Cita con la historia - 148 - La traición del PNV en Santoña
La “traición” de Santoña
Si el PNV hubiera sido una especie de espía de Franco dentro del bando republicano, difícilmente lo habría hecho mejor: en el verano de 1937, hace 80 años, entregó intacta la industria de Bilbao y hundió el frente de Santander.
26/08/2017El presidente de la II República, Manuel Azaña, el general Francisco Franco y el lehendakari José Antonio Aguirre
En una película sobre la guerra civil, el personaje del político nacionalista vasco del PNV lo podría interpretar el Steve Buscemi del ‘Gran Lebowski’ o el Peter Lorre de ‘Casablanca’: un tipo al que los demás tratan como a un trapo hasta que se cansan de él o le mata un infarto.
En cuanto estalló la guerra, el PNV dio ejemplo de eso que se llamó ‘lealtad geográfica’. Las organizaciones del PNV en Álava y Navarra se declararon a favor del general Emilio Mola, mientras que las de Guipúzcoa y Vizcaya se pronunciaron a favor de ‘la legalidad’.
En los meses anteriores, el PNV se había negado a integrarse en la candidatura contrarrevolucionaria de las derechas para las elecciones de febrero; se había sumado a la comisión de actas, que había despojado a los partidos de derechas de más de 20 escaños; y votó a favor de la investidura de Manuel Azaña como presidente de la República.
Durante el verano y el otoño de 1936, el PNV estuvo negociando con los dos bandos y se fue al final con el Frente Popular, porque éste le ofreció aprobar el estatuto de autonomía. Así que en octubre, se eligió ‘lendakari’ a José Antonio Aguirre y el PNV pudo montar su estadito.
Sin embargo, los trompazos le cayeron pronto. Las tropas nacionales redujeron el reino del PNV a Vizcaya. Además, sus aliados de izquierdas se dedicaron a matar presos en las cárceles y buques-prisión y saquear caseríos. Eso sí, al menos la Bolsa de Bilbao siguió abierta.
En pie, firme y decidido a triunfar
En diciembre de 1936, Mola ya recibió los primeros ofrecimientos de conversaciones del PNV.
El PNV, dirigido por Juan de Ajuriaguerra, negociaba con los fascistas italianos, sobre todo el cónsul en San Sebastián, Francesco Cavalletti, y con el Vaticano, para lo que usaba, entre otros, a un sacerdote: Alberto Onaindía.
El 31 de marzo de 1937, Mola reanudó la ofensiva sobre Vizcaya, que comenzó con un feroz bombardeo sobre Durango, realizado por la aviación italiana. Unas semanas después, se produjo el de Guernica, en el que participaron también los italianos.
Las tropas navarras de Franco entraron en Bilbao y El PNV les entregó intacta la gran industria, a pesar de las órdenes del Gobierno del Frente Popular de inutilizarla.
Sin embargo, los peneuvistas no rompieron sus contactos con los italianos. A través de éstos, el propio Franco les transmitió a los ‘abertzales’ unas condiciones si colaboraban en la toma de Bilbao. Mientras, Aguirre había afirmado por la radio: “Aquí está el pueblo vasco en pie, firme y decidido a triunfar”.
Con tanta gente metida en las negociaciones, el Gobierno de Largo Caballero, en Valencia, también se enteró. El PNV trataba de engañar a todos y nadie se fiaba de él.
El 19 de junio, las tropas navarras de Franco entraron en Bilbao. El PNV ya había entregado intacta la gran industria de Bilbao y su comarca a los nacionales, a pesar de las órdenes del Gobierno del Frente Popular de inutilizarla para que no produjese municiones ni armas para el ejército de Franco. También impidió que los anarquistas destruyesen fábricas y edificios.
Al PNV se le acaba el territorio y también lo que podía ofrecer a cambio de la clemencia del vencedor.
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