ha perdido fulgor. El mercado del atún rojo, que alcanzó su cumbre hace un lustro en la Región, hasta el extremo de multiplicar las granjas de engorde en las costas murcianas y convertir a éstas en una de las principales proveedoras mundiales de esta codiciada especie, está ahora de capa caída. Si en el año 2004 eran cinco las empresas implicadas en este sector y su producción anual ascendía hasta las 6.000 toneladas, las dos compañías que sobreviven en la actualidad apenas pusieron en el mercado el pasado año la tercera parte de aquella cantidad: unas 2.000 toneladas.
La explicación a este declive hay que buscarla, de un lado, en la crisis mundial, que está castigando con gran dureza a la economía japonesa. El mercado nipón ha dejado así de absorber prácticamente todo el atún rojo producido en las piscifactorías murcianas, como ocurría hace apenas un lustro, y ahora sólo el 60% de los aviones que despegan con las bodegas cargadas de estos espléndidos peces ponen su morro hacia el país del sol naciente.
La alternativa la han encontrado las compañías murcianas en el mercado europeo, cuya demanda crece con gran fuerza y ya asume cuatro de cada diez kilos de estos túnidos.
Por desgracia para los productores, tampoco los precios son los que fueron. Se han acabado los disparates. El kilo de atún rojo lo están vendiendo desde 12 a 25 euros, dependiendo de la calidad de la carne, y en Japón, que no hace tanto pagaba auténticas fortunas, se puede encontrar ya este producto a unos 3.000 ó 3.500 yenes (algo menos de 30 euros) por cada kilo.
Esta situación parece haber otorgado un balón de oxígeno a estos soberbios peces, los atunes rojos, cuya población había disminuido de forma muy drástica en el Atlántico Oriental y en el Mediterráneo debido a la sobrepesca. Ya en el 2006, la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (CICAA) advirtió de que si la pesca de esta especie continuaba al mismo ritmo, la desaparición de las poblaciones de atún rojo sería un hecho en muy pocos años. Por fortuna para estos peces, la situación parece haber cambiado drásticamente.
Además de la caída de la demanda del producto, los dirigentes políticos europeos parecen haber escuchado los gritos de alerta de la comunidad científica y han comenzado a reducir las cuotas de capturas permitidas. Así, si el año pasado se permitió a España capturar 5.678,5 toneladas, para este año el tope ha sido fijado en 4.116,5 toneladas. Un 23% menos.
Recuperar la libertad
Fruto de esa reducción de cuotas y del aumento de controles e inspecciones es la liberación de 160 ejemplares de atún rojo, con un peso total de unas 10 toneladas, que tuvo lugar ayer en las instalaciones de Caladeros del Mediterráneo en El Gorguel, en Cartagena. Es la primera vez que una piscifactoría devuelve la libertad a atunes rojos, después de haberlos engordado durante seis meses, al haberse demostrado que había sobrepasado la cuota de producción que tenía asignada.
Al acto de liberación -130 ejemplares fueron soltados en alta mar y 30 fueron cedidos al Instituto Español de Oceanografía (IEO) para un proyecto de investigación- asistieron, a bordo de patrulleras de la Guardia Civil y de los servicios de inspección autonómicos, el delegado del Gobierno, Rafael González Tovar; el director general de Recursos Pesqueros y Acuicultura, Fernando Curcio; el director general de Ganadería y Pesca de la Comunidad, Adolfo Falagán, y un representante de la empresa, David Martínez.
La suelta de los peces fue supervisada por un grupo de inspectores, con el fin de garantizar que los ejemplares no eran de nuevo capturados, de forma voluntaria o fortuita, por otras embarcaciones. La iniciativa, inédita y de gran valor simbólico, prueba a juicio de la Administración la voluntad de hacer cumplir las limitaciones fijadas a las capturas.
En esta tesitura, y con la crisis económica mundial como improvisada aliada, el futuro del atún rojo parece menos incierto que hace un par de años. El monarca de los mares seguirá surcando las aguas.