Albert Boadella
25/02/2010 | Comentarios: 63
Breve tertulia con Francisco Caja en Madrid antes de participar en el acto de entrega de premios de la Fundación Denaes. Para que quede bien claro, Denaes significa defensa de la nación española, o sea, en lenguaje de hoy, un grupo de “fachas” incluidos nosotros.
Francisco Caja es un hombre apestado en Cataluña por su tenaz defensa del sentido común, en este caso, la infamia no es otra que el bilingüismo. Le ha tocado vivir así varias décadas y lo compadezco sinceramente, conozco el percal y mi paciencia se ha mostrado mucho menos resistente que su irreductible civismo. Ante mis augurios de secesión inmediata, el bueno de Caja, sostiene que no se llegará a dar el paso definitivo porque la posición actual de los nacionalistas es mucho mejor que cualquier forma de independencia. Lo tienen todo sin riesgo alguno y con la oportunidad constante de endosar las responsabilidades al enemigo común. Queda demostrado que el viejo cuento sigue funcionando perfectamente entre el populacho. Con esta formula, queda siempre un resquicio para mantener el anhelo inalcanzable y así se puede seguir alimentando la impunidad y la voracidad de los dirigentes por los siglos de los siglos.
Se trata de una posición de auténtico privilegio de la que no encontraríamos hoy en toda Europa un solo ejemplo regional gozando de semejante chollo. El 80% del mercado catalán es España y lógicamente, no es cuestión de correr ningún riesgo en este sentido. Coincido con Caja en esta visión aterradora del asunto y por ello sigo empeñado en crear aquella asociación de la que ya les informé en su día: “Que paguen y se larguen de una puta vez” El tema es de una pesadez cósmica y muy contaminador, si no fuera así, seguiría hablando de arte.
El ímpetu de la fantasía posee una fuerza tal que borra instantáneamente toda realidad objetiva. El delirio imaginativo ha fomentado precisamente la potencia de las religiones. Ante ellas no hay realidad científica que valga. Ante los nacionalistas tampoco. De nada sirve la historia, la realidad de una España distinta, de una Cataluña que jamás fue independiente, de un mestizaje total en los apellidos, de la inexistencia diferencial con los vecinos... Poco importa, porque el mito domina siempre y como más sensato es el razonamiento opositor, más fortalece el bunker fabulador.
¡Son inasequibles al desaliento, al documento y al argumento!
Francisco Caja es un hombre apestado en Cataluña por su tenaz defensa del sentido común, en este caso, la infamia no es otra que el bilingüismo. Le ha tocado vivir así varias décadas y lo compadezco sinceramente, conozco el percal y mi paciencia se ha mostrado mucho menos resistente que su irreductible civismo. Ante mis augurios de secesión inmediata, el bueno de Caja, sostiene que no se llegará a dar el paso definitivo porque la posición actual de los nacionalistas es mucho mejor que cualquier forma de independencia. Lo tienen todo sin riesgo alguno y con la oportunidad constante de endosar las responsabilidades al enemigo común. Queda demostrado que el viejo cuento sigue funcionando perfectamente entre el populacho. Con esta formula, queda siempre un resquicio para mantener el anhelo inalcanzable y así se puede seguir alimentando la impunidad y la voracidad de los dirigentes por los siglos de los siglos.
Se trata de una posición de auténtico privilegio de la que no encontraríamos hoy en toda Europa un solo ejemplo regional gozando de semejante chollo. El 80% del mercado catalán es España y lógicamente, no es cuestión de correr ningún riesgo en este sentido. Coincido con Caja en esta visión aterradora del asunto y por ello sigo empeñado en crear aquella asociación de la que ya les informé en su día: “Que paguen y se larguen de una puta vez” El tema es de una pesadez cósmica y muy contaminador, si no fuera así, seguiría hablando de arte.
El ímpetu de la fantasía posee una fuerza tal que borra instantáneamente toda realidad objetiva. El delirio imaginativo ha fomentado precisamente la potencia de las religiones. Ante ellas no hay realidad científica que valga. Ante los nacionalistas tampoco. De nada sirve la historia, la realidad de una España distinta, de una Cataluña que jamás fue independiente, de un mestizaje total en los apellidos, de la inexistencia diferencial con los vecinos... Poco importa, porque el mito domina siempre y como más sensato es el razonamiento opositor, más fortalece el bunker fabulador.
¡Son inasequibles al desaliento, al documento y al argumento!
Hasta pronto… si Dios quiere
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