domingo, 3 de septiembre de 2017

Mas Cosas de Hilario y otras parecidas




Pero hay algo que, estando muy lejos de ser lo más poético o bello a ojos ajenos, ni con más mérito estético que haber juntado azarosamente versos de nueve, escribí hace tiempo, cuando aún había tiempo, y en un tiempo que ya va pareciendo otro. Mirando el whatsapp veo que hace aproximadamente tres meses que dormimos juntos por última vez. Desde incluso entonces, lo último que eché en falta es lo que parecería obvio. Y es que lo obvio, a menudo, nos hace engañarnos. Risa, abrazos, desayunos tardíos. Eso sí me hace llorar de nostalgia. 

Como siempre, tarde (hay cosas que nunca cambian), ahí va. Cerramos capítulo de recuerdos en red social alguna. Mi 2o mayor pecado es no habértelo dicho o hecho sentir. Lo publicable puede que algún día, en otro formato. Esto "sólo" son los restos de mis entrañas buscando las tuyas por última vez. (1/2)






Antes que el tiempo languidezca

Antes que arrastre la tormenta
Antes que yo no sea tu él
Antes que desvistas mis labios
Antes que se borren las nubes
Antes que la tarde anude el zinc
Antes que te cuente otro cuento
Antes que me prepares un bentō
Antes que te mire sin decir
Antes que cercene tus alas
Antes que los sueños se vayan
Antes que me digas que quieres
Hamburguesa con extra de más.
Antes que me quede sin sangre
Antes que yo te eche otra foto
Antes que te enseñe otro sitio
Antes que te bebas mi cuello
Antes que me enseñes tu cuerpo
Antes que este rayo me parta
Antes que tú te olvides de mí
Antes que te mudaras lejos
Antes que olvide tu aroma sin fin
Antes que dejes de pensarme
Antes que olvides que no huelo
Antes que no me eches de menos
Antes que te deje de extrañar
Antes que tus pestañas caigan
Antes que el alba bese tu ojo
Antes que otros sean el alba
Antes que se acerque el invierno
Antes que se nos pare el reloj
Antes que dejes de mirarme
Antes que te enseñe a conducir
Antes que me enseñes a querer
Antes que pierda toda esperanza
Antes que mi palabra excuse
Me he de mostrar sin pena ante ti.
Antes que te ordene mi casa
Antes que te limpie mi coche
Antes que juegues con mi gato
Antes que vengas a mi cama
Antes que haga ejercicio o taichí
Antes que me ganes al Cluedo
Antes que la música suene
Salva mi mundo de las llamas.
Antes que aprenda a maquillarte
Antes que me arañes la espalda
Antes que te llame mi vida
Al borde del abismo otra vez.
Antes que nos echen del curro
Antes que pierdas el interés
Antes que no te haga espaguetis
Antes que digas "abrázame"
Antes que me digas vete ya...
Antes que hable y rompa el silencio...
Déjame decir antes, ahora
y siempre obicham te, Mary Blue. (2/2)




























Un amigo muy inteligente me dijo hace poco que no había por qué avergonzarse de publicar casi todas tus banalidades en una red social, y que facebook era el diario de nuestro tiempo. De hecho, al menos aquí hay quién cuida lo que escribe. Hay diarios que apestan. Correremos un tupido velo por los que publican historias de copypaste y confeti en instagram, y se escandalizan por algo de existencialismo melancólico.

Mi día no ha sido muy fructífero, querido diario.

Así que voy a hablar de otra cosa.
Voy a hablar de Murcia, que la echo de menos.
¿Y qué coño hago aquí entonces? Pues echarla.
Pero de menos.
Echo de menos, especialmente, esa charca de lodo
verde que se viste de zinc por la tarde
y deja de oler mal en el recuerdo y las fotos.
Aquella cerveza que nos tomamos en el muelle
cuando estaba perdido en mis roturas.
Pasear de noche por un pueblo fantasma mientras
solo la luna espera y las estrellas acompañan
el humo de un cigarro en un parque de bancos mojados. 
Echo de menos volver y que no haya nadie, aún sabiendo 
que tan cerca estabas.

Salir a las ocho por la rambla hasta la base y oir
el clac de mi rodilla a cada trote, el plaf goteroso
por la cara, y el sol llenando mis pulmones. Aquí
los símbolos son otros, más anémicos
-no hay olivares de madrugada-.
Quizás este decadente tumulto de vidas saturadas
haya llamado a la puerta de mi descorazonado espíritu, 
henchido de plomo y cal por sus requiebros. 
O no. Hay otra llamada anterior a mí,
a la que de algún modo, tú tampoco escapaste.



Hasta la próxima árboles
hojarasca en moqueta

bancos y jaspe.



Hasta siempre números

vocales del tobogán

Pocoyó, Lula y Pato.


Hasta nunca, quizá
tu imagen, conmigo
bajo bóveda celeste.

Hasta siempre farolas,
columpios chirriantes,
papeleras con plástico.

Hasta que volvamos a vernos,
yo no sea el mismo, y no 
hayas cambiado.









Lo quiero menos así y más como... todo lo contrario 
¡Qué linda! ¡Cuanta ternura me das! mm no, mentira. Qué ingenua que eres por favor, ¿En serio crees que te está mirando porque le pareces linda, o le gustas? Ay pobre chica, te está mirando y está pensando en lo horrible que sos, en la grasa que tenés, en toda tu gordura, en como te salen rollos por donde sea que se te mire, ¿Y luego de eso sabés que hará? Se irá con la chica mas linda y con sus amigos a burlarse de ti, porque lo único que generas es burla y asco. Te pido por favor que tengas solo un poco de dignidad y te vallas, no te ruborizes, nadie te está halagando, vete, ¡vete ya! Vete y has hasta lo imposible para que esos rollos asquerosos desaparezcan, para que las burlas queden en el olvido, para que la más linda pase a ser la más fea, ¡has todo y más!

No te frustres, la desesperación no te permite ver las cosas con claridad. Afronta los problemas con paciencia, a veces las respuestas aparecen en el momento y el lugar menos esperados.
— 
blob:https://web.whatsapp.com/ef14f1ab-e3cf-4d36-b3bb-4fe6ed13492c


Le deseo lo mejor a quien fue una mierda conmigo y no se dio cuenta. O quizás sí, pero le dio igual.
A mess

Nunca te transformes en una brisa suave cuando naciste para ser huracán.
— (via la-chica-de-las-inseguridades)
Fuente: 
Es como 
si el amor 
se burlara de mi 
todo el tiempo.
— 
Brenda Ramírez. (via buscando-letras)



Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es»,
dijo, torciendo el mostacho,
«que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo, y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho».

Nicolás Fernández de Moratín
Fuente: 

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