Julio Anguita era el protagonista, junto a Soledad Becerril, de la novena entrega de "Ser andaluces", un programa quincenal de la Cadena SER Andalucía. La autopromoción, el autobombo, se repetía en cada uno de los programas de la emisora de Prisa. Anguita y Becerril, juntos, hablando de su idea de Andalucía. La ex ministra y senadora en Radio Sevilla y el número 1 de IU en los estudios de Córdoba, donde reside. Este diálogo siempre se emite en diferido. Por él han pasado, entre muchos más, el psiquiatra Carlos Castilla del Pino (ya fallecido), Iñaki Gabilondo o el escritor José Manuel Caballero Bonald.
Todo iba normal hasta que a primera de la tarde de ayer los teletipos enviaban una información que nadie esperaba. Anguita, ingresado en el hospital Puerta de Mar de Cádiz por una arritmia cardiaca. El conductor del programa, Fernando Pérez Monguió, se lo pensó un par de veces. “¿Cómo vamos a emitir la entrevista si Anguita está en el hospital?”, se preguntaban en SER Andalucía.
Los oyentes estaban ansiosos a ver cómo reaccionaba la cadena. ¿Emitirían la grabación o la dejarían para otro día, sustituyendo la entrevista por una tertulia política, en la que suelen participar Román Orozco, ex director de El País Andalucía; Juan Ojeda, vicepresidente de Cajasur o Mariví Romero, concejal de Bienestar Social del Ayuntamiento de Málaga? La respuesta la dio el propio Pérez Monguió al presentar el programa: “Teníamos dudas”, reconoció, pero “por expreso deseo de Julio Anguita y su familia vamos a emitirla”.
La cadena argumentó que el ex coordinador regional de Izquierda Unida quería dar una imagen de “normalidad” e incluso pidió (aunque escuchando las excusas por las ondas sonó más a una exigencia) que los medios de comunicación no informaran más de su estado de salud. “Hay muchos enfermos en Andalucía”. Y el califa rojo no califica su hospitalización como enfermedad.
Lo cierto es que el mano a mano entre Anguita y Becerril resultó jugoso. Coincidieron en su crítica al gigantismo de la Junta de Andalucía, el bajo nivel de la educación y abundaron en que la Andalucía folclórica es “excesiva e hiperbólica” y conduce a un “nacionalismo de cuarta que resulta contraproducente para nuestra imagen”. Becerril estaba de acuerdo. Más bien parecían compañeros de partido que políticos situados en las antípodas ideológicas.
Anguita escucharía el programa no como había pensado, descansando o leyendo un libro de Historia en la idílica playa de Bolonia (Cádiz), sino en la cama de un hospital de la capital gaditana. Y es que el "no enfermo" Anguita no quiere ninguna oportunidad. Quiere que su discurso se siga escuchando. Aunque sea en diferido…