LA CRISIS, DE GÉNOVA A FERRAZ
Antonio Martín Beaumont
Zapatero se quita la careta y descubre su verdadero rostro vengativo
"No me votáis, pues a pagar".
El líder del PSOE es todo talante menos cuando se le critica.
De eso saben en su partido: el hedor de los cadáveres del zapaterismo hace irrespirable Ferraz.
Tras el golpe del 7-J su respuesta asusta:
castigar a los españoles con una subida inmediata
de impuestos al consumo de tabacoy carburantes.
Donde tiemblan las piernas ahora es en el PSOE. La crisis interna se ha trasladado de Génova a Ferraz por obra y gracia de las elecciones europeas. Los resultados electorales del 7-J son difícilmente extrapolables a unas generales pero nadie duda de que se tratan del mejor sondeo nacional que un político puede tener en su mano. Además, preocupa el cómo ha ganado Rajoy a Zapatero.
Los resultados del PP en algunas regiones como Murcia, Galicia, Comunidad Valenciana, Madrid o Castilla-La Mancha son espectaculares. Y, claro, sumergen en la crisis a barones como Pedro Saura, Jorge Alarte, Tomás Gómez y al mismísimo José María Barreda, además, por supuesto, de a Zapatero, al que por mucho que quieran dejar a un lado, a fin de cuentas, es el líder del partido y el que vive en La Moncloa.
Asimismo, la crisis del PSOE no es sencilla de resolver. Porque no es simplemente un problema de nombres. No sólo eso al menos. También lo es de ideas, de mensajes y de estrategia y -tratándose de estos asuntos- "no parece que con Jesús Caldera al frente del principal think-tank socialista pueda surgir algún brote verde en el árbol del socialismo que aparece yermo por toda Europa", señalan las fuentes consultadas por El Semanal Digital.
"El problema, señalan las mismas fuentes socialistas, es el modelo de gestión que Zapatero ha impuesto al partido y, también, los bandazos políticos con que conduce su Gobierno y que hace que barones territoriales no sean percibidos próximos y fiables por la gente en sus territorios". De hecho, bastante tienen con tratar de justificar lo que desde La Moncloa se decide, unas veces para contentar a nacionalismos de todo pelaje, otras a la izquierda más radical y, la mayoría, por estigmas ideológicos o amiguismos impropios de un partido que transita en la socialdemocracia.
Zapatero, ensimismado, cada vez más alejado de la realidad, en este preciso instante anda contaminado del síndrome de La Moncloa, es decir, de una soberbia que gastan los presidentes cuando ganan dos elecciones generales seguidas y que les hace creerse aristócratas descendientes de la misma pierna de El Cid Campeador. "Todos estamos equivocados, menos él", señalan las fuentes socialistas.
Tras el golpe del 7-J su respuesta asusta: castigar a los españoles con una subida inmediata de impuestos al consumo de tabaco y carburantes. "No me apoyáis, pues a pagar y, encima, ahora os decimos de sopetón que la crisis va a ir a peor", tal parece el mensaje que sale del presidente sólo cinco días después como reacción a su derrota.
El problema es que los que conocen de cerca al líder socialista hablan de que este es un comportamiento "muy suyo". Que le pregunten a los compañeros que ha ido dejando en la cuneta "por toserle": Borrell, Narbona, Maragall, Marín, Rodríguez Ibarra, Leguina, Rosa Díez, Guerra, Paco Vázquez, Clos, Jordi Sevilla, Carmen Calvo, entre otros. Que le pregunten a Felipe González cómo se las gasta quien ahora ocupa el puesto que él mismo ocupó. Si Sarkozy propone al socialista español González para presidir la UE en noviembre, pues aquí, en España, donde manda Zapatero, se apoya la reelección del democristiano portugués Durao Barroso, el cuarto jinete de la foto de las Azores. Coherencia zapateril: "Al enemigo ni agua". Y en este caso, el enemigo de ZP parece ser el "compañero" Felipe.
fuente:http://www.elsemanaldigital.com/
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