jueves, 15 de octubre de 2009

Friedrich, el trazo de una naturaleza divina




Un todo natural
“Cada manifestación de la naturaleza, registrada con precisión, dignidad y sentimiento, puede llegar a ser arte”. No se equivocaba, con este conjunto de dibujos descubrimos que cada uno de ellos estaba destinado a ser, no una imagen copiada a lienzo, sino un detalle en uno de esos misteriosos paisajes creados en su estudio. Y curiosamente el resultado pretendía que la mirada del espectador no se detuviese en los detalles, sino en el todo utilizando las técnicas de la llamada perspectiva romántica de la que Friedrich fue uno de sus cultivadores


Paisaje con figura al fondo
La figura humana tuvo poco protagonismo, al terminar siempre absorbida por una naturaleza inabarcable. Pero al comienzo de la exposición tiene algunos pequeños ejemplos que muestran gestos reposados o ensimismados. Es el caso de este Estudio de una mujer tumbada leyendo de 1801, que refleja a la perfección los ideales románticos de dejarse invadir por la naturaleza, de gozar individualmente.
 







Dibujos de un gran romántico 
Los primeros coletazos del romanticismo tuvieron una figura clave: Caspar David Friedrich. Eso sí, no fue hasta más tarde cuando realmente se le concedió la importancia que merecía. En 1992, el Museo del Prado ofreció su primera gran antológica en España, y de esta manera se acercaba a un público que no tenía tantas herramientas en la mano como las de internet con las que ahora contamos. Por eso la Fundación Juan March se propone otro objetivo al dedicarle en estos 
 tiempos interactivos una pequeña muestra a sus dibujos: acercar al público de una manera muy divulgativa el trabajo en papel de un pintor muy influido por las ideas panteístas. Hasta el 10 de enero se podrá contemplar en sus salas renovadas.



 Artista melancólico
 “Tenía una expresión melancólica, muy suya, en un rostro casi siempre empalidecido” Así definía a Carl Gustav Carus en 1865 a Friedrich. En su gesto mucho tendría que ver un trauma que marcó su vida: su hermano Christoffer muere ahogado al intentar salvarle del agua. En su época de estudiante, en la que el dibujo ocupó una parcela mucho mayor que la pintura, tuvo la influencia decisiva el pietismo panteísta del poeta y pastor Gotthard L. T. Kosegarten.




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