Ciudadano Ford
20:47 | 16 de enero, 2010 Cárlos Dávila
17-01-10
Lo contábamos el jueves en LA GACETA: Facebook, ese invento genial que vale tanto para amarse como para destrozarse, está recogiendo una iniciativa destinada a poner a Zapatero todavía en más aprietos de los que ahora, el pobre, sufre. Cada día son 14.000 los ciudadanos, incluso foráneos, que se suman a la corriente y piden la desaparición política del presidente del Gobierno. Claro está, que Internet es un artilugio envenenado que no discrimina, de forma que entre la pléyade de navegantes que se adosan a la iniciativa se cuelan algunos maleantes. Antes, por tanto, de que los acólitos y lacayos de La Moncloa le vayan con el cuento a su jefe y le digan. “Ves, presidente, La Gaceta anima a los que te insultan”, escribiré que nosotros aquí aplaudimos la diligencia y condenamos a los bárbaros que la aprovechan para poner de chupa de dómine, con las peores y más soeces diatribas, a Zapatero. Pero la iniciativa está prosperando porque, por fin, parece que la sociedad civil española, aletargada cuando no directamente comprada por el poder, está reaccionando ante el despropósito continuo que protagoniza esta pesadilla gubernamental que nos asola.
Parte de esta sociedad, sin embargo, se deja engañar fácilmente, pero ahora ha empezado a levantarse ante la posibilidad de que, motu proprio (“propio” diría nuestro admirado indigente intelectual) tome la decisión de aspirar, por tercera vez consecutiva a dirigir –es una chanza– nuestro depauperado país. Advertencia sobre esta artimaña marrullera de la sucesión: estamos ante una gran trola, una treta habilidosa destinada a surtir dos efectos: el primero, a distraer al personal del desastre de la gobernación zapatista (“hablemos de la sucesión, que eso divierte mucho”); el segundo, a encontrar dentro del PSOE al atrevido que ose gritar en público contra el jefe de la tribu. Son ardides tan antiguos que, en verdad, parece estúpido que los periodistas caigamos como cobayas infiltradas en ellos. Zapatero se va a presentar, entre otras cosas porque la cohorte de ganapanes que le rodea tiene pánico a ingresar en las oficinas de Corbacho, es decir en las del paro que en sólo diez días más, sumará, sin que el Gobierno pestañee por el horror, otros 70.000 desempleados. Previsión por cierto del incompetente ministro de Trabajo, al que el jueves descalificó clamorosamente el aún (¿por qué sigue?) secretario de Estado de Economía.
El Desayuno de la Oración
Quienes conocen de primera mano la entraña misma de la intervención que Zapatero hizo en su último Comité Ejecutivo, o como se llame, coinciden en el siguiente aserto: fue el discurso de un tipo que levita empujado por su propio gas, que se asemeja a aquellos predicadores viejísimos que presentaban el Cielo como una realidad tan intangible, tan inalcanzable, que desanimaban a los fieles siquiera a intentar ganarlo. Zapatero exhibió una foto de España que retrataba las excelencias y donaires de un paisaje que dejó boquiabiertos a sus cómplices. Uno de ellos (confesión ante una periodista) le dijo a un colega del grupo parlamentario: “Chico, sobramos; con él basta”. Y no es para menos: su trascendencia está saltando las fronteras y esto, como dice nuestro colaborador Julio Somoano en Telemadrid: “No para”. El día 4 de febrero, Zapatero, probablemente esta vez sin góticas hijas, volará a Washington, allí le espera nada menos que Obama. El laico y nada creyente ZP acude para una ocasión histórica que se repite, parece, de año en año: el Desayuno de la Oración. Allí que se va Zapatero a fundirse en rezos varios con líderes espirituales, catequistas y sermoneadores de todo el globo que compartirán en un hotel mesa y zumo de pomelo con gentes descreídas pero que tienen poder, por ejemplo, nuestro citado jefe de Gobierno.
¿Cómo colocar así a nuestro rector en el suelo de la durísima realidad española? Imposible. Los analistas más reputados del Universo, tipo los fachosos, para el PSOE, del Wall Street Journal no digieren la superioridad moral de nuestro líder y hacen risas sugiriendo burdamente que el único que tiene una auténtica solución para la crisis es el presidente español: “Se trata –rebuznan– de hacerla ilegal”. Estos analistas de la callecita pequeña de Nueva York ignoran que Zapatero, además, se va a convertir en estos cinco meses y medio de Presidencia europea en el propulsor del ingenio automovilístico que terminará definitivamente con la contaminación: el coche eléctrico. Como se lee, uno de los objetivos de nuestra Presidencia es precisamente éste: poner en circulación para siempre el automóvil a pilas. He aquí al Ford del Siglo XXI.
Tiene para todos
Y es que de verdad que no para. Tiene designios y encomiendas para todos; ideas 5que cambiarán el devenir del mundo. Fíjense en esta otra: va a proponer a sus veintiséis colegas de la Unión Europea que en las Naciones Unidas desaparezcan sus voces como por ensalmo, que exista una sola: precisamente la de la Unión. ¿Cómo se les quedará la cara al egoísta Brown, a la monjil Merkel, o al jacarandoso patriota (francés) Sarkozy? Seguro que no atienden al revolucionario proyecto zapatista. Y es que no están en la misma longitud de onda. Claramente no hay quien esté en su misma longitud de onda. Por eso, los infieles caminamos de sorpresa en sorpresa. Hace unos días, Zapatero hizo acopio de su más enfático propósito y anunció que, como jefe eventual de Europa, se disponía a articular “medidas, incentivos y sanciones” para los países que no se avengan a someterse a los dictados de la Unión en materia de déficit, para no ir más lejos. Tampoco los ingratos paganos de España y del extranjero le comprendimos.
Su vicepresidenta Salgado nos hizo la merced de aclarárnoslo: “Se refería el presidente a sanciones morales”. O sea, una extraordinaria propuesta: de ahora en adelante, si no pagamos los debidos impuestos, Hacienda deberá sancionarnos “moralmente”. Qué decir si el inefable Pere Navarro, el demonio de las autopistas, nos trinca a 130: multa moral al canto. Es un benefactor este Zapatero.
No nos merecemos a nuestro Ciudadano Ford. Por eso, en una actitud que no es nada chovinista sino extraordinariamente patriótica, su principal opositor, Mariano Rajoy, ha declarado que no le gusta nada que en Europa se metan con nuestro presidente. Hasta creo que no lo ha hecho con la boca pequeña, sino con el corazón ofendido. Zapatero puede estar seguro de que, por muchas incomprensiones que vengan de fuera, aquí, hasta los editorialistas más sesudos y el Partido Popular se llamarán a escándalo por los puyazos que le atizan desde fuera. Y ahora en serio, que tampoco escribiendo se captan totalmente las ironías: ¿quién ha dicho que sea nuestra obligación de españoles de bien defender a un político que nos está conduciendo a la ruina, que ha roto el país como una mandarina, que ha subvertido todos nuestros usuales valores, que persigue con saña a todo el que no está con él? Como chillaría un castizo: ¡vamos, anda!