Un clamor popular, secundado por los partidos que siempre se suben al carro de las causas gratuitas, exige al gobierno que se posicione en el barullo de El Aaiún. ¿Qué esperan que haga el gobierno?
—¡Con la de faena que tengo aquí! —exclamará Zapatero— Tenemos una crisis de la que salir; ¡como para preocuparme de los saharauis estoy yo!—Oiga, no sea frívolo, que lo de los saharauis no es una crisis; que es que los están matando.
—Pues por eso, cojones. Si ustedes mismos se quejan de que no sé resolver una crisis, ¿cómo voy a resolver un genocidio?
En realidad, no esperamos que España lo resuelva. De hecho, sería una contradicción que así lo pidieran los que luego van de historiadores recordándonos que de lo del Sáhara tenemos parte de culpa, por nuestro pasado colonialista y todo eso. No; lo que exigimos es que Zapatero salga y diga: «Condenamos lo del El Aaiún.» Pero en vez de eso, salió y dijo «lo lamentamos». «Lo condenamos» habría estado mucho mejor, hombre de Dios; nos habría dejado a todos con la conciencia supertranquila; y nos podríamos despreocupar del asunto y cambiar de cadena porque el presidente ya ha aclarado que, como país, esta violencia contra esos señores tan majos que montan en camello nos parece terrible. Pero con un «lo lamentamos» no nos basta.
El problema es que a ZP le pones en un brete si le haces llamar ahora a Mohamed de Marruecos, que ya bastante fría está su relación (se llaman para los cumpleaños y gracias), y le haces decirle que es un cabrón y que deje a los saharauis en paz. Claro, eso no ayuda a las relaciones diplomáticas. En realidad, este marrón se lo podría comer el Rey. Que hablen de rey a rey, y ya está. ¿No les parece una buena ocasión para que el Rey trabaje? Joder, es un asunto de diplomacia bien llevada; esto tendría que resolverlo Juáncar de un plumazo. Pero no, al Rey no se le exige nada. Se le exige a ZP, que total, con todo los marrones que tiene por arreglar, de uno más no viene.
Y ZP sigue dando largas; largas que ha abreviado oportunamente Vergara esta semana. Como Guillermo ha resumido en 6 viñetas la no muy envidiable historia del pueblo saharaui. Pero nosotros no descuidamos tampoco los problemas patrios. Por eso Igor nos enseña a vengarnos de la crisis jodiendo a los bancos; Bernal destapa el negocio del fútbol; Pedro Vera hace honores al finado Berlanga; y Morán y Ágreda, empeñados en explicar conceptos difíciles a sus madres, nos explican qué clase de tipo de cosa es una LAN party. Todo esto, lamentado y condenado, esta semana en El Jueves.
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