JOSEBA ELOLA 29/03/2009
Tenía Arantza Quiroga 24 años, y ya llevaba tres como concejal en Irún, cuando fue convocada a unas jornadas en Madrid que conmemoraban las primeras elecciones democráticas. Cuando llegó al Círculo de Bellas Artes se encontraba allí toda la plana mayor del PP. Estaban Aznar, Fraga y varios ex ministros de la UCD de los cuales ella no conocía ni el nombre. Le escribieron un discurso con terminologías que no estaba acostumbrada a utilizar, así que tuvo que efectuar algunos cambios en aquel guión. Tras leer su intervención ante un atento auditorio, todo el mundo se acercó a felicitarla. Aznar pregunto a uno de sus colaboradores: "Oye, ¿y esta guipuzcoana?". Y entonces, José Eugenio Azpiroz, el hombre que la introdujo en la política, hoy diputado en el Congreso, se acercó a ella y le dijo: "El jefe se ha fijado en ti. Arantza, tienes futuro". La cúpula popular acababa de descubrir a la joven concejal guipuzcoana. Se convirtió en "el ojito derecho de Aznar", dice Antonio Basagoiti, presidente del PP en el País Vasco.
Han pasado once años desde aquel episodio y, a sus 35 años, Arantza es la número 3 de su partido en Euskadi e inicia ahora una nueva etapa en el Parlamento Vasco. "Está muy lejos de haber tocado techo", dice Leopoldo Barreda, el portavoz del grupo parlamentario en la Cámara vasca. "Le gusta la política, no se va a cansar. Le han puesto algunas zancadillas y las ha superado. Tiene mucho potencial".
Arantza es una mujer en permanente sonrojo. Los que la rodean hablan de su timidez y no hay más que sentarse a comer con ella para ver que se pone roja cada dos por tres. En su conversación, desliza el término "la pera" con profusión. Cuando algo es importante, es "la pera". Eso sí, su timidez la flanquea con unas firmísimas convicciones. "Soy del ala conservadora del PP y me encuentro cómoda en el partido. Si algún día me sintiera incómoda, espero tener la lucidez de irme sin hacer daño al partido".
Su padre, vallisoletano, llegó a Irún con 14 años; trabajaba en carpintería metálica. Su madre sí es euskaldún y en su infancia en aquel caserío de Andoain su abuela Maria Luisa siempre le hablaba a ella y a sus primos en euskera. Por eso ella entiende el idioma, aunque lo habla poco.
La primera vez que tuvo que ir a votar, su madre le entregó una papeleta del PNV y la joven Arantza dijo no. Ella quería votar al PP. "A mí lo de España me gustaba", recuerda. Había visto películas norteamericanas con grandes convenciones de demócratas y republicanos, ya sabía a qué quería dedicarse. "Tengo vocación de servicio, tenía que hacer algo".
Se afilió a las Nuevas Generaciones del PP y fue entonces cuando, en 1995, le plantearon, a sus 21 años, que se presentara a las municipales en Irún. José Eugenio Azpiroz, el hombre que le hizo la propuesta, recuerda que en aquellos días, humanamente, era difícil reclutar candidatos: "Sabes que hay una situación de riesgo. Pero los jóvenes son más generosos. Ella fue valiente y dio el paso", recuerda.
Al poco de entrar en política, en diciembre de 1997, un acontecimiento sellaba su compromiso político: el concejal popular de Rentaría, José Luis Caso caía asesinado a escasas manzanas de la casa de Arantza. Había estado con él dos horas antes. "Me entró tal pánico que me metí en la cama con mi madre. Fue una sacudida brutal, la sacudida del 'podrías haber sido tú". A la mañana siguiente, sus padres le dijeron que le daban todo lo que necesitara para que se pudiera ir al extranjero, para dejar atrás el mundo en el que se adentraba. Pero ella dijo que quería seguir. "Allí nació el compromiso real".
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