José Blanco propina un sonado bofetón en el ego de "Maleni" Álvarez |
Miguel Ángel Orellana |
Entre ministros de Fomento anda el juego. O mejor dicho, entre el actual titular de la cartera y sus predecesores. Y es que hay gente que no se sabe irse de los sitios de donde les echan. |
11 de agosto de 2009 | ||||
Dicen que las vicisitudes son siempre una oportunidad de transformación. Y qué mayor transformación que la experimentada por la ex titular de Fomento, Magdalena Álvarez, -Maleni, para unos, y Mandatela, para otros –, reconvertida en eurodiputada por la gracia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, poniendo así más de mil kilómetros de por medio con la política nacional. Porque lo mejor –o lo peor, según se mire- que se puede decir de la malagueña de adopción es que nadie le echará de menos durante el tiempo que permanezca fuera. Es más, se diría que el Ministerio de Fomento ha recuperado el sosiego. La otrora máxima responsable de la cartera, una de las caras más soberbias del zapaterismo, se encargó de convertir el Departamento en el más problemático del Gobierno socialista. Al menos, José Blanco ha impuesto cierta cordura al dar un giro a la estrategia sectaria, torpe y miope de su antecesora en el cargo durante un lustro y restablecer las relaciones entre Fomento y bastiones populares como Madrid o Valencia. Aunque el objetivo final sea tratar de levantar cabeza y recuperar fuelle electoral a golpe de inversión, Blanco se ha sabido reinventar como ministro y ha dejado atrás la imagen de azote de Álvarez. Claro que Magdalena Álvarez aún se resiste a que sus años al frente de Fomento pasen desapercibidos y, a tal fin, una de sus preocupaciones ha sido que su imagen como "ex" cuelgue cuanto antes en las paredes del edificio que ocupó, según cuentan a El Semanal Digital por pasillos del Departamento. De acuerdo con una vieja tradición, en las sedes ministeriales existe una galería de retratos de quienes han ocupado el cargo de ministro. Álvarez no se habría quedado, ni mucho menos, con los brazos cruzados. Vale que haya tenido que despedirse de Madrid y mudar sus aspiraciones a Bruselas, pero lo de pacientar para ser inmortalizada por un pintor era demasiado. Fue mentarla y el run run empezó a propagarse por los semivacios despachos de Fomento: Blanco habría hecho llegar a su predecesora el claro mensaje de "ponte a la cola, querida". Ahí queda eso. Y haciendo bueno ese refrán de no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, José Blanco habría telefoneado incluso a Francisco Álvarez Cascos, tan bregado como el actual ministro en el arte de la lisonja, para comunicarle su intención de sumar su retrato a la galería que alberga a los titulares de Fomento. Solamente cuando "se cuelgue" a Álvarez Cascos, Magdalena Álvarez se habrá ganado el pasaporte a la inmortalidad a golpe de pincel. Al fin y al cabo, paga el Estado. |
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