(de la Red, gracias) |
Llover en la playa
no se parece a casi nada.
Tiene, llover en la playa,
difícil, muy difícil metáfora.
Es como si el día
se hubiera marchado de casa,
llevándose en su maleta el sol,
la arena toda y las nubes blancas.
Sin separación de bienes,
ni acuerdo mutuo y sin nota alguna
por ninguna parte dejada.
Y, así, desnudo el paisaje quedara,
abandonado, y sin colores,
ni perfiles de las cosas, ni nada.
Llover en la playa, se parece, si acaso,
a descubrir un pájaro mudo,
tímido y transparente en el alma,
al que abandonó su pareja
un día de lluvia en la playa.