Recuerdos de juventud...
¿Que tiene que ver esto con las ratas? se preguntarán. Pues mucho. Entre Vía Layetana y las Ramblas hay sólo un paseo y cuando se es joven, es realmente corto, y un grupo variopinto de conocidos y amigos nos reunimos en un famoso "bar literario" en La Plaza Villa de Madrid. Allí pasábamos las últimas horas del día hablando sobre lo divino y lo humano, y entre tanto tema, salía a relucir los rateros, de los cuales en aquellos años (y ahora más, supongo) no faltaban, y sus acólitos y aprendices los raterillos, que los había y más, dado que las Ramblas eran y siguen siendo un pozo sin fondo ciudadano, el mayor de España, pero claro también teníamos ratas! pero ratas de las de verdad, de esas temibles de dos patas y navaja rápida, a las que nosotros jóvenes y algunos muy inexpertos teníamos pavor y finalmente las de cuatro patas y rabo largo.
De esas habían miles, digo miles, si cientos a partir de las ocho de la noche se paseaban como las reinas de la ciudad, sobre todo por el centro, pues las basuras a esas horas campaban por doquier, no era extraño encontrarlas mirándote con sus brillantes ojos de una manera desafiante, vigilando que no les quitaras las ricas pitanzas para ellas...
Y luego las grandes hermosas y chulas ratas rambleras, las que salían a pasear y a cazar restos de cualquiera de los restaurantes de los que las Ramblas están siempre bien surtidas. Estas las rambleras, salían a partir de las 11 de la noche hiciera frío o calor. Eran las dueñas del Paseo de la noche y no tenian miedo a nadie ni a nada. Algunas del tamaño de cualquier gatazo casero bien alimentado, y corrían de un lado para otro con una desenvoltura sin igual. Muchas noches cuando salíamos a dar la última vuelta antes de volver a casa, hacíamos apuestas a ver quien divisaba más ratas. Íbamos en fila, una fila que ocupaba todo lo ancho de las Ramblas y, claro, los que más suerte tenían eran los que caían en los extremos de la fila. La paseata era desde el Cine "Can Pistolas" (llamado así, por proyectar sólo películas del oeste o de gánsters) hasta la esquina del Liceo y Puertaferrisa, luego cada mochuelo a su nido, a mi particularmente me venía mejor el lado de babor, así por Portaferrissa me marchaba a casa...
Creo que esas ratas que han aparecido en las playas barcelonesas, no son descendientes de nuestras amigas las rambleras, a ellas y a sus descendientes no hay quien extermine y acabe con ellas y ya ni hablamos de las de dos patas, hoy día incrementadas de manera exponencial con diversidad de colores, razas y métodos intimidatorios
Estrugo.
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