Sábado 19 de Junio de 2010
“El hombre comprometido”, titula hoy el diario ultraizquierdista Público en portada. “José Saramago, el Nobel del compromiso”, titula en la suya el periódico progre El País. En fin, soy cristiano y no me alegro de la muerte de este hombre, pero me repatea esa tendencia de santificar a alguien simplemente porque se ha muerto. Saramago se pasó los últimos 40 años jactándose de ser comunista, es decir, de sostener una ideología que ha dejado a su paso 100 millones de muertos. En consonancia con sus ideas, llegó a afirmar que la democracia “es una tomadura de pelo”. Eso sí, en 2005 firmó un manifiesto de apoyo a la dictadura castrista en el que se afirmaba, en un desprecio brutal por la verdad, que bajo ese régimen “no ha existido un solo caso de desaparición, tortura o ejecución extrajudicial”.
El compromiso de Saramago no se limitó a rechazar la democracia, sostener una ideología totalitaria y apoyar a la dictadura castrista. El escritor portugués también equiparó el exterminio de millones de judíos a manos de los nazis con las ofensivas de Israel contra el terrorismo palestino, una muestra de repugnante antisemitismo que sintetizó en una frase, “Palestina es como Auschwitz”, que provocó una profunda indignación en Israel, donde todavía viven muchos supervivientes del Holocausto. Paralelamente a su judeofobia, Saramago profesó una creciente y visceral cristianofobia plasmada en insultos, blasfemias y todo tipo de ataques contra los católicos, una actitud ofensiva que provocó un amplio rechazo contra él en su propio país.
“Estalinista convencido, es uno de los hombres que más se ha equivocado en sus análisis a lo largo de la historia”, escribía sobre él Pilar Rahola el año pasado, retratándolo con gran acierto: “es el ejemplo más inequívoco de intelectual obtuso, encerrado en sus prejuicios, incapaz de variar un ápice las ideas que le habían llevado, tiempos ha, a defender algunas de las dictaduras más atroces”. Lo irónico es ver hoy a los diarios izquierdistas de PRISA y de Mediapro subiendo a Saramago a su santoral ateo, si tenemos en cuenta que el Nobel portugués afirmó en 2007: “Hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda”. En fin, para que no protesten mis lectores progres -que los hay-, confieso que al menos he encontrado algo en lo que el difunto escritor y un servidor estábamos más o menos de acuerdo.
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