martes, 18 de enero de 2011

La tremenda jeta de El País y Público

Ecos del ataque a Pedro Alberto Cruz en la prensa nacional

Martes 18 de enero de 2011 9:22h 
 
Comentaba aquí ayer que tras la brutal agresión contra Pedro Alberto Cruz, El País aún no le había dedicado un editorial al asunto como sí hizo hace una semana con la matanza de Tucson para vincularla con el Tea Party, a pesar de que el autor de esos crímenes tiene un perfil ideológico radicalmente opuesto al de ese movimiento liberal-conservador. Después de acusar a un colectivo ya no sólo sin pruebas, sino contra los datos existentes sobre el asesino de Tucson, hoy El País editorializa por fin sobre lo ocurrido en Murcia y lo hace, precisamente, para arremeter contra el PP, al que acusa de “temerario” por lanzar “graves acusaciones” y por señalar “una responsabilidad colectiva para un delito”. Es más: El País dice que el “único propósito” del PP es “estigmatizar a los adversarios políticos”.
El País acusa al PP de hacer lo mismo que hizo el diario de PRISA contra el Tea Party
El diario de PRISA añade, además, que en un Estado de Derecho “corresponde a los tribunales investigar delitos tan graves” y en ese marco, acusa al PP de “exacerbar los ánimos propagando acusaciones mientras la justicia trabaja”. Es decir, El País acusa al PP de hacer lo mismo que El País hizo con la matanza de Tucson, con una salvedad: para sostener su campaña difamatoria contra el Tea Party el periódico de PRISA ocultó las afinidades izquierdistas de Jared Lee Loughner, incluso presentándolo falsamente como un radical antiabortista, mientras que las sospechas del PP de que los agresores de Cruz procedían de la izquierda parecen confirmarse tras la detención ayer de un ultraizquierdista en relación con esa paliza, un dato que El País no menciona en su editorial aunque sí lo da en la noticia de la detención.
Es indignante ver al periódico de PRISA dando lecciones de ética y de prudencia después de su grosera campaña de difamaciones contra el Tea Party, una sucia maniobra de agitación en la que El País llegó a acusar a Sarah Palin de “antisemita” por usar una expresión contraria al antisemitismo. Después de todo aquello, el editorial de hoy de El País es un grandísimo monumento a la cara dura.
Público vuelve a sacar la consigna de la “crispación” contra los compañeros del agredido
Ya puestos a hablar de la desfachatez de ciertos medios afines al gobierno, no quiero dejar pasar el titular propagandístico que pone hoy en portada el periódico de Mediapubli. Esa fábrica de consignas -me niego a llamarlo periódico- no tiene reparos en acusar al PP de querer “sacar partido” de la brutal agresión que ha desfigurado a su dirigente murciano. Además, sin el menor pudor y dejando a un lado la confesión de Zapatero de que le convenía “que haya tensión” (una declaración a la que el diario progre restó importancia en su momento, encuadrándola entre las “meteduras de pata” y no entre las estrategias políticas), Público lanza contra el PP la vieja consigna monclovita de la “estrategia de la crispación”. Oh, casualidad, el panfleto ultraizquierdista hace esto horas después del anuncio de Jáuregui de un órgano de censura para perseguir a los medios que “crispen”. Toda una indirecta para los medios que se atrevan a secundar las tesis de la oposición, sí señor.
El diario de Mediapubli también da noticia de la detención ayer de un sospechoso. Según Público, el detenido es “un ultra del fútbol”, con lo cual uno tiene la impresión de que más que un joven afín a la extrema izquierda, en realidad procede de los colectivos críticos con el gobierno a los que Público siempre añade el prefijo “ultra”: conservadores, liberales, católicos, providas, etc. En este sentido, tampoco me parece casual un detalle: Público omite el dato de que el detenido es un ultraizquierdista, información que recogen hoy multitud de medios, pero que también han decidido omitir otros diarios afines al gobierno como El Periódico de Cataluña, 20 Minutos y El Plural. Curiosamente, los dos primeros lectores que comentaron esa noticia de Público le reprocharon que oculte ese dato:
bolivariano, 17-01-2011 16:22: “A Público se le olvida decir que pertenece a la exrema izquierda.Un olvido lo tiene cialquiera.”
albertoMadrid 17-01-2011 16:29: “Lo mismo digo, publico no menciona que es miembro de un grupo de extrema izquierda.
Donde estan ahora todos los que decian que este era un montage de la derecha.”
Ambos comentarios han recibido una lluvia de votos negativos de otros lectores, quedando ocultos a primera vista. No ocurrió lo mismo ayer con la noticia sobre el asunto publicada en ese diario horas antes de esa primera detención. En el comentario más votado por los lectores se leían cosas como éstas: esta gente de derechas son terroristas de la palabra. (…) Quien nos asegura que no han sido ellos los responsables de la agresion ya que el procedimiento coincide con sus actuaciones. Traidores, trileros y golpistas.” Un comentario despreciable pero muy en la tónica con buena parte de los lectores que frecuentan ese diario. Recordemos, sin ir más lejos, los comentarios a favor de la brutal dictadura norcoreana hace un par de meses. Desde luego, a Público no le hace falta ir muy lejos para encontrar a lo peor de la crispación política: le basta con leer los comentarios de su edición digital.

«Este ataque ha sido un atentado terrorista»

El consejero agredido se lamenta en una entrevista a «La Verdad» de que le han puesto «en la diana con una campaña de desprestigio.
Día 18/01/2011
Mirándole a la cara, la primera impresión es que ha tenido mucha suerte. Un fuerte derrame en su ojo izquierdo delata la brutalidad de los golpes que pudieron haberle dejado sin visión. El resto del arco ocular oscuro. Debajo, la cicatriz de la intervención quirúrgica que oculta un mini implante de titanio para soldar las fracturas internas. Los cirujanos se han esmerado. El pómulo y parte de la mandíbula un poco desfigurados... Pero la mayor herida del paciente de la habitación 515 es un «por qué». El consejero de Cultura Pedro Alberto Cruz trata de encontrar una explicación a su agresión. «En los últimos tiempos me han puesto en la diana, queriendo desprestigiarme. No lo entiendo, porque nunca me he metido con nadie». «He sufrido un atentado terrorista», comenta más adelante para sí mismo, con la mirada un poco perdida.
Cruz comparte sus reflexiones con este periódico ignorando que en esos momentos la Policía está interrogando a un sospechoso. Sobre la mesilla hay un enorme jarrón de flores. Tiene esparcidos sobre la cama los periódicos del día, con lecturas interrumpidas en varias páginas. Comenta que algunas cosas que está leyendo y escuchando no le gustan, pero no concreta cuáles. «Lo importante es mantener la calma y la tranquilidad. Espero que esto se sosiegue», recalca el consejero.
Acaba de recibir las llamadas de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y del titular de Industria, Miguel Sebastián, para interesarse por su estado. No han sido los únicos del Gobierno central y de amigos de la Cultura, como el ex ministro César Antonio de Molina. Lo comenta con agradecimiento y satisfacción, ya que lo que mejor le ayuda en estos momentos es la avalancha de visitas, llamadas y adhesiones que está recibiendo. «Luego vendrá la depresión post parto», bromea. El titular de Cultura, 38 años, se mantiene entero, aunque percibe que tendrá momentos duros y complicados dentro de unos días después de  abandonar el hospital. Quiere compensarlo con la vuelta al trabajo lo antes posible.
Su primera intención ha sido acudir el jueves a la Feria de Fitur de Madrid, pero todo el mundo se lo ha desaconsejado y ha desistido. Su mujer Mercedes Alarcón organiza las visitas que llegan a la quinta planta del hospital Reina Sofía de Murcia, vigilada por dos guardias de seguridad. Son incesantes. Compañeros del Partido Popular, cargos institucionales y sobre todo muchos amigos, camaradas y colaboradores del mundo de la cultura y el arte.
El consejero se ve sobrepasado por la repercusión nacional que ha tenido el ataque que sufrió el sábado, el primero de estas características contra un alto cargo autonómico en medio de un clima sociolaboral de protestas callejeras muy complicado, particularmente en Murcia, que ha servido de caldo de cultivo para algunos radicales.  Cruz no alberga dudas de que los violentos han aprovechado la atmósfera de estos días para consumar su ataque.
Comenta que ha sido señalado desde tiempo atrás por la oposición y por determinados grupos como el «sobrinísimo» de Valcárcel con el objetivo de hacerle más daño político y personal al presidente de la Comunidad. Eso es lo que le ha puesto en el «pimpampum», sobre todo después de la aprobación de la ley de recorte de gastos y las protestas de los funcionarios. Cruz estaría muy honrado de ser el sobrino del presidente, pero no lo es, recalca. Es hijo de un primo de la mujer de Valcárcel. Con todo, está convencido de que han ido a por él por ser «el sobrino».
«Nadie me regaló nada»
«En una ocasión le dije a Begoña García Retegui, candidata del PSOE a la presidencia de la Comunidad, por qué insistía en llamarme sobrino y sobrinísimo, sabiendo perfectamente que no lo era». «Nadie me ha regalado nada. Saqué muchas matrículas de honor en mis estudios, tengo doce libros publicados sobre arte. Todo me lo he ganado con mi trabajo», indica para defenderse de las acusaciones de favoritismo.
«Me han puesto en la diana pero nunca me he metido con nadie. Nunca me habrán visto atacando a ningún partido de la oposición. He actuado con respeto a todo el mundo. Entiendo que algunas gestiones puedan resultar polémicas, y que puede gustar más o menos lo que hago, pero todo se resuelve dialogando y manteniendo una controversia sana».  El consejero ha provocado una revolución en  el mundo cultural regional con apuestas como Manifesta y la campaña Región de Murcia No-Typical para promocionar la imagen de la Comunidad, que ha tenido y tiene sus partidarios y detractores. No ha dejado indiferente a nadie. Como sus gestiones para el desembarco del parque temático de Paramount Pictures.
Piensa que hay mucho veneno contra él  y otros consejeros en determinados foros de Internet que han alimentado la campaña de acoso. Precisamente la dirección popular ha presentado una denuncia para que se investiguen ciertos mensajes y se ponga freno a la impunidad de quienes se refugian en el anonimato alentando acciones violentas. Cruz no tiene  ni idea de quiénes le agredieron. Solo percibe odio, intolerancia y fanatismo en el ataque. No establece ninguna vinculación con los sindicatos ni las protestas de los funcionarios. Con el pijama azul del hospital y una zapatillas a juego se recuesta en el sillón rememorando los instantes que tiene más claros de la agresión que sufrió junto a su domicilio, como si a fuerza de repetir la secuencia a todos los que le visitan –centenares de personas en los tres últimos días– encontrara una especie de autoyuda.