Estas últimas semanas han ocurrido dos hechos en Galicia que demuestran hasta qué punto la izquierda aplica una escandalosa doble vara de medir para juzgar a sus afines y a sus rivales.
Retiran honores a Fraga a iniciativa de un
partido que apoya a la dictadura cubana
El 25 de abril, a iniciativa de los ultraizquierdistas del BNG, el Ayuntamiento de Ferrol retiró a Manuel Fraga el título de “hijo adoptivo” de esa ciudad. Como ha ocurrido tantas otras veces, el PSOE respaldó con sus votos la sectaria moción de la extrema izquierda, alegando que fue ministro durante el franquismo. Por supuesto, la moción del BNG no es una defensa de la democracia: el Bloque ha defendido durante años a la dictadura comunista de Cuba, señal inequívoca de lo poco que le importan a esos ultraizquierdistas tanto la democracia como los derechos humanos. Este lunes se repitió la situación en La Coruña, nuevamente con el PSOE apoyando una moción del BNG para retirar a Fraga el título de “hijo adoptivo” de la ciudad herculina. Esta decisión, propia de una izquierda sectaria, ha sido calificada de “auténtica vergüenza” por Francisco Vázquez, exalcalde socialista de La Coruña.
Los efectos de la Ley de Memoria Histórica
que impuso el PSOE
Por supuesto, con estas mociones no se pretende hacer ningún tipo de memoria democrática. Como señalaba ayer Francisco Javier Fernández Tarrío en esRadio Galicia, estas mociones pretenden cargarse la legitimidad constitucional. De hecho, Fraga fue uno de los redactores de la Constitución Española hoy vigente y, además, fue presidente del gobierno gallego durante 15 años, logrando constantes mayorías absolutas mediante elecciones libres, un método de designación de gobernantes que ya quisieran para sí los súbditos de los tiranos comunistas a los que viene apoyando el BNG. Como también ha señalado Tarrío, estos dos actos de sectarismo izquierdista son los efectos de la totalitaria Ley de Memoria Histórica instaurada por el PSOE durante el mandato de Zapatero, una ley cuyo objetivo es reescribir la historia reciente de España al dictado de socialistas y comunistas, y perseguir al que defienda una visión distinta del pasado.
Una ley totalitaria que un PP acomplejado quiso dejar intacta
Hay que decir que de esos efectos de la Ley de Memoria Histórica no sólo es culpable la izquierda. Entre 2011 y 2015 el PP tuvo una holgada mayoría absoluta pero prefirió dejar intacta esa ley.Como ha ocurrido a menudo en nuestra democracia, en el PP debieron pensar que la mejor forma de tratar a la izquierda es apaciguándola y cediendo ante sus caprichos, como precio a pagar para que no le llamen “facha”. Craso error. Lejos de moderarse, la izquierda ha usado esa ley para desterrar la memoria de las víctimas de sus crímenes como José Calvo Sotelo, y y para echar del callejero a figuras como Bernabéu, Dalí o Muñoz Seca, y eso mientras dedicaba calles y monumentos asalvajes como el totalitario Pablo Iglesias Posse (fundador del PSOE); a los golpistas Largo Caballero (presidente del PSOE) y Lluís Companys, responsables de los crímenes cometidos bajo su mandato en el bando republicano; e incluso a uno de los criminales de guerra que perpetraron la masacre de Paracuellos, el comunista Santiago Carrillo.
Honores a dos dictadores comunistas… con el apoyo del PP
Pero el papel claudicante adoptado por el PP ante los caprichos de la izquierda no se agotó ante esas infamias. Fue aún más allá. En 2016, el gobierno municipal socialista de Láncara (Lugo) nombró hijo adoptivo al dictador comunista Raúl Castro, entonces en el cargo. Los concejales del PP votaron a favor con el beneplácito de Feijóo, según reconoció Santiago Cubillas, portavoz municipal del PP en esa localidad. No era el primer homenaje que se rendía a un dictador comunista en ese municipio. En 1992, el entonces alcalde de Láncara, Eladio Capón (del PP), ya había nombrado hijo adoptivo de la localidad a Fidel Castro, que en aquel momento también era un dictador en el cargo. La izquierda ha agradecido esta claudicación del PP ante el comunismo quitándole los honores a Fraga. A día de hoy, el padre de la Constitución y expresidente de la Xunta ya ha sido despreciado por los ayuntamientos de La Coruña y Ferrol. Eso sí: los tiranos comunistas de Cuba mantienen sus honores en Láncara. Gracias a la izquierda y gracias a las cesiones de la cúpula del PP, que sigue sin escarmentar, empeñada en apostar por la tibieza y el apaciguamiento (centro y moderación, en politiqués) frente a la chulería de socialistas y comunistas.
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