de las anteriores presidencias de la UE. Durante los gobiernos socialistas de Felipe González, la presidencia española de 1989 contó con una obra del célebre pintor barcelonés Antoni Tàpies. La de 1995 lució un logotipo del veterano diseñador barcelonés José María Mir. Ya durante la etapa de Aznar, la presidencia española de 2002 tuvo como divisa un logotipo del veterano diseñador valenciano Pepe Gimeno. Es incomprensible que después de firmas tan veteranas, ahora se deje el nuevo logotipo en manos de estudiantes.
Logotipos de las anteriores presidencias españolas de la UE: arriba, 2002, de Gimeno; abajo izquierda, 1989, de Tàpies; abajo derecha, 1995, de Mir.
El coste total: más de 10 millones y medio de pesetas
Pero el absurdo del caso no acaba ahí. Contra lo que piensa mucha gente, diseñar un logotipo no es hacer un dibujo más o menos bonito y ya está. Ese “dibujo” tiene que reunir determinados requisitos técnicos y cubrir necesidades muy concretas, a fin de que pueda plasmarse sobre diversos soportes sin que por ello la identidad de la imagen pierda fuerza. Diseñar un logotipo requiere pensar en sus posibles aplicaciones en televisión, Internet, membretes, tarjetas, etc., anticiparse a cómo quedará sobre fondos blancos o negros, versiones en blanco y negro, etc.
No sé si el joven Durieux pensó en todo ello -siendo un estudiante de diseño gráfico, quiero suponer que sí-, pero el caso es que en junio de 2009 el gobierno adjudicó un contrato por más de 47.000 euros a la empresa TAU Diseño S.A. para el “desarrollo de la Logo-Marca que identificará la Presidencia Española de la UE en 2010″. Sumando sólo los premios del logotipo a los estudiantes ganadores -además de los 10.000 euros que ganó Durieux, cada uno de los diez finalistas se llevaron 500 euros- y el contrato para el desarrollo de la marca, al final la cosa sale por un importe total de más de 10 millones y medio de pesetas.
Hay que matizar que no es un precio excesivamente elevado. A modo de ejemplo, la marca de la presidencia sueca saliente (que podéis ver más arriba) costó 112.580 euros (más de 18,7 millones de pesetas), pero esto incluyendo el diseño y desarrollo del logotipo, cartelería, web, etc. En Suecia ese logo provocó una gran polémica por su coste: el diario Dagens Media publicó una encuesta en la que el 83% de los consultados lo consideraban demasiado caro. No obstante, me pregunto qué dirían los suecos ante los 397.671 euros (más de 66 millones de pesetas) que gastará el gobierno español sólo en acreditaciones.
No estamos para despilfarros…
Además, mientras a Suecia le costó 77 millones de euros su presidencia, la de España está presupuestada en 90 millones de euros, de los cuales el gobierno ya ha gastado más de 23 antes de empezar. Unas cifras alarmantes teniendo en cuenta que Suecia es un país mucho más rico que España.
No sé qué pensaréis vosotros, pero a mí me parece demasiado dinero para un Estado como el español que gasta un 73% más de lo que ingresa. Una cantidad que resulta dolorosa en plena crisis, con tanta gente necesitada y con unos comedores sociales de Cáritas que ya no dan más de sí. Creo que el gobierno se debería plantear seriamente reducir al máximo los gastos innecesarios, y desde luego, es del todo innecesario semejante gasto en imagen para una presidencia puramente simbólica y sin ninguna función real, si tenemos en cuenta que ayer mismo tomó posesión el primer presidente permanente de la UE.