Los árboles lloran por lluvias
Canta en Ladino: Arvoles Yoran por Luvias - Etty Ben-Zaken
El dolor de España no fue inventado por los del 98. Ni siquiera por los expatriados del 39. Tampoco por los desterrados liberales al llegar la Década Ominosa, cuando Fernando VII –en el infierno esté-. Y los moriscos aguantaron hasta 1610, los que más.
Todos sabéis que me refiero a la diáspora judía de 1492. Con ellos se llevaron aquel idioma, a medias ya iniciado su camino para convertirse en el español de hoy. Y se llevaron, claro, una cultura. Y en la cultura, unas canciones. Y entre las canciones, ésta que canta Etty Ben-Zaken: “Árboles lloran por lluvias”.
En principio, es una canción de amor. Las últimas estrofas, que no traslado –ni Yehoran tampoco- no dejan lugar a dudas. Pero los autores nunca sabemos la razón última de lo que escribimos. El anónimo autor de esta queja de amor, que se particulariza y empequeñece sin remedio en las últimas estrofas (la muchacha requerida contesta con cajas destempladas al galán), con toda seguridad ignoraba que la letra y la música iban a servir para que cinco siglos de exilio no lograran borrar la nostalgia judía por España. Los judíos estaban en España más de un milenio (¡o dos!) antes que los visigodos, que daban legitimidad y alcurnia a las dinastías de Isabel y Fernando. Así lo atestigua la nave en la que Jonás, el profeta hebreo, quería huir de su destino. El periplo de aquel barco era Sefarad, Hispania llamada más tarde.
Por eso, los judíos de Tesalónica o Esmirna siempre vieron en esas lluvias las lágrimas por la tierra perdida, mucho más seca que la que les acogía. Y asemejaba dicha lluvia a su llanto por la pérdida de aquella tierra, aquella casa cuya llave guardaban como tesoro. La generalidad expresiva del autor permitía esa homologación. Las “tierras axenas” del enamorado no eran otras que el desdén de la bella, pero fueron, por ese misterio del arte, convertidas en la alusión a las tierras que pisaban luego de desembarcar… donde les llevara el viento, según documentado testimonio de expulsado. Y la blanca hermosura de la bella, no otra creyeron siempre, sino que era la referencia a la tierra hispana perdida. La blancura, entendida como culmen de belleza femenina en la época, no tenía ningún problema de asimilación a la tierra perdida: España. Las flores de la hermosura son los alhelíes, jazmines, lirios, azucenas… y tantas otras que dejaron en las tapias y platabandas de sus jardines de Toledo, Granada o Segovia.
“Árboles lloran por yuvias” fue, en algún modo muy consciente por parte de todos, el himno de la diáspora. Desde luego, los rostros de los veteranos espectadores que recoge la cámara, así piensan. Transcribo lo entonado por Etty Ben-Zaken Pocas veces se ha cantado a España tan hondamente. Muchas gracias, sefardíes y...
Shalom.
Arvoles yoran por yuvias
y montañas por aires.
Ansí lloran los mis oyos
por ti, querida amante.
Torno y digo que va ser de mí,
en tierras axenas yo me vo morir.
Blanca sos, blanca vistes.
blanca es la tu figura.
blancas flores caen de ti,
de la tu hermosura…
Torno y digo que va ser de mí.
En tierras axenas yo me vo morir.
© Santiago Delgado
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Subido el 5 jun. 2011
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