El líder del PP se beneficia de los vaivenes de un presidente del Gobierno que peca de optimismo y muestra sus cartas. Lo último en pedradas internas ha alcanzado de lleno al vicepresidente.
Cospedal "la roja": ahora la izquierda la critica por
utilizar un pañuelo de moda entre los jóvenes.
El giro de 180 grados protagonizado en materia económica por Zapatero va a mejorar la facturación electoral de Rajoy. En una estrategia milimétricamente diseñada, el PP está captando la atención de las clases medias, pero también las de los trabajadores. En su abogada defensora se ha erigido oportunamente la secretaria general, María Dolores de Cospedal. Así pues, es indiscutible la búsqueda legítima, transparente y abierta de una alta rentabilidad con los pasos de un Gobierno que se dice socialista.
Rajoy tiene razones para mostrarse eufórico ante los suyos. El centro se le queda corto al Partido Popular y peleará por aglutinar una mayoría suficiente para alcanzar La Moncloa en 2012, incluso robándole el lenguaje al PSOE. Cospedal adelantó el 6 de junio el paso: "Si no hay sindicatos que sepan defender a los trabajadores, que éstos estén tranquilos, que aquí está el PP para defenderlos". No fue ni mucho menos una frase aislada como ha demostrado día tras día ante el demoledor ajuste social propugnado por Zapatero. Es lo que tienen las inesperadas vueltas de la madeja política.
Sin pretenderlo, el jefe del Ejecutivo le ha regalado al principal partido de la Oposición la llave de su discurso socialdemócrata. "Si Pablo Iglesias levantara la cabeza", reconocen veteranos socialistas.
El cuento de la lechera
En plena ola de antipatía hacia su figura, José Luis Rodríguez Zapatero no se rinde. Pese a la profunda desconfianza hacia sus recetas y la imparable pérdida de credibilidad, el presidente del Gobierno se aferraría a un triunfo de CiU en las elecciones catalanas del próximo otoño como salvavidas. La liebre corre por los mentideros. De entrada, Zapatero yerra al filtrar al diario El País unos planes que no dependen de él. Al menos, no en exclusiva. Si aún así se arriesga a anunciarlos solamente puede ser porque lo tiene acordado o porque, como en el cuento de la lechera, vuelve a pecar de optimismo.
Las dos conjeturas son malas para Zapatero. La primera confirmaría que da por muerto -políticamente hablando- a José Montilla. Y la segunda, que está siendo presa de la ansiedad ante su soledad en el Congreso. El presidente ha perdido todos y cada uno de sus apoyos, acumula más de una veintena de derrotas en Pleno y ha conseguido en un tiempo récord la desafección de todo el arco parlamentario. El deseo de José Luis Rodríguez Zapatero es contar con los 10 escaños de CiU en la Cámara Baja y reforzar así su poder con un aliado estable y previsible que no le exponga a ningún sobresalto.
Sin embargo, para que dicho desenlace sea verosímil necesita descontar otro factor más. Esto es, que Artur Mas no se junte con Alicia Sánchez Camacho para asegurarse una mayoría absoluta y desalojar democráticamente a José Montilla y su averiado tripartito. Ese elemento invita a revisar los cálculos previos de la cabeza de Zapatero.
Mosqueo de Manuel Chaves
Sólo es un runrún pero conviene estar atentos a la pantalla. En el entorno de Manuel Chaves estaría ardiendo el fuego provocado por no haber contado con quien además de vicepresidente tercero es, sobre todo, el presidente del PSOE en la conmemoración del centenario de la llegada de Pablo Iglesias al Congreso. El acto para glosar al fundador del Partido Socialista y UGT contó con voces históricas, como Felipe González, José Bono, Gregorio Peces Barba o Alfonso Guerra. Pero no hubo lugar para Chaves.
Un tipo en la rodada cuesta abajo como Manuel Chaves debió de agarrarse un enfado de no te menees con sus "compañeros", hasta el punto de provocar un cambio tan concreto en el programa previsto como que el vicesecretario general, José Blanco, y la secretaria de Organización, Leire Pajín, se cayeron del cartel de intervinientes. El episodio, por encima de todo, ilustra a mi modesto entender el ninguneo de la actual cúpula socialista a quien en otros tiempos fuera todopoderoso barón andaluz. Y se comporta como tal, es decir, sin contar con él, a la espera de acontecimientos.
Por ejemplo, esperando a que Zapatero le esconda definitivamente con más pena que gloria en el Consejo de Estado o en alguna embajada de relumbrón. Ya se habla de Turquía como un posible destino. Así funcionan las cosas con nuestro presidente del Gobierno. Mal que le pese a Chaves lo han pateado entre unos y otros.
Rajoy tiene razones para mostrarse eufórico ante los suyos. El centro se le queda corto al Partido Popular y peleará por aglutinar una mayoría suficiente para alcanzar La Moncloa en 2012, incluso robándole el lenguaje al PSOE. Cospedal adelantó el 6 de junio el paso: "Si no hay sindicatos que sepan defender a los trabajadores, que éstos estén tranquilos, que aquí está el PP para defenderlos". No fue ni mucho menos una frase aislada como ha demostrado día tras día ante el demoledor ajuste social propugnado por Zapatero. Es lo que tienen las inesperadas vueltas de la madeja política.
Sin pretenderlo, el jefe del Ejecutivo le ha regalado al principal partido de la Oposición la llave de su discurso socialdemócrata. "Si Pablo Iglesias levantara la cabeza", reconocen veteranos socialistas.
El cuento de la lechera
En plena ola de antipatía hacia su figura, José Luis Rodríguez Zapatero no se rinde. Pese a la profunda desconfianza hacia sus recetas y la imparable pérdida de credibilidad, el presidente del Gobierno se aferraría a un triunfo de CiU en las elecciones catalanas del próximo otoño como salvavidas. La liebre corre por los mentideros. De entrada, Zapatero yerra al filtrar al diario El País unos planes que no dependen de él. Al menos, no en exclusiva. Si aún así se arriesga a anunciarlos solamente puede ser porque lo tiene acordado o porque, como en el cuento de la lechera, vuelve a pecar de optimismo.
Las dos conjeturas son malas para Zapatero. La primera confirmaría que da por muerto -políticamente hablando- a José Montilla. Y la segunda, que está siendo presa de la ansiedad ante su soledad en el Congreso. El presidente ha perdido todos y cada uno de sus apoyos, acumula más de una veintena de derrotas en Pleno y ha conseguido en un tiempo récord la desafección de todo el arco parlamentario. El deseo de José Luis Rodríguez Zapatero es contar con los 10 escaños de CiU en la Cámara Baja y reforzar así su poder con un aliado estable y previsible que no le exponga a ningún sobresalto.
Sin embargo, para que dicho desenlace sea verosímil necesita descontar otro factor más. Esto es, que Artur Mas no se junte con Alicia Sánchez Camacho para asegurarse una mayoría absoluta y desalojar democráticamente a José Montilla y su averiado tripartito. Ese elemento invita a revisar los cálculos previos de la cabeza de Zapatero.
Mosqueo de Manuel Chaves
Sólo es un runrún pero conviene estar atentos a la pantalla. En el entorno de Manuel Chaves estaría ardiendo el fuego provocado por no haber contado con quien además de vicepresidente tercero es, sobre todo, el presidente del PSOE en la conmemoración del centenario de la llegada de Pablo Iglesias al Congreso. El acto para glosar al fundador del Partido Socialista y UGT contó con voces históricas, como Felipe González, José Bono, Gregorio Peces Barba o Alfonso Guerra. Pero no hubo lugar para Chaves.
Un tipo en la rodada cuesta abajo como Manuel Chaves debió de agarrarse un enfado de no te menees con sus "compañeros", hasta el punto de provocar un cambio tan concreto en el programa previsto como que el vicesecretario general, José Blanco, y la secretaria de Organización, Leire Pajín, se cayeron del cartel de intervinientes. El episodio, por encima de todo, ilustra a mi modesto entender el ninguneo de la actual cúpula socialista a quien en otros tiempos fuera todopoderoso barón andaluz. Y se comporta como tal, es decir, sin contar con él, a la espera de acontecimientos.
Por ejemplo, esperando a que Zapatero le esconda definitivamente con más pena que gloria en el Consejo de Estado o en alguna embajada de relumbrón. Ya se habla de Turquía como un posible destino. Así funcionan las cosas con nuestro presidente del Gobierno. Mal que le pese a Chaves lo han pateado entre unos y otros.
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