Posted: 08 Nov 2009 10:04 PM PST
Era jueves y me faltaban justo tres semanas para cumplir los 14 años. Cursaba 1º de BUP, éramos 45 en clase -la última quinta del baby boom de la posguerra- y teníamos como tutor a un profesor joven cuyos apellidos vascos daban para muchos trabalenguas. Estábamos con los exámenes de la 1ª evaluación, pero ese día las notas pasaron a un segundo plano. Por primera vez era consciente de estar viendo en directo un momento histórico (ocho años antes había visto el 23-F por la tele, pero con 5 añitos pensé que era una película). Durante mi infancia la división del mundo en dos bloques había sido como un paisaje que parecía que siempre estaría ahí. Sin embargo, ese día el mayor símbolo de la opresión comunista, el Muro de Berlín, empezaba a desmoronarse.
La primera grieta en el “telón de acero”
Mis sentimientos viendo las imágenes de la gente subiéndose al Muro se resumen en una palabra: alegría. En los meses anteriores habíamos visto la fuga de gente de la RDA a través de Hungría como algo sorprendente, pero la caída del Muro significaba mucho más. Una cosa tan normal para nosotros como la libertad de circulación era algo impensable en aquellos regímenes opresivos. En primavera de ese mismo año ya habíamos visto una muestra de aquella brutal falta de libertad con los sucesos de la Plaza de Tian’anmen, en China. Parecía difícil que se viniese abajo aquel monstruoso sistema dedicado a sojuzgar a millones de seres humanos, pero de año en año veíamos crecer una grieta en ese “telón de acero”: el sindicato polaco “Solidaridad”.
Precisamente de Polonia nos había llegado once años antes una figura blanca que portaba un mensaje de esperanza frente a esa brutal opresión: Juan Pablo II. Karol Wojtyla sabía lo que significaba la vida en un estado totalitario porque no sólo había sufrido los horrores del nazismo, sino también los del comunismo. Su valor, su firmeza y su apoyo a sus compatriotas polacos consiguieron agrandar aquella grieta en el bloque soviético, grieta que fue determinante para el derrumbe del “telón de acero” y más concretamente para la caída del Muro de Berlín.
De la derrota de 1989 a la venganza
Capítulo aparte se merece lo ocurrido en la izquierda en torno a aquel acontecimiento. Tras la caída del Muro el comunismo quedó por los suelos. Y es que si ya antes de esa fecha teníamos pruebas sobradas del horror que había sembrado el comunismo en todo el mundo, la caída del “telón de acero” arrojó aún más luz sobre los crímenes cometidos, la falta de libertad y la tremenda miseria que se vivía en los “paraísos socialistas”.
A pesar de todo y con el cinismo típico de esa izquierda que pone la propaganda por encima de la verdad, los comunistas volvieron a la carga a los pocos años con el señuelo de la lucha contra la globalización. Lejos de hacer autocrítica y de reciclar sus caducas tesis ideológicas, el comunismo cedió su testigo a la izquierda contracultural, sin otro discurso que la mera demolición de la cultura occidental, a modo de venganza por la estrepitosa derrota que significó la caída del Muro de Berlín para el socialismo.
20 años después vuelven a las andadas
Esa izquierda es la que padecemos ahora, una izquierda que ve la caída del Muro como un mal recuerdo asociado al triunfo de la fe, la democracia y el capitalismo, es decir, de los que siempre han sido los principales enemigos a batir por el comunismo. Esa izquierda es la que ha sucedido a los viejos Partidos Comunistas en su papel de apoyo de dictaduras como la castrista en Cuba y en la implantación de nuevas formas despóticas de socialismo, como la que encabeza el tirano Hugo Chávez en Venezuela.
Y es que 20 años después, esa izquierda sigue sin renunciar a su objetivo de sustituir la libertad y la iniciativa privada por el férreo control de la sociedad por el Estado, un empeño ante el que, para desgracia de esa izquierda, cada vez hay más gente que no se muestra dispuesta a renunciar a sus derechos a cambio de una utopía socialista que ha llevado a la tumba a 100 millones de seres humanos en apenas un siglo. Eso es lo que debemos tener bien presente en este 20º aniversario de la caída del Muro.
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