Juan II de Aragón, apodado el Grande se casó con la reina Blanca de Navarra y tuvo con ella cuatro hijos, siendo Carlos de Viana, el único hijo varón, estaba destinado a ser el propietario de las Coronas de Aragón y el reino de Navarra, un territorio disputado por los reyes aragoneses y franceses durante muchos siglos. Carlos tenía un carácter sosegado como su madre, Blanca de Navarra, carecía del carácter belicioso e impetuoso de su padre, pretendía mantener a Navarra fuera de las disputas con Francia. Comenzaron las desavenencias con su padre, el rey de Aragón a los 21 años, cuando le condicionaron la herencia de Navarra, a tomar el título real sólo con la bendición de su padre, le educaron para ser rey de Navarra, los ejercicios físicos y los estudios literarios y políticos eran la base de su formación, era un verdadero príncipe del Renacimiento. Su abuelo materno, Carlos III «El Noble», le otorgó el título de Príncipe de Viana.
Es de destacar que Blanca de Navarra era diez años mayor que Juan, concibió a Carlos a los 36 años, una edad inusual en aquella época, Juan sólo era infante de Aragón pero con grandes ambiciones políticas, la reina vivía sometida políticamente a su marido y buscó con su testamento que no se enfrentarán padre e hijo pero consiguiendo lo contrario, a la muerte de Blanca en 1441, Carlos de Viana se convirtió, con 21 años, en heredero universal de los Estados de Navarra y de Nemours, con el previo consentimiento de su padre, asumiendo la lugartenencia del reino. El testamento de la Reina terminó confrontando a padre y a hijo el conflicto que se prolongó más allá de la muerte de ambos.
Buscando siempre alianzas y en especial en Castilla ya que era hijo de Fernando de Antequera, rey de Aragón e infante de Castilla, Juan se casó en segundas nupcias con Juana Enríquez, hija del Almirante de Castilla, fruto de este matrimonio fue Fernando «El Católico», cuyo fuerte carácter y vocación militar eran semejantes a las de su padre, contrastando con la apatía de Carlos de Viana, su hermano que era treinta y un años mayor que él, más interesado en el arte y la literatura que en gobernar. Esta tensa situación desembocó en la guerra civil entre los beamonteses, partidarios de Carlos, y los agramonteses, defensores de Juan.
El 23 de octubre de 1451 en la batalla de Aibar, padre e hijo se enfrentan, siendo Carlos derrotado, desheredado y desterrado. Mientras el reino quedaba en manos del canciller Juan de Beaumont, Carlos de Viana buscaba aliados por Europa, sin encontrar apoyo creíble.
Carlos carecía de astucia política, durante su estancia en Nápoles, muere Alfonso V, Rey de la Corona de Aragón, Carlos de Viana regresó a Aragón creyendo que sería nombrado heredero de Juan, que era Rey de la Corona de Aragón, apoyado por los nobles catalanes, enfrentados a Juan II, que veían en Carlos ventajas políticas. Enrique IV de Castilla intentó casar a Carlos con su hermana Isabel la que sería llamada en el futuro «La Católica», al final Carlos escuchó a su padre, quien le advertía casi a gritos que era una maniobra política.
Carlos se trasladó el 31 de marzo de 1460 a Barcelona, donde la nobleza levantisca continuaba insistiendo en que él debía ser el heredero al trono, viendo el peligro cerca Juan II de Aragón se desplaza a Barcelona, con su otro hijo, el infante Fernando, y con su esposa, Juana Enríquez, para recordarle a los catalanes quién era su soberano. Las conspiraciones que se urdieron alrededor de Carlos obligaron a Juan II el arresto de su hijo y sus cómplices. Carlos fue confinado en Lérida y gran parte de señores feudales y la Generalitat defendían al príncipe navarro levantándose en armas contra el rey en Cataluña. El apoyo a Carlos resonaba por Mallorca, Valencia, Sicilia y Cerdeña, e incluso rebeldes catalanes en Aragón.
Ante esta situación de rebelión, Juan II accedió a liberar a su hijo en marzo de 1461 y a concederle la lugartenencia general de Cataluña, así como a reconocerle heredero real. Dijo el rey en este contexto de circunstancias estas palabras: «Acordaos que la ira del Rey es mensajera de muerte», advirtió el aragonés de que los que habían apoyado a Carlos en franca rebelión contra su persona real habrían de pagarlo.
Fue recibido en Barcelona como si fuese el propio rey, Carlos de Viana se reunió con la Generalitat recogiendo las exigencias de los catalanes para comunicarlas a Juan II. Exigencias en exceso insolentes: "quedaba prohibida la entrada del Rey en el principado sin el permiso de las autoridades". El pueblo veía en Carlos a un erudito, manipulable y débil de carácter príncipe, con un toque romántico de rebeldía.
Juana Enríquez, su madrastra fue acusada de haberle envenenado, dado que estaba cerca de Barcelona cuando aconteció la muerte que ocurrió repentinamente. Es digno de destacar que la reina Juan Enriquez medió durante muchas veces entre padre e hijo en el conflicto que vivieron ambos durante la vida del príncipe, "por tanto las acusaciones son mal intencionadas y falsas". Justo antes de la reanudación de la guerra en la Corona de Aragón se produjo la sorprendente muerte de Carlos de Viana, a los 40 años, el 23 de septiembre de 1461. La reina Juana Enríquez, fue señalada como culpable sin pruebas ni indicios, otros acusaron directamente a Juan II de ordenar asesinar a su hijo, cuya existencia y actuaciones eran antagónicas al Rey de Aragón. Lo que hay de cierto es que la salud de Carlos era muy mala desde hacía bastante, es de destacar que la autoridad de Juan II se reforzó en Cataluña e hizo más fácil el acceso al trono de Fernando.
Sin duda alguna los años de destierro y su tiempo en prisión habían dejado debilitado a Carlos, para desplazarse usaba una litera y no realizaba tareas que requirieran esfuerzo físico. Según estudios modernos se ha señalado como causa real de su muerte la tuberculosis. Carlos de Viana estuvo recluido en una celda húmeda, sin abrigo apropiado y tal vez mal alimentado lo cual pudo agravar su tuberculosis y le llevaron a la tumba, aunque otras fuentes desmienten que su reclusión se hubiera producido en condiciones tan penosas.
Lleida, Aytona, Fraga, Zaragoza, Miravet y Morella fueron los escenarios donde estuvo retenido el príncipe de Viana entre diciembre de 1460 y febrero de 1461, tras su estancia en prisión, desde febrero de 1461, la salud de Carlos empeoró a pasos agigantados, reproduciéndose cierta astenia y cansancio a los esfuerzos que había sufrido desde su llegada a Mallorca desde Nápoles.
Carlos de Viana tuvo funeral extremadamente triste, asistiendo más de quince mil personas a la catedral de Barcelona, donde se fijó su sepulcro hasta que en 1472 se llevaron sus restos al monasterio de Poblet, panteón de la casa real aragonesa. Su hermana Leonor fue nombrada heredera del trono de Navarra y el infante Fernando heredero de Aragón. Paradójicamente, la muerte de Carlos de Viana no sirvió nada más que para encender de nuevo el conflicto entre agramonteses y beamonteses en Navarra.
Tuvo muchos hijos ilegítimos tanto en Navarra, como Aragón y Nápoles ya que mantenía el vigor sexual y la fogosidad de los Trastámara aragoneses; existe una leyenda según la cual el príncipe Carlos fue el padre de un hijo nacido en 1460 de Margalida Colom, hija de Joan Colom, teniente del castillo de Santueri mallorquín donde se alojó el príncipe durante su estancia en Felanitx en 1459. La leyenda es curiosa porque el nombre del niño era Cristóbal Colom, lo cual hace a muchos afirmar ser el famoso Cristóbal Colón, Almirante de la Mar Oceana y Descubridor de América.
Fue sin duda un hombre culto y melancólico, sin vocación de gobierno pero con espíritu humanista, es innegable que su historia se ha mitificado y la leyenda sobrepasa la realidad dado su destino trágico y no menos trágico final.
Su recuerdo cabalga entre la verdad y la leyenda...
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