@Alberto Mendoza. Sevilla.- 23/01/2011 (06:00h)
La clase política es, después del paro y la economía, el mayor problema para los españoles. Solo este rechazo social hacia los políticos, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy suspenden por igual en las encuestas, parece amenazar la victoria del PP en las próximas elecciones. Por ello, los populares han decidido rentabilizar este malestar y hacer de la austeridad el eje de su Convención Nacional. “La nueva política es un lenguaje comprensible, evita la ostentación y los privilegios, es atenta, educada y plural”, resumió ayer Esteban González Pons.
Ante la amenaza de verse arrastrado por la corriente que pide terminar con las prebendas de los cargos públicos, Rajoy se ha situado a la vanguardia de este movimiento. Ayer anunció que propondrá la revisión de las pensiones de diputados y senadores, para eliminar “aquello que pueda suponer un privilegio con respecto al resto de los españoles”. Actualmente, a los parlamentarios les basta ocupar su escaño siete años para garantizarse el 80% de la pensión máxima, a la que llegan con más de once años en la Cámara.
Se trata de un cambio radical en la política de los populares, que hasta ahora se han negado dos veces en el Congreso, a propuesta de Rosa Díez, a eliminar estos privilegios de los diputados. De hecho, la última vez que los órganos de gobierno de ambas cámaras rechazaron la iniciativa de UPyD fue el pasado 21 de diciembre. Entonces, la urgencia electoral no había llegado a la cúpula del PP, ni se había conocido el millonario fichaje del ex presidente José María Aznar por Endesa, compatible con su sueldo público vitalicio.
La propuesta de Rajoy se suma a la batería de medidas que los populares han presentado en Sevilla para reducir el gasto de las diferentes administraciones. El objetivo es recordar al electorado que el PP fue capaz de crear empleo y gestionar con eficacia durante los ocho años de Gobierno de Aznar, y que ahora es el momento de volver a hacerlo para salir de la crisis.
Así, Rajoy culpó a la izquierda de “haberse pasado” contratando asesores y personal de confianza, por lo que se comprometió a reducir, “por lo menos a la mitad”, el número de cargos elegidos con criterios políticos. Asimismo, el PP insiste en la necesidad de imponer un techo de gasto y endeudamiento a las comunidades autónomas, medida que derogó José Luis Rodríguez Zapatero en 2004.
En esta línea, Soraya Sáenz de Santamaría planteó una profunda reforma de las administraciones, comenzando por el número de organismos, altos cargos, teléfonos móviles y coches oficiales. Las comunidades autónomas serán las primeras en experimentar estas medidas de austeridad, en caso de una victoria popular el próximo mes de mayo. “Se trata de analizar el modelo en términos de costes y beneficios, de solucionar sus disfunciones y sus ineficacias, y de mejorarlo mediante la racionalización, la cooperación, la coordinación y la eliminación de lo que es superfluo, redundante y oneroso”, explicó Pío García-Escudero.
Aguirre abandona la Convención antes de lo previsto
A diferencia de los cónclaves de años anteriores, marcados por la inestabilidad interna, los 3.000 militantes populares disfrutaron de una Convención centrada en la definición de su proyecto político. No obstante, la calma no fue absoluta. Los ecos de Francisco Álvarez Cascos, presentando su nuevo partido en Asturias, llegaron hasta la capital andaluza. Además, Esperanza Aguirre abandonó a mitad la mesa redonda en la que participaba bajo el título “más sociedad, mejor gobierno”.
La presidenta madrileña aprovechó su breve intervención para sumarse a la iniciativa anunciada por Rajoy para acabar con los privilegios de los parlamentarios. “No me parece bien que los parlamentarios que aprueban la congelación de las pensiones aprueben la pensión máxima para ellos mismos. Y me parece muy bien lo que ha dicho Rajoy”, aseguró. Pero, inesperadamente, se marchó del escenario donde también estaban González Pons, Alberto Núñez Feijóo, García Escudero o la flamante candidata por Asturias, Isabel Pérez-Espinosa.
La explicación oficial fue que Aguirre debía tomar el AVE a las 18 horas, aunque eligió ese horario sabiendo a priori que, probablemente, el acto no habría acabado todavía. Tampoco asistirá este domingo al discurso de clausura de Rajoy. Un borrón para la Convención en la que el líder del PP pudo presumir de unidad, y comprobar la euforia que impera en las filas populares.
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