Naranjas caídas de ciudad,
pronto seréis pisadas
o aplastadas por los coches.
  Vosotras, que fuisteis azahar
un día, aroma urbano, gloria del aire,
esplendor de la fronda 
y ornato impar de esta calle
que ahora tan sólo el asfalto, 
os ofrece, el cemento frío
del invierno y la soledad.
  Ningún dios piadoso
vendrá ya a recogeros,
Y no podréis ser nunca
flor de cumplido frutero
en mesa ninguna
de bodegón doméstico.
  Naranjas caídas de ciudad, 
Requiem por vosotras canto,
esperando que hasta algún dios
le llegue y de vuestra triste
suerte se apiade, y os deposite
para siempre en la memoria
de quién, al paso, os vea y 
breve momento os conceda.
Amén

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