Un todo natural
“Cada manifestación de la naturaleza, registrada con precisión,  dignidad y sentimiento, puede llegar a ser arte”. No se equivocaba, con este  conjunto de dibujos descubrimos que cada uno de ellos estaba destinado a ser, no  una imagen copiada a lienzo, sino un detalle en uno de esos misteriosos paisajes  creados en su estudio. Y curiosamente el resultado pretendía que la mirada del  espectador no se detuviese en los detalles, sino en el todo utilizando las  técnicas de la llamada perspectiva romántica de la que Friedrich fue uno de sus  cultivadores
Paisaje con figura al fondo
La figura humana tuvo poco protagonismo, al terminar siempre  absorbida por una naturaleza inabarcable. Pero al comienzo de la exposición  tiene algunos pequeños ejemplos que muestran gestos reposados o ensimismados. Es  el caso de este Estudio de una mujer tumbada leyendo de 1801, que  refleja a la perfección los ideales románticos de dejarse invadir por la  naturaleza, de gozar individualmente.
 Dibujos de un gran romántico 
Los primeros coletazos del romanticismo tuvieron una figura clave: Caspar David  Friedrich. Eso sí, no fue hasta más tarde cuando realmente se le concedió la  importancia que merecía. En 1992, el Museo del Prado ofreció su primera gran  antológica en España, y de esta manera se acercaba a un público que no tenía  tantas herramientas en la mano como las de internet con las que ahora contamos.  Por eso la Fundación Juan March se propone otro objetivo al dedicarle en estos 
 tiempos interactivos una pequeña muestra a sus dibujos: acercar al público de  una manera muy divulgativa el trabajo en papel de un pintor muy influido por las  ideas panteístas. Hasta el 10 de enero se podrá contemplar en sus salas  renovadas.  “Tenía una expresión melancólica, muy suya, en un rostro casi  siempre empalidecido” Así definía a Carl Gustav Carus en 1865 a Friedrich. En su  gesto mucho tendría que ver un trauma que marcó su vida: su hermano Christoffer  muere ahogado al intentar salvarle del agua. En su época de estudiante, en la  que el dibujo ocupó una parcela mucho mayor que la pintura, tuvo la influencia  decisiva el pietismo panteísta del poeta y pastor Gotthard L. T. Kosegarten.



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