ISABEL SAN SEBASTIÁN
CON TODOS los respetos debidos a su cargo al frente del Gobierno de España, por más que su forma de ejercerlo resulte patética, respondo a su exigencia de silencio en el caso Alakrana con un rotundo, firme y sonoro NO. Una negativa que a continuación paso a argumentarle.
Miente usted, o manifiesta una soberbia suicida, cuando afirma que «el Gobierno desde el primer día sabe lo que tiene que hacer y lo está haciendo». ¿Tenía alguna idea de las consecuencias que para los marineros secuestrados iba a tener la detención y posterior envío a Madrid de los dos piratas apresados por nuestra Armada? No. ¿Se tomó la molestia de consultar a un experto en este tipo de asuntos antes de ordenar a la Abogacía del Estado que denunciase el secuestro ante la Audiencia Nacional, a las 2.20 horas de la madrugada del pasado 4 de octubre, para así dar cobertura legal a esa operación? No. ¿Había trazado un plan sobre el camino penal que iban a seguir esos delincuentes en nuestro país? No. Ni entonces ni ahora midió el alcance de sus actos. Como hace usted siempre, improvisó sobre la marcha.
Carece por tanto de legitimidad para exigir a los medios de comunicación, y más aún a las familias de los secuestrados, que «extremen la prudencia en las informaciones y las valoraciones» o que muestren una actitud «responsable y discreta». ¿Lo han hecho los miembros de su Gabinete? ¿Ha sido prudente la Fiscalía General del Estado, que depende de usted, a la hora de respaldar una querella contra esos dos bucaneros convertidos en el principal escollo para la liberación del atunero? ¿Es prudente ahora plantear chanchullos que atentan directamente contra cualquier garantía legal, como negociar su entrega a ese Estado fallido que es Somalia? ¿Fue responsable en su día la actuación de su ministra de Defensa, suponemos que instruida por usted, al dejar marchar libres como el viento a los asaltantes del Playa de Bakio, después de pagar el rescate correspondiente? ¿No habría sido más pertinente, más digno y más seguro, a efectos de evitar crear peligrosos precedentes, perseguir a esos malhechores hasta acabar con ellos, como hizo Francia?
No está usted en posición de exigir nada, señor presidente. Si acaso de reconocer sus errores, pedir humildemente perdón y rogar que le ayudemos. Tal vez convenza con sus amenazas a una oposición debilitada, pero no a unos periodistas conscientes de su derecho y su deber de informar y opinar en libertad. Una libertad desde la cual le digo: cállese usted, señor Zapatero; no nos mande callar.
CON TODOS los respetos debidos a su cargo al frente del Gobierno de España, por más que su forma de ejercerlo resulte patética, respondo a su exigencia de silencio en el caso Alakrana con un rotundo, firme y sonoro NO. Una negativa que a continuación paso a argumentarle.
Miente usted, o manifiesta una soberbia suicida, cuando afirma que «el Gobierno desde el primer día sabe lo que tiene que hacer y lo está haciendo». ¿Tenía alguna idea de las consecuencias que para los marineros secuestrados iba a tener la detención y posterior envío a Madrid de los dos piratas apresados por nuestra Armada? No. ¿Se tomó la molestia de consultar a un experto en este tipo de asuntos antes de ordenar a la Abogacía del Estado que denunciase el secuestro ante la Audiencia Nacional, a las 2.20 horas de la madrugada del pasado 4 de octubre, para así dar cobertura legal a esa operación? No. ¿Había trazado un plan sobre el camino penal que iban a seguir esos delincuentes en nuestro país? No. Ni entonces ni ahora midió el alcance de sus actos. Como hace usted siempre, improvisó sobre la marcha.
Carece por tanto de legitimidad para exigir a los medios de comunicación, y más aún a las familias de los secuestrados, que «extremen la prudencia en las informaciones y las valoraciones» o que muestren una actitud «responsable y discreta». ¿Lo han hecho los miembros de su Gabinete? ¿Ha sido prudente la Fiscalía General del Estado, que depende de usted, a la hora de respaldar una querella contra esos dos bucaneros convertidos en el principal escollo para la liberación del atunero? ¿Es prudente ahora plantear chanchullos que atentan directamente contra cualquier garantía legal, como negociar su entrega a ese Estado fallido que es Somalia? ¿Fue responsable en su día la actuación de su ministra de Defensa, suponemos que instruida por usted, al dejar marchar libres como el viento a los asaltantes del Playa de Bakio, después de pagar el rescate correspondiente? ¿No habría sido más pertinente, más digno y más seguro, a efectos de evitar crear peligrosos precedentes, perseguir a esos malhechores hasta acabar con ellos, como hizo Francia?
No está usted en posición de exigir nada, señor presidente. Si acaso de reconocer sus errores, pedir humildemente perdón y rogar que le ayudemos. Tal vez convenza con sus amenazas a una oposición debilitada, pero no a unos periodistas conscientes de su derecho y su deber de informar y opinar en libertad. Una libertad desde la cual le digo: cállese usted, señor Zapatero; no nos mande callar.
Madrid, 12/11/2009
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