Larga vida al rey del pop. Como si de una conjura de los Caballeros del Rey Arturo se tratara, el séquito de seguidores de Michael Jackson siguen idolatrándole un año después de su fallecimiento. Lejos de escribir los últimos renglones de su historia, aquel 25 de junio de 2009marcó un punto de inflexión en la vida del menor de los Jackson Five. Sus problemas con la justicia le convirtieron para muchos en villano, mientras que para otros siempre quedará en el recuerdo como el único artista capaz de vender 750 millones de discos y de resucitar zombis al ritmo de su emblemático Thriller.
Mientras sus fans se exhiben en teatros y tiendas emulando su característico moonwalk, el proceso judicial abierto para determinar el culpable del “homicidio involuntario” –como recogen los documentos oficiales– continúa. Todas las acusaciones se dirigen a su médico personal, Conrad Murray. El galeno ha defendido en varias ocasiones su inocencia y ha sostenido que intentó acabar con la adicción de Jackson al propofol de todas las formas posibles. Los documentos encontrados por la policía contradicen su versión y demuestran que él se encargó de conseguirle y administrarle la droga personalmente.
Escándalos
Los problemas con los estupefacientes del artista de Indiana (EE UU) se remontan al año 2003, cuando sufrió varias acusaciones de pederastia a raíz de la emisión del reportaje televisivo de Martin Bashir Living with Michael Jackson, donde expresaba su aprecio a dormir con niños y aparecía de la mano de un menor con quien reconoció haber compartido dormitorio. La prensa amarillista orquestó una campaña sin escrúpulos contra el artista, que mantuvo que los medios tergiversaron sus palabras.
En noviembre de ese mismo año se confirmó su annus horribilis con la acusación de diez cargos (cinco por pederastia), todos ellos relacionados con un adolescente de 13 años. Tras casi cinco meses de juicio, éste concluyó con la absolución de Jackson de todos los cargos por los que, de haber sido culpable, hubiera pasado 20 años en la cárcel. Anteriormente, ya se vio envuelto en un caso de pederastia que se saldó con un arreglo de casi 20 millones de dólares.
Sin embargo, el poder de atracción cosechado por el rey del pop, principalmente con su celebérrimo Thriller (1982) con el que logró ocho premios Grammy y 60 discos de platino, le permitieron superar escándalos y acusaciones, aunque su imagen pública quedó deteriorada.
Cuando Jacko se preparaba para desempolvar sus sofisticados trajes, sus guantes blancos, sus gafas negras y sus mocasines con maratonianos ensayos en el Staples Center –sede de los Lakers de Gasol– llegó el temido día de sus seguidores y el comienzo de una guerra por una herencia que muchos consideraban lapidada. Como en el caso de otros mitos como Elvis Presley o Marilyn Monroe quedó demostrado que el aumento de la fortuna amasada es directamente proporcional a los años que una celebrity lleva muerta.
John Lennon, Bob Marley y sobre todo Elvis Presley y Marilyn Monroe conforman un selecto grupo de cantantes cuya desaparición no supuso el olvido de sus seguidores. A ellos se sumó el 25 de junio de 2009 el rey del pop. Más de uno considera prematuro equiparar al pequeño de losJackson Five a semejante elenco. Mientras el tupé y los provocativos movimientos de cadera del rey del rock han sobrevivido a los 30 años que lleva bajo tierra y la provocativa escena de la falda de la ex mujer de Arthur Miller permanece en la memoria de medio mundo, la figura de Jacko tan sólo se ha mantenido en la cima del éxito un año desde su fallecimiento.
Especulaciones al margen, el artista que triunfó con Black or white (curiosa paradoja) consiguió aunar el mundo del cine y de la música como nadie, una fusión que el crítico Joaquín Luqui bautizó como musicine.
Las buenas cifras cosechadas por su película póstuma, This is it –250 millones en la taquilla mundial en menos de un año– invitan a pensar que la conjura de los Caballeros del Rey Arturo se cumplirá y la vida del rey del pop se alargará mucho más allá de su muerte.
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