viernes, 19 de marzo de 2010

Bibiana Aído propuso ayer por la mañana que el feminismo sea una formación troncal en las universidades

Olvidando que éstas tienen autonomía para diseñar sus programas. Algunos lo han interpretado, entre risas, como la última chorrada de una ministra que no es muy inteligente. Pero lejos de tomárselo a guasa, por la tarde el Ministerio de Educación calificaba como “positivo” lo formulado por Aído
Es decir, que para el gobierno es positivo imponer su ideología en las universidades, violando la libertad de pensamiento y de educación. Nos gobiernan unos iluminados que no sólo se creen en posesión de la razón, sino que se creen con derecho a imponer sus opiniones a los demás. Pero lo peor, con todo, creo que no es eso, sino cómo lo asumen algunos.
Por desgracia, el afán del PSOE por imponer su ideología en la enseñanza no es nuevo. A ese esquema totalitario responde la materia de adoctrinamiento puro y duro que han disfrazado con el nombre de “educación para la ciudadanía”, una imposición que acaba de ser llevada al Tribunal Europeo de Derechos Humanos por trescientos dos padres españoles. Trescientos dos valientes que saben que no pueden renunciar a su libertad en la ingenua confianza de que el Estado, en su vorágine intervencionista, dejará ciertas islas de libertad en la enseñanza privada o concertada. Trescientas dos personas, en fin, que no se conforman con que les dejen en paz a ellos mientras oprimen a los demás.
En el lado opuesto a ellos nos encontramos a quienes optan por transigir con las imposiciones, conformándose con “cristianizar” la EpC, o que se resignan a vestir con otras prendas la imposición de la ideología de género en forma de educación sexual a niños y niñas desde los 11 años, un acto de pederastia ideológica a manos del Estado que se va a instaurar al amparo de la nueva ley del aborto. Abusos totalitarios como éstos merecen una resistencia civil activa, y no simples apaños para convertir las paredes de ciertos colegios en profiláticos frente a las imposiciones del Estado, como si éste se fuese a detener ante simples paredes y como si no importasen las familias que carecen de los recursos necesarios para mandar a sus hijos a esos colegios.
Eulogio López definía ayer esto como “Guantánamo educativo”, con gran acierto. Hay que recordar, además, que esta situación no se limita a imposiciones de tipo moral, sino que también afecta a la imposición lingüística en comunidades como Galicia, donde ciertos colegios concertados y privados se conforman con que el gobierno regional del PP haga la vista gorda y no les incordie enviando a los inspectores educativos a hacer de comisarios lingüísticos, sin pensar en que algún día ese gobierno puede cambiar de color, volviendo al acoso permanente que tuvimos hasta que el PSOE y el BNG abandonaron la Xunta. Se trata de una visión cortoplacista que, al fin y al cabo, sólo sirve para aplazar y no para resolver el cada vez más grave problema de falta de libertad que estamos viviendo en España.


Fuente:  http://www.outono.net/ 

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