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Recuerdo aún,
en un futuro hipotético
yo no sé, quizás
en un millón de años,
lo que me dijiste
en esa parada de autobús:
"Me he venido abajo,
me he echado a llorar...
soy constante pero sensible"
(como la lluvia calma
en los lagos de las Azores
se posa cual colibrí)
Tú no sabías, quizás ya sí
que yo capto la belleza
de tus ojos de niña
saltando a la comba
en cada una de tus pestañas
y la entierro en sal rosa.
Fuiste un grito callado
en las manos de un padre
tus piernas, surco de látigo
en la espalda de Cristo
como nacen los juncos
entre esquinas de un río.
Y así te encontró el llanto
encalada a tus cabellos negros.
¡Tan pálida y hermosa
como la flor del almendro!
Ahora eres la verdad en la roca
el insomnio que escapa
al grito de Munch sin boca:
viento de noche y abril sin capa.
Sostiene un secreto tu voz
al que no le alcanza la música
de 'antes del frío y el mundo'
y te me alumbraste dentro.
Hilario Martínez Peñafiel
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© Fotografías: (****)D.R.
© Fuente: Hilario Martínez Peñafiel
© Idea, composición y maquetación de estrugo, para este blog. © Todos los derechos reservados 2.022
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