15.02.09 | 13:39.   
(PL).- Utiliza las urnas cuando le conviene -y le llama  «revolución»-, pero no hay ninguna duda de hacia dónde quiere llevar Hugo Chávez  a su país: a una dictadura permanente. Lo que se decide en el referéndum de hoy  no es una reforma constitucional inocua, sino la puerta para que el Gorila Rojo  se convierta en dictador vitalicio, lo único a lo que aspira desde que empezó  su carrera como militar golpista.
 Hay lugares de Venezuela donde el agua no llega nunca y la leche en días  alternos, pero raro es el venezolano que no tiene dos teléfonos móviles. De ahí  que, apenas unos minutos antes de acabarse la jornada electoral, Chávez  utilizara la compañía Movilnet -nacionalizada en enero de 2007- para enviar a  sus más de 11 millones de usuarios un mensaje muy claro: "Vota sí". 
 Su voz, tantas veces tronante, se refugiaba ahora en la intimidad del  teléfono para apelar a lo más sagrado de cada uno y pedir, por enésima vez, la  aprobación en el referéndum de hoy de una enmienda constitucional que le permita  presentarse indefinidamente a la reelección. 
 Si no lo logra -ya fracasó en otra consulta popular en diciembre de 2007-, su  futuro político se acabaría en 2012, aunque nadie descarta en Venezuela que, una  vez repuesto de un segundo batacazo, el Gorila Rojo lo intentase cuantas veces  fuera necesario.
 UNA DECISION CLAVE
 Muchos venezolanos creen que la votación carece de importancia porque no  presupone que en 2012 pueda volver a ser elegido presidente, pero los modos con  los que ha utilizado en esta campaña todos los mecanismos del Estado, sin rubor  ni recato, demuestran claramente que el carácter totalitario se va adueñando del  régimen bolivariano y que la capacidad de Chávez para manipular y desvirtuar un  proceso electoral es cada vez mayor.
 Lo que se está creando en Venezuela es claramente un régimen totalitario, en  el que una sola fuerza -más concretamente, una sola persona que se declara  ungido para representarla- tiene el control de todo el poder, sin contrapesos ni  límites institucionales y que, por si fuera poco, se propone sentar las bases  para hacerlo a perpetuidad.
 De hecho, esta reforma constitucional ya fue rechazada en 2007 -por muy  escaso margen, pero rechazada- y ya entonces advirtió a los opositores de que  debían considerarla «una victoria de mierda», como síntoma de que no pensaba  respetarla, como así ha sido. 
 Cuando ha sentido más débiles las fuerzas que se le resisten, Chávez vuelve a  proponer la misma idea de la reelección indefinida, pasando por alto cualquier  consideración ética, política o incluso legal. En Venezuela, como ha quedado  demostrado, se hace lo que quiere el presidente.
 Uno de los síntomas más claros del deterioro de la situación en Venezuela ha  sido la abrupta expulsión del eurodiputado popular Luis Herrero, con el pretexto  de que había criticado en público los modos del régimen bolivariano.
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