miércoles, 5 de noviembre de 2014

De noche en Avenida Acacia

De noche en Avenida Acacia

Melancólica luna, de alcohol y 
miel
creciente sonrisa de profidén 

sideral
atenta esta noche a Venus, 
cántale
que las demás estrellas le 
harán las palmas.


Manto opaco de brillantes arcas
quietud sonora e intercesoria 
letanía
sortilegio soluto de espumosa 
nube 
que rampa la nicturia por el 
insolvente mundo.


Arrecido asfalto sin cantar de
ranas.
Moradas vendadas de ventanas 
moradas.
Tejas rojas y amarillentas
persianas; 
de par en par, unas abiertas,
otras a cal y llanto cerradas.
Y tras hiriente y desvelado 
canto 
de sirena anunciando basura,
son de olores que trae el 
camión-cascaruja.


Ralentiza el sonar del barco 
errabundo
que habita la turbia botella 
de orines del vagabundo.
Así, en tu lejano y cristálido 
castillo
'apelúsate' niña, duérmete ya 
mi bien,
que todo son camas de plumas 
con pompas de jabón
de culo en pompa y sabor a 
membrillo.


Aunque nada importa si nada 
hay fuera
y sólo se sepa que nadar se 
sabe,
mucho mejor -para ahorrar 
aliento- es callarse;
ir cerca del banco de peces 
gordos, muy 'escondío'
siempre con la aleta puesta en 
no ahogarse
¡Ya que aún reventaras como un 
ciquitraque,
bajarán raudos la corriente del 
río!


Dos enamorados velan 
tu cadáver, acaramelados en el 
número 28 
de la Avenida de la Acacia, 
pórtico E de la Gloria, 
mientras los cangrejos golismean y sorben los vasos 
sanguíneos 
de dos ojos reventados.



Hilario Martinez Peñafiel



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