La Federación de Municipios de la Región de Murcia se creó en los primeros años 80; uno de los primeros temas que afrontó fue las relaciones de los municipios con las empresas concesionarias de servicios públicos, en especial con Iberdrola (entonces Hidroeléctrica Española); en esa época prestaba mis servicios profesionales a la, hoy extinta, Mancomunidad de Municipios de la Vega Media del Segura, como responsable de sus servicios técnicos. Se puso de manifiesto en ese momento un serio problema de defraudación fiscal, se trataba de la “Tasa de Palomillas”, un impuesto que los ayuntamientos cobraban a las empresas de servicios por el uso que sus instalaciones y redes hacían del dominio público municipal.
La tasa se calculaba como un % de las ventas en cada término municipal. Las empresas pagaban a los ayuntamientos la miseria que les parecía, sin posibilidad de control municipal. La defraudación se puso de manifiesto en La Unión; en este municipio las ventas de Hidroeléctrica eran en un 80% correspondientes a un solo recibo, el de Peñarroya, por lo que era sencillísimo calcular el fraude sistemático.
A raíz de este descubrimiento, el Alcalde de Molina (mi jefe entonces) me encargó calcular cuanto vendía Hidroeléctrica en su T.M.. Organicé un complicado estudio estadístico, con un equipo de tres funcionarios dedicados a pedir copias de recibos de la luz, mediante muestreo aleatorio por el método de Montecarlo y análisis de las muestras mediante estimación por intervalos de confianza (probabilidad 0,95). La colaboración de los pequeños consumidores, así como la de los grandes abonados industriales (había recibos mensuales de hasta 10 millones de pesetas), los pequeños negocios fueron mas reluctantes, por las quejas que manifestaban hacia la Corporación. La estimación dio como resultado que esta empresa vendió en aquel año en Molina unos 1.800 millones de pesetas. La escalación a los cinco ejercicios de prescripción de la deuda tributaria y la aplicación del tipo de la tasa, dio como resultado una defraudación de uno 120 millones de pesetas. El ayuntamiento aplicó a la empresa la correspondiente liquidación tributaria por fraude, lo que ésta, tras depositar un aval recurrió en vía contencioso-administrativa.
A la vista de este resultado, el Alcalde de Molina me llevó a la Federación de Municipios (de la que era vicepresidente), a la que asesoré (sin contraprestación de ninguna clase) durante dos años en el tema económico-energético.
El asunto era análogo en los 45 municipios y al cabo de dos años de arduas y a veces muy desagradables reuniones, Hidroeléctrica reconoció una defraudación total de 1.500 millones (esta cifra suponía haber rebajado mas del 50%). Con otro foco que se inició en los municipios del Sur de Madrid (Parla y su asesor Manolo Pereira, y empresa Iberduero, el otro componente de Iberdrola), el tema se hizo de rango nacional y a todas las compañías eléctricas y el fraude reconocido por encima de los 30.000 millones).
A la hora de liquidar, se compensó con las deudas que los ayuntamientos tenían con Hidroeléctrica, faltaba dinero, uno debía 300 millones, otro 180, otros 80, 50, 30, 20.... y los pequeños 4, 3, 2, hasta llegar a Ojós que debía 800.000 ptas. Había una peculiar excepción a nivel nacional, EL AYUNTAMIENTO DE SAN JAVIER ERA ACREEDOR DE HIDROELÉCTRICA, ¡PAGABA LA LUZ POR ANTICIPADO!, y todo. Era una entidad de prestigio nacional. Tenía cuentas a plazo fijo y era propietario de un buen paquete de acciones del Casino de la Manga. Era la “Joya de la Corona” de los 8.200 municipios.
Y las cosas jamás resultan de la casualidad, por el contrario, siempre son causadas. Las causas de la excelencia de este Ayuntamiento, analizadas con perspectiva ya histórica, eran aproximadamente las siguientes: en la época del Alcalde Foncuberta, a caballo entre las décadas 50 y 60, San Javier tenía la administración Municipal dirigida por un veterano y buen profesional, el Secretario General, D. Matías Tárraga y un buen funcionariado en el que destacaban “Isidoro el del Ayuntamiento”, Perete, “Pepe el de Juliana”, Josefina y por terminar las citas concretas, “Pedro el Alguacil” y el que fue, más tarde, el primer sargento de la Policía Municipal, Manolo Lledó. A esto se añadió el nombramiento a dedo, como correspondía a la época, como Teniente Alcalde, del comandante del Cuerpo Jurídico del Aire, D. Ernesto Andrés Vázquez, que con autoridad y conocimiento, organizó y controló el funcionamiento de la Corporación.
Coincidiendo con esta época, se inició el despegue turístico y urbanístico, y para redondear la excelencia del funcionariado se incorporaron los funcionarios los cuerpos nacionales, Andrés García Legaz (depositario de fondos) y unos años más tarde, Antonio Jover (interventor), ambos profesionales de una calidad suprema; pocos años después, D. Matías se jubiló y durante bastantes años el puesto de secretario estuvo ocupado, en funciones por diversos no profesionales, pero el vacío se fue salvando , sin problemas por el excelente funcionariado existente y la extraordinaria gestión de Andrés Vázquez.
La ola de bonanza alcanzó a los periodos de los Alcaldes, Teodoro Martínez, que entre otras cosas positivas, hizo el anterior edificio municipal (declarado en ruinas, falso, por no sabemos qué intereses) y que creó estilo en la plaza; Antonio Giménez Valdívia, bueno, pero que solo duró un año; y alcanzó hasta, al menos parte de la legislatura de Luís Ros. Andrés Vázquez había cesado años antes y la gestión ya se iba resintiendo, la dimensión había aumentado considerablemente, a la vez que aparecieron algunos funcionarios que empezaron la mezcla de intereses privados con los públicos, así como la aparición del neo- caciquismo, surgió “el salvador y resolvedor de todas las cuestiones municipales”, que usaba el más puro estilo tomasísta, pero actuando al por mayor (hoy encausado, aunque por una ridícula proporción de lo que debería ser).
Ya entrada la Democracia, se ocupó el cargo de Secretario, por un perfecto sinvergüenza, que fue contratado a plena conciencia de lo que se contrataba (avisó de ello el Interventor), este personaje aburrió a los otros dos funcionarios de los cuerpos nacionales que tras del orden de 20 o 25 años de servicio, se marcharon asqueados, ante los desastrosos cambios que veían, y de los avisaban constantemente; este fue el principal activo perdido. A partir de aquí, desapareció “la Joya de la Corona” De las sucesivas corporaciones mejor no hablar. El citado secretario, al principio parecía servir a determinados intereses, pero era tal su voracidad, que se enfrentó a todos y todo, incluida la Corporación. El inefable teniente de alcalde Luengo lo echó, junto con el sibilino arquitecto municipal de la época, que también merece entrar en los anales de la estulticia; el que esto escribe, entonces concejal en la oposición, y desde ésta, felicitó a Luengo por liberar a la casa de semejantes sanguijuelas. Ironías de la vida, recientemente, este arquitecto, próximo a la jubilación superforrado con sus actividades mangueras, se dice que ha pedido la reincorporación a su puesto municipal del que todavía está excedente y el “ilustre secretario”, tras pasear al alcalde de Orihuela en Rolls Royce, se ha jubilado a gozar de lo mucho cohechado.
La “Joya de la Corona”, un rico de cuna, generoso pero ahorrador, hoy degradado y vulgarizado que actúa como un nuevo rico fanfarrón y despilfarrador. A sido tomada a saco por la Justicia y la Guardia Civil, que solo alcanzan a una insignificante parte de lo que en las legislaturas anteriores pasó; solamente el último alcalde encausado y algunos funcionarios que se van librando desde hace del orden de treinta años. Y la corporación actual la del cambio-fiasco producido en 2007, no sabe/no contesta.
No me cabe la menor duda de que la Corporación entrante en 2011, en cuanto “Zapatero resuelva la crisis” “ayudado por Rajoy” y las sucesivas, aplicando una actuación racional y razonable, organizando al excelente funcionariado de que dispone (una vez saneado), introduciendo la productividad, mediante la racionalización y organización científica, eliminando los costes en actuaciones esperpénticas desmesuradas e impropias de la gestión de la cultura que corresponde a la Administración Local, llevarán de nuevo a la Institución al lugar puntero que históricamente le corresponde, es decir devolverán a esta Corporación Municipal de la Villa de San Javier a ser de nuevo la “Joya de la Corona”.
San Javier, 20 octubre de 2010
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