El Frente Popular, que había lanzado el 30 de mayo una ofensiva en La Granja contra Segovia para frenar el avance sobre Bilbao, lanzó otro ataque, mejor preparado y más poderoso, en Brunete el 6 de julio; en esta ocasión sí se detuvo el avance hacia Santander de los nacionales.
La batalla de Brunete duró hasta el 25 de julio. El PNV aprovechó esas semanas para redoblar las negociaciones con los italianos, por un lado, y para oponerse al traslado de sus batallones a Asturias, por otro.
Aguirre dejó Santander por unas horas para proponerle a Azaña un proyecto alucinante: trasladar a miles de ‘gudaris’ a través de Francia como falsos heridos y luego situarlos en el frente de Huesca para que atacasen Navarra. ¿Por qué no resistir en Santander, se preguntaba Azaña?
Los rumores entre los ‘gudaris’ eran que el PNV ya había llegado a un acuerdo con los italianos y que les esperarían barcos fletados por el partido para sacar de España a los que podían temer represalias
El 14 de agosto comenzó el avance hacia Santander. Los nacionalistas vascos se pusieron histéricos: o sus aliados de izquierdas les trasladaban a punta de bayoneta a Asturias o los nacionales les arrollaban.
La madrugada del 17 al 18 de agosto los ‘abertzales’ y los italianos se reunieron en Biarritz y los últimos les plantearon a los primeros un ultimátum.
Los rumores entre los ‘gudaris’ eran que los mandamases del PNV ya habían llegado a un acuerdo con los italianos y que en la costa les esperarían barcos fletados por el partido para sacar de España a los que podían temer represalias.
La noche del 21 al 22 de agosto tres batallones (Munguía, Padura y Sabino Arana), en el valle del Saja, abandonaron sus posiciones y a sus camaradas republicanos, y huyeron hacia Santoña.
|
El general Franco en el estadio de San Mamés en 1939. |
Por la tarde del 22, el mando militar ‘abertzale’ dio orden a sus tropas de incumplir las órdenes del general Mariano Gamir Ulibarri de trasladarse a Asturias. Y la mañana del 23 los gudaris se apoderaron de Santoña, mediante una argucia: hicieron sonar las sirenas de ataque aéreo. También ocuparon Laredo.
Siguió el caos: los barcos no llegaban, nuevos batallones se unían a los desertores, los italianos exigían la rendición y la entrega de las armas y los nacionales se frotaban las manos…
Con las líneas rotas en el sur y el oriente de la provincia, el 26 los nacionales entraron en Santander sin disparar un tiro. El mismo día, Ajuriaguerra fue a Bilbao, en la retaguardia enemiga, en un coche con insignias fascistas, para reunirse con el general Mario Roatta, jefe de las tropas italianas.
La mediación de Mussolini
La tarde del 26 arribaron dos barcos en el puerto y el 27 por la mañana comenzó el embarque. Pero un oficial español, con un piquete armado, obligó a descender a los que ya estaban a bordo.
Las unidades italianas debían proseguir hacia Santander. Y Roatta y Ajuriaguerra acordaron que los ‘gudaris’ se encerraran en el penal del Dueso, entonces vacío, y en otros edificios, protegidos por los italianos, donde esperarían que la mediación de Mussolini convenciera a Franco de que les dejase marchar.
Pero Franco dijo que todo el palique de esos meses no le comprometía a nada.
Si Largo Caballero mantuvo a Manuel de Irujo como ministro en su Gobierno fue porque era una excelente propaganda ante el extranjero: “Con la República también hay católicos”
Gracias a la traición de Santoña, los nacionales capturaron unos 30.000 soldados enemigos, y no sólo ‘gudaris’ (algo más de 10.000), sino también socialistas y comunistas. Muchos de los gudaris se alistaron luego con los requetés carlistas y prosiguieron a guerra en el bando franquista.
A los dos meses de haberse retirado de Bilbao, el PNV le hizo otro regalo a Franco: la rendición de sus tropas, el desmoronamiento del frente y la conquista de Santander.
|
Mapa del Frente del norte durante la Guerra Civil española |
Ajuriaguerra quedó como prisionero. Sus camaradas del PNV y Aguirre se dedicaron en los meses siguientes a camuflar su traición ante el Frente Popular. Y si Largo Caballero mantuvo a Manuel de Irujo como ministro en su Gobierno fue porque era una excelente propaganda ante el extranjero: “Con la República también hay católicos”.
La campaña de mentira alcanzó a Onaindía, al que el PNV le prohibió publicar nada incluso en los años 60. Por fortuna el sacerdote desobedeció y editó su libro en 1983.
Lo asombroso es que haya gente de izquierdas que todavía considere que el PNV, el partido más cavernícola, racista y traidor de España, fue y es un aliado.