Buscar en este blog

Números De Teléfonos de Emergencias

Mostrando entradas con la etiqueta poesías. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta poesías. Mostrar todas las entradas

lunes, 2 de abril de 2018

Ojos Verdes


Yo creo que he visto unos ojos como los que he pintado en esta leyenda. No sé si en sueños, pero yo los he visto. De seguro no los podré describir tales cuales ellos eran, luminosos, transparentes, como las gotas de la lluvia que se resbalan sobre las hojas de los árboles después de una tempestad de verano. De todos modos, cuento con la imaginación de mis lectores para hacerme comprender en este que pudiéramos llamar boceto de un cuadro que pintaré algún día.



-Herido va el ciervo..., herido va; no hay duda. Se ve el rastro de la sangre entre las zarzas del monte, y al saltar uno de esos lentiscos han flaqueado sus piernas... Nuestro joven señor comienza por donde otros acaban... En cuarenta años de montero no he visto mejor golpe... Pero, ¡por San Saturio, patrón de Soria!, cortadle el paso por esas carrascas, azuzad los perros, soplad en esas trompas hasta echar los hígados y hundidles a los corceles una cuarta de hierro en los ijares; ¿no veis que se dirige hacia la fuente de los Álamos, y si la salva antes de morir podemos darle por perdido?
Las cuencas del Moncayo repitieron de eco en eco el bramido de las trompas, el latir de la jauría desencadenada, y las voces de los pajes resonaron con nueva furia, y el confuso tropel de hombres, caballos y perros se dirigió al punto que Íñigo, el montero mayor de los marqueses de Almenar, señalara como el más a propósito para cortarle el paso a la res.
Pero todo fue inútil. Cuando el más ágil de los lebreles llegó a las carrascas jadeante y cubiertas las fauces de espuma, ya el ciervo, rápido como una saeta, las había salvado de un solo brinco, perdiéndose entre los matorrales de una trocha que conducía a la fuente.
-¡Alto!... ¡Alto todo el mundo! -gritó Íñigo entonces-. Estaba de Dios que había de marcharse.
Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles, refunfuñando, dejaron la pista a la voz de los cazadores.
En aquel momento se reunía a la comitiva el héroe de la fiesta, Fernando de Argensola, el primogénito de Almenar.
-¿Qué haces? -exclamó, dirigiéndose a su montero, y en tanto, ya se pintaba el asombro en sus facciones, ya ardía la cólera en sus ojos-. ¿Qué haces, imbécil? ¡Es que la pieza está herida, que es la primera que cae por mi mano, y abandonas el rastro y la dejas perder para que vaya a morir en el fondo del bosque! ¿Crees acaso que he venido a matar ciervos para festines de lobos?
-Señor -murmuró Íñigo entre dientes-, es imposible pasar de este punto.
-¡Imposible! ¿Y por qué?
-Porque esa trocha -prosiguió el montero- conduce a la fuente de los Álamos; la fuente de los Álamos, en cuyas aguas habita un espíritu del mal. El que osa enturbiar su corriente paga caro su atrevimiento. Ya la res habrá salvado sus márgenes; ¿cómo la salvaréis vos sin atraer sobre vuestra cabeza alguna calamidad horrible? Los cazadores somos reyes del Moncayo, pero reyes que pagan un tributo. Pieza que se refugia en esa fuente misteriosa, pieza perdida.
-¡Pieza perdida! Primero perderé yo el señorío de mis padres, y primero perderé el ánima en manos de Satanás que permitir que se me escape ese ciervo, el único que ha herido mi venablo, la primicia de mis excursiones de cazador... ¿Lo ves?... ¿Lo ves?... Aún se distingue a intervalos desde aquí..., las piernas le fallan, su carrera se acorta; déjame..., déjame...; suelta esa brida o te revuelco en el polvo... ¿Quién sabe si no le daré lugar para que llegue a la fuente? Y si llegase, al diablo ella, su limpidez y sus habitadores. ¡Sus! ¡Relámpago! ¡Sus, caballo mío! Si lo alcanzas, mando engarzar los diamantes de mi joyel en tu serreta de oro.
Caballo y jinete partieron como un huracán.
Íñigo los siguió con la vista hasta que se perdieron en la maleza; después volvió los ojos en derredor suyo; todos, como él, permanecieron inmóviles y consternados.
El montero exclamó al fin:
-Señores, vosotros lo habéis visto, me he expuesto a morir entre los pies de su caballo por detenerle. Yo he cumplido con mi deber. Con el diablo no sirven valentías. Hasta aquí llega el montero con su ballesta; de aquí adelante, que pruebe a pasar el capellán con su hisopo.


-Tenéis la color quebrada; andáis mustio y sombrío; ¿qué os sucede? Desde el día, que yo siempre tendré por funesto, en que llegasteis a la fuente de los Álamos en pos de la res herida, diríase que una mala bruja os ha encanijado con sus hechizos.
Ya no vais a los montes precedido de la ruidosa jauría, ni el clamor de vuestras trompas despierta sus ecos. Solo con esas cavilaciones que os persiguen, todas las mañanas tomáis la ballesta para enderezaros en la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche oscurece y volvéis pálido y fatigado al castillo en balde busco en la bandolera los despojos de la caza. ¿Qué os ocupa tan largas horas lejos de los que más os quieren?
Mientras Íñigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente astillas de su escaño de ébano con el cuchillo de monte.
Después de un largo silencio, que sólo interrumpía el chirrido de la hoja al resbalarse sobre la pulimentada madera, el joven exclamó dirigiéndose a su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de sus palabras:
-Íñigo, tú que eres viejo; tú que conoces todas las guaridas del Moncayo, que has vivido en sus faldas persiguiendo a las fieras y en tus errantes excursiones de cazador subiste más de una vez a su cumbre, dime: ¿has encontrado por acaso una mujer que vive entre sus rocas?
-¡Una mujer! -exclamó el montero con asombro y mirándole de hito en hito.
-Sí -dijo el joven-; es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña... Creí poder guardar ese secreto eternamente, pero no es ya posible; rebosa en mi corazón y asoma a mi semblante. Voy, pues, a revelártelo... Tú me ayudarás a desvanecer el misterio que envuelve a esa criatura, que, al parecer, sólo para mí existe, pues nadie la conoce, ni la ha visto, ni puede darme razón de ella.
El montero, sin desplegar los labios, arrastró su banquillo hasta colocarse junto al escaño de su señor, del que no apartaba un punto los espantados ojos. Éste, después de coordinar sus ideas, prosiguió así:
-Desde el día en que, a pesar de tus funestas predicciones, llegué a la fuente de los Álamos y, atravesando sus aguas, recobré el ciervo que vuestra superstición hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo de la soledad.
Tú no conoces aquel sitio. Mira, la fuente brota escondida en el seno de una peña y cae resbalándose gota a gota por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna. Aquellas gotas, que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre los céspedes, y, susurrando, susurrando, con un ruido semejante al de las abejas que zumban en torno de las flores, se alejan por entre las arenas, y forman un cauce, y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre sí mismas, y saltan, y huyen, y corren, unas veces con risa, otras con suspiros, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre el peñasco a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa para estancarse en una balsa profunda, cuya inmóvil superficie apenas riza el viento de la tarde.
Todo es allí grande. La soledad con sus mil rumores desconocidos vive en aquellos lugares y embriaga el espíritu en su inefable melancolía. En las plateadas hojas de los álamos, en los huecos de las peñas, en las ondas del agua parecen que nos hablan los invisibles espíritus de la Naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espíritu del hombre.
Cuando, al despuntar la mañana, me veías tomar la ballesta y dirigirme al monte, no era nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas... no sé qué, ¡una locura! El día en que salté sobre ella con mi Relámpago creí haber visto brillar en su fondo una cosa extraña..., muy extraña...: los ojos de una mujer.
Tal vez sería un rayo de sol que serpeó fugitivo entre su espuma; tal vez una de esas flores que flotan entre las algas de su seno, y cuyos cálices parecen esmeraldas..., no sé; yo creí ver una mirada que se clavó en la mía; una mirada que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos.
En su busca fui un día y otro a aquel sitio.
Por último, una tarde..., yo me creí juguete de un sueño..., pero no, es verdad; la he hablado ya muchas veces, como te hablo a ti ahora..., una tarde encontré sentada en mi puesto, y vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer hermosa sobre toda ponderación. Sus cabellos eran como el oro; sus pestañas brillaban como hilos de luz, y entre las pestañas volteaban inquietas unas pupilas que yo había visto..., sí, porque los ojos de aquella mujer eran de un color imposible; unos ojos...
-¡Verdes! -exclamó Íñigo con un acento de profundo terror, e incorporándose de un salto en su asiento.
Fernando le miró a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba a decir, y le preguntó con una mezcla de ansiedad y de alegría:
-¿La conoces?
-¡Oh no! -dijo el montero-. ¡Líbreme Dios de conocerla! Pero mis padres, al prohibirme llegar hasta esos lugares, me dijeron mil veces que el espíritu, trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas, tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro, por lo que más améis en la tierra, a no volver a la fuente de los Álamos. Un día u otro os alcanzará su venganza, y expiaréis muriendo el delito de haber encenagado sus ondas.
-¡Por lo que más amo!- murmuró el joven con una triste sonrisa.
-Sí -prosiguió el anciano-: por vuestros padres, por vuestros deudos, por las lágrimas de la que el cielo destina para vuestra esposa, por las de un servidor que os ha visto nacer...
-¿Sabes tú lo que más amo en este mundo? ¿Sabes tú por qué daría yo el amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida, y todo el cariño que puedan atesorar todas las mujeres de la tierra? Por una mirada, por una sola mirada de esos ojos... ¡Cómo podré yo dejar de buscarlos!
Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lágrima que temblaba en los párpados de Iñigo se resbaló silenciosa por su mejilla, mientras exclamó con acento sombrío:
-¡Cúmplase la voluntad del cielo.
-¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu patria? ¿En dónde habitas? Yo vengo un día y otro en tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos lugares, ni a los servidores que conducen tu litera. Rompe de una vez el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda. Yo te amo, y, noble o villana, seré tuyo, tuyo siempre...
El sol había traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban a grandes pasos por su falda; la brisa gemía entre los álamos de la fuente, y la niebla, elevándose poco a poco de la superficie del lago, comenzaba a envolver las rocas de su margen.
Sobre una de estas rocas, sobre una que parecía próxima a desplomarse en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba, temblando, el primogénito de Almenar, de rodillas a los pies de su misteriosa amante, procuraba en vano arrancarle el secreto de su existencia.
Ella era hermosa, hermosa y pálida como una estatua de alabastro. Uno de sus rizos caía sobre sus hombros, deslizándose entre los pliegues del velo, como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestañas rubias brillaban sus pupilas, como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro.
Cuando el joven acabó de hablarle, sus labios se removieron como para pronunciar algunas palabras; pero sólo exhalaron un suspiro, un suspiro débil, doliente, como el de la ligera onda que empuja una brisa al morir entre los juncos.
-¡No me respondes! -exclamó Fernando al ver burlada su esperanza- ¿Querrás que dé crédito a lo que de ti me han dicho? ¡Oh! No... Háblame; yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer...
-O un demonio... ¿Y si lo fuese?
El joven vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus pupilas se dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquella mujer, y, fascinado por su brillo fosfórico, demente casi, exclamó en un arrebato de amor:
-Si lo fueses..., te amaría como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más allá de ella.
-Fernando -dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una música-, yo te amo más aún que tú me amas; yo que desciendo hasta un mortal, siendo un espíritu puro. No soy una mujer como las que existen en la tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demás hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas; incorpórea como ellas, fugaz y transparente, hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues. Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro; antes le premio con mi amor, como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo, como a un amante capaz de comprender mi cariño extraño y misterioso.
Mientras ella hablaba así, el joven, absorto en la contemplación de su fantástica hermosura, atraído como por una fuente desconocida, se aproximaba más y más al borde de la roca. La mujer de los ojos verdes prosiguió así:
-¿Ves, ves el límpido fondo de ese lago, ves esas plantas de largas y verdes hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos darán un lecho de esmeraldas y corales... y yo... te daré una felicidad sin nombre, esa felicidad que has soñado en tus horas de delirio, y que no puede ofrecerte nadie... Ven; la niebla del lago flota sobre nuestras frentes como un pabellón de lino...; las ondas nos llaman con sus voces incomprensibles; el viento empieza entre los álamos sus himnos de amor; ven..., ven...
La noche empezaba a extender sus sombras; la luna rielaba en la superficie del lago; la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y los ojos verdes brillaban en la oscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas infectas... Ven..., ven... Estas palabras zumbaban en los oídos de Fernando como un conjuro. Ven... Y la mujer misteriosa le llamaba al borde del abismo, donde estaba suspendida, y parecía ofrecerle un beso..., un beso...
Fernando dio un paso hacia ella... y otro... y otro... y sintió unos brazos delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensación fría en sus labios ardorosos, un beso de nieve...y vaciló... y perdió pie, y calló al agua con un rumor sordo y lúgubre.

Las aguas saltaron en chispas de luz y se cerraron sobre su cuerpo, y sus círculos de plata fueron ensanchándose, ensanchándose, ensanchándose sin fin... hasta expirar en las orillas.

Gustavo Adolfo Bécquer

jueves, 14 de septiembre de 2017

Los separatistas reciben el agradecimiento de un murciano afincado en Cádiz

on MIÉRCOLES, 13 DE SEPTIEMBRE DE 2017 • 



Cinco inmensas gracias por hacerlo todo tan evidente
Enrique García-Máiquez, murciano de nacimiento, vive en El puerto de Santa María, desde nos regala artículos, que publica el Diario de Cádiz, aforismos y poesías.Con motivo de la última Diada de la Marmota escribió un artículo titulado Cinco gracias que dice verdades como templos:
“Tenemos muchas cosas que agradecer a los nacionalistas catalanes, y hoy, que estarán de fiesta, tan contentos, es su día. Para empezar, agradezcámosles el espectáculo bochornoso que vienen dándonos. Antaño, el catalanismo traía un aire de superioridad (¡tan modernos, tan europeos, tan ricos, tan guais!) que apocaba a los más tontos, que son legión. Ahora, ya ni a ésos. Todos les hemos calado.
Además, han revitalizado nuestro amor por Cataluña. Nos ha pasado como con esos amigos que uno lleva un siglo sin ver por las distancias y las ocupaciones, pero que, al suceder una desgracia (todo esto de Cataluña es una desgracia), se retoma el trato y reviven los lazos y los recuerdos y el cariño reverdece, lo que es bonito, aunque sea por razones muy tristes.
En tercer lugar, ya nadie confundirá jamás a los catalanes con los catalanistas. La crisis ha dejado claro que es una sociedad partida en dos, como se escenificó en el parlamento suyo. Y más aún, que los catalanes no catalanistas tienen paciencia de santo y que resisten contra viento y marea presiones pesadisimas. No sólo existen esos catalanes no catalanistas, sino que son más, si los contamos, y resultan admirables y hay que apoyarlos.
Estos agradecimientos a los soberanistas son sensu contrario, es verdad, y podrían leerse como irónicos, aunque no lo son. El cuarto agradecimiento es ya directo, sin recovecos. Los grandes partidos nacionales y las instituciones se han llevado toda la democracia mirando hacia otro lado, comprando votos nacionalistas con dinero y voluntades soberanistas con absentismo. Así nos han traído aquí. A estos nacionalistas catalanes de ahora les debemos su “no” tajante a tanto tejemaneje. No están por la labor de dejar, presupuestos mediante, que Rajoy mire al techo (de gasto). Ni que Pedro Sánchez les halague con comisiones constitucionalistas. Su golpe de Estado es un golpe en la mesa. Y a nosotros nos hacía falta.
Por último, los soberanistas son una soberanitis española: una infección de la soberanía nacional, que tenemos la suerte de detectar, quizá a tiempo, gracias a la inflamación del 1-O. El dolor que produce avisa de una afección que era igual de letal cuando callada y cuando calmada con el analgésico del presupuesto y el valium para dormir en el resto de España. La CUP es un TAC. Quien nos detecta una enfermedad grave, siendo una noticia pésima, nos ofrece una esperanza. Gracias.”
Y gracias a ti, dolço Enrique, por explicar con tanta claridad algunos elementos fundamentales para entender lo que ocurre en Cataluña y en España entera.
Dolça i agraida Catalunya…

Copyright

©2.007-2.013 Jesús María Durán Aulinas Noticia Legal Exclusión de Garantías, Responsabilidades y Derechos de propiedad del Blog “ABC DE EL MAR MENOR”. 23 de ENERO de 2013 Los derechos de propiedad intelectual e industrial del BLOG “ABC DEL MAR MENOR”, http://www.abcdelmarmenor.blogspot.com/. Incluyendo el nombre, la idea, el diseño, el texto y su organización y estructura (Contenidos) Y su IBSN 40-34-0304-51 pertenecen a Sr. Don Jesús María Durán Aulinas, con DNI Nº 22.314.502V y están protegidos por las leyes y los tratados internacionales sobre propiedad intelectual e industrial. La única finalidad de la existencia y mantenimiento de este Blog, es la de mantener informados en la forma más completa posible sobre todo lo escrito y publicado en Internet preferentemente sobre la zona geográfica del Este de la Región de Murcia, que comprende los municipios de Cartagena, Los Alcázares, Torre Pacheco, San Javier y San Pedro del Pinatar, con noticias locales regionales, nacionales e internacionales así mismo como con fotografías (*) y cualquier otro materia audiovisual, qué sea de utilidad, para el desarrollo del site. También se quiere hacer constar, que el motivo de este Blog es tener informados en un solo punto a los miles de habitantes y visitantes de esta zona geográfica del Mar Menor, la cual tiene admiradores no solo por toda la geografía española si no por el mundo entero. “ABC DEL MAR MENOR” incluye dentro de sus contenidos, siempre enlaces con los sitios pertenecientes y/o gestionados por terceros, con el objeto de facilitar el acceso a la información disponible a través de Internet. El Sr. Don Jesús María Durán Aulinas, no asume ninguna responsabilidad derivada de la existencia de enlaces entre los contenidos de este sitio y contenidos situados fuera del mismo o de cualquier otra mención de contenidos externos a este sitio. Tales enlaces o menciones tienen una finalidad exclusivamente informativa y, en ningún caso, implican el apoyo, aprobación, comercialización o relación alguna entre el Sr. Don Jesús María Durán Aulinas y las personas o entidades autoras y/o gestoras de tales contenidos o titulares de los sitios donde se encuentren. El hecho de que se incluyan enlaces de sitios o servicios externos no implica de ninguna manera la recomendación de Sr. Don Jesús María Durán Aulinas del uso de los mismos, y tampoco supone un aval por parte de Sr. Don Jesús María Durán Aulinas, sobre la calidad, veracidad u honestidad de ellos. En este sentido, Jesús María Durán Aulinas, no se hace responsable en ningún caso ni circunstancia de los daños y perjuicios que pudieran derivarse de un uso fraudulento de sus contenidos. En todos los supuestos, Jesús María Durán Aulinas, excluye cualquier responsabilidad por los daños y perjuicios de cualquier naturaleza derivados directa o indirectamente del uso de la información recogida en este Blog. En cumplimiento de la legislación vigente, los datos obtenidos a partir del correo de este site se utilizaran exclusivamente para finalidades propias de "ABC DEL MAR MENOR" y en ningún caso serán cedidas a terceros. Todas las marcas aquí mencionadas y logos están registrados por sus legítimos propietarios y solamente se emplean en referencia a las mismas y con un fin de cita o comentario, de acuerdo con el articulo 32 LPI. En ningún caso o circunstancia se podrá responsabilizar directamente o indirectamente al propietario ni a los colaboradores del ilícito uso de la información contenida en http://abcdelmarmenor.blogspot.com/. Así mismo tampoco se nos podrá responsabilizar directamente o indirectamente de incorrecto uso o mala interpretación que se haga de la información y servicios incluidos. Igualmente quedara fuera de nuestra responsabilidad el materia al que usted pueda acceder desde nuestros enlaces.Si decides permanecer en http://abcdelmarmenor.blogspot.com/, quiere decir que has leído, comprendido y aceptas las condiciones de esta página. Todo la información y programas aquí recogidos van destinados al efectivo cumplimiento de los derechos recogidos en el artículo 31 RD/1/1996 por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de la Propiedad Intelectual (LPI) en especial referencia al artículo 31.2 LPI, y en concordancia con lo expresado en el artículo 100.2 de esta misma ley. Nos reservamos el derecho de vetar la entrada a cualquier sujeto a nuestra web-site y a su vez se reserva el derecho de prohibir el uso de cualquier programa y/o información, en concordancia con los derechos de autor otorgados por el artículo 14 LPI. (*) La mayoría de las fotografías de este blog están bajadas de Internet y el copyright de ellas es el de sus autores. Si alguno de ellos tiene algún inconveniente, que envíe un correo al administrador del blog, con la dirección web que lo demuestre. Inmediatamente será retirada.