Los partidos políticos son los receptores de los votos de la sociedad. En ellos hay personas decentes y sinvergüenzas. Ninguno puede presumir de limpieza. Hasta el exótico alcalde de Marinaleda se pringó, años atrás, ocultando una fuente de ingresos personales. Allá ellos si actúan o no contra los políticos que incumplen con la honestidad.
Todo se paga si antes se ha cobrado. Pero mi indignación se reúne en torno a esos personajes de tercera fila que se enriquecen corrompiendo a los demás. A ellos, nadie los vota, pero sacan tajada de los votos ajenos. Los que pudren a socialistas y populares. Los últimos, además, unos cursis. Ese Correa de los barcos y la gomina estudiada para que la melenilla del cuello se levante desordenada. Ese «Bigotes», que es la definición de la cursilería, organizador de eventos y verdugo de la confianza en los políticos. A Correa tengo el gusto de no conocerle. el «Bigotes» es un abrazador profesional. Cuidado con los abrazadores profesionales, que al separarse del cuerpo del abrazado se han llevado no sólo la cartera, sino la inocencia de sus víctimas. ¿Cómo puede haber políticos tan cretinos? A Correa y al «Bigotes» se les ve de lejos. «Lo malo de los toros no son los pitones, sino sus intenciones», me dijo Curro Romero.
A estos tipos, las intenciones se les adivinan no ya en la lejanía, sino hasta en sus fotos. Y si no engañan a nadie, ¿cómo pueden hacerlo a personas que presumiblemente están preparadas y gozan de una experiencia envidiable? ¿Quiénes son Correa y el «Bigotes» para poner en peligro la honrada decisión de la ciudadanía? ¿Quiénes son los que se enriquecieron con Filesa?
¿Quiénes los que ahora, Mercasevilla o Gürtel, ensombrecen la confianza en las personas democráticamente elegidas? Los que padecen al final las turbias maniobras de estos arribistas innecesarios son los votantes, que se ponen a olisquear los vientos que señala la brújula, y vengan de donde vengan, huelen a podrido.
Otra cosa es que la Fiscalía se afane con entusiasmo en la búsqueda de las cloacas del Partido Popular, y cierre los ojos cuando es el PSOE el que desprende tufos insoportables. Y los nacionalismos. El día que se levanten –que nadie se atreverá a hacerlo–, las alfombras de los despachos de Cataluña y las Vascongadas, y se adviertan los súbitos y culminantes enriquecimientos personales de presumibles servidores de los ciudadanos, vamos a vernos obligados a pasear por las calles con una dolorosa pinza clausurando nuestras narices. Y en torno a ellos, los corruptores, los comisionistas, los elegidos por el dedo a cambio de una recompensa, los que engañan a otros sinvergüenzas de menor cuantía y tejen el velo de la corrupción allá por donde van. Si el Sistema no se toma en serio la desfachatez, el Sistema se desmoronará, tarde o temprano.
No siempre resistir es el primer paso para vencer. En ocasiones, empecinarse equivale a estropear aún más lo que atufa. Y una buena parte de la culpa la tienen estos granujas que se hacen ricos carcomiendo la decencia de quienes elegimos en las urnas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario