Querida Rosa:
   ¡Que  bien  os  han  educado!:  y no  sé  si  los  “maestros  de  la  republica”;  o  los  “maestros  de  la  época  de  Franco”  o  qué  “maestros”…   Pero  la  verdad  es  que  decís  todos  lo  mismo  y  los  mismos  tópicos,  o  las  mismas  bobadas.
Sin  duda  no  habéis  sido  “educados”  por  maestros  sino  por  doctrinarios,  pues  estáis  aquí  para  impartir  doctrina,  y tú  también.
   ¿Sabes?  Casi  nunca  veo  la  tele,  porque  no  tengo  tiempo,  pero  un  día  te  vi  en  el  programa  de  “La  Noria”:  no   sé  si  es  buen  o  mal  programa,  pero  sí  me  extrañó  y  hasta  me  escandalizó  que  a la  pregunta  sobre  qué  te  parecía  el  Sr.  Felipe  González,  dijeses  que  “fue  un  gran  estadista”  (creo  que  es  expresión  literal  –  después  de  eso  apagué  la  tele,  pues  no  quería  seguir  escandalizándome).
Un  gran  estadista,  como  sabes,  es  un  hombre  de  Estado,  que  está  por  encima  del  Parlamento,  y de  todas  las  instituciones  del  país,  pues  ya  el  Estado  las  “sintetiza”  todas:  a  esos  hombres  se  les  llama  también  “Caudillos”,  puesto  que  encarnan  al  Estado,  como   fuente  de  normatividad.
Como  sabes,  al  General  Franco  también  sus  seguidores  le  decían  que  era  un  “gran   estadista”.  Utilizaban  la  misma  expresión  que  tú  para  dirigirse  a su  jefe.  Ya  sabes:  “¡que  todo  cambie  para  que  nada  cambie!”
Pero  ya  te  has  situado  al  confesar,  vía  Caudillo,  que  el  Estado  es  lo  más  grande.  La  primera  consecuencia  es  que  el  Parlamento  es  un   “paripé”,  una  bobada.  Y la  segunda  consecuencia  es  que  lo  importante  es  “alcanzar  el  poder  del  Estado”,  para  después  impartir  la  doctrina  aprendida.  Antes  estaban  los  “golpes  de  estado”  para  acceder  a  ese  poder;  ahora  está  el  Parlamento,  pero  no  como  fuente  de  normatividad  sino  como  “puente”  para  llegar  al  Estado.  Con  lo  cual  el  Parlamento,  según  esta  visión  que  es  la  tuya,  será  siempre  “tutelado”  por  el  Estado.
De  ahí  tu  admiración  por  el  Estado  y  por  los  hombres  de  Estado;  pero  dime,  ¿no  te  enseñaron  en  tu  “escuela”  que  eso  es  lo  mismo  que  defendía  el  General  Franco?  O  sea,  que  tú   y tu  admirado  Felipe  González  defendéis  lo  mismo  que  estuvo  imperando  en  España  durante  cuarenta  años.  ¿Por  qué,  pues,  criticáis  al  régimen  pasado  si  tanto  lo  admiráis?
Bien  es  verdad  que  yo  soy  de  una  generación  que  no  “luchó”  contra  la  dictadura,  pero  sé  que  Franco  murió  en  la  cama,  o  sea,  que  aquellos  que  dicen  que  lucharon  contra  la  dictadura  tampoco  lucharon;  y  muchos  de  los  que  dicen  que  lucharon  han  querido  un  sistema  “igual”,  o  sea,  “un  Estado  fuerte”  en  el  cual  florezcan  los  “grandes  hombres  de  Estado”.
Con  estos  antecedentes,  ¿Cómo  dices  que  el  “centro  es  la  nada”?,  o al  menos  eso  es  lo  que  ha  salido  en  los  medios  de  comunicación  –  corrígeme  si  no  es  cierto.
Para  empezar,  el  eje  del  carro  no  está  en  el  Estado,  sino  en  el  Parlamento:  como  ves  mi  postura  está  a  años  luz  de  la  tuya  y de  la  del  General  Franco,  para  quienes  el  Estado  es  lo  más  “importante”.
Como  yo  no  estoy  en  esa  tesitura,  no  divido  el  mundo  político  y  social  en  “buenos”  y  “malos”,  pues  lo  emanado  del  Estado  es  eso:  los  que  están  en  el  poder  son  los  “buenos”  y  los  otros  los  “malos”.  Yo  busco  la  “representatividad”,  o  sea,  que  el  Parlamento  sea  plural  y  estén  representados  cuantos  más  mejor:  como  ves,  así  no  hay  “buenos”  ni  “malos”..
Claro  está,  como  para  ti  el  Parlamento  es  un “paripé”,  querrás  que  estén  sólo  dos  grupos  (el  tuyo  será  el  bueno,  y el  otro  el  malo)  que  accedan  al  Estado:  o  sea,  que  volvamos  a la  “alternancia”  como  en  el  siglo  XIX:  Cánovas  y  Sagasta,  Derecha  e  Izquierda,  buenos  y  malos.
Todo  lo  que  sale  de  ese  esquema  es…  la  nada.
Pero  no  es  un  problema  de  la  realidad,  sino  de  tu  óptica:  te  han  simplificado  la  visión  de  la  realidad,  para  que  confundas  tu  visión  con  la  realidad:  pero  son  cosas  distintas.
Rosa,  eres  de  una  generación  que  ha  simplificado  la  realidad  pero,  seguro,  porque  a su  vez  os  la  han   dado  simplificada.  No  es  cuestión  de  buscar  las  causas,  porque  no  podemos  “tirar  la  primera  piedra”;  es  cuestión  de  cambiar  el  modo  de  ver  las  cosas,  o  sea,  las  gafas  si  me  permites  la  metáfora  de  la  óptica.
La  visión  de  la  representación  dice  que  ha  de  estar  representado  todo  grupo  o  sensibilidad  en  el  Parlamento,  que  es  la  fuente  de  normatividad.  Si  la  realidad  social  es  rica  y  plural,  ¿por  qué  no  ha  de  ser  rico  y  plural  el  Parlamento?
Si  en  el  Parlamento   ha  de  estar  representada  toda  sensibilidad,  ¿por  qué  no  ha  de  estar  el  Centro  político?  Qué  sea  el  Centro,  es  otra  historia;  y,  sin  duda,  te  ha  perdido  en  tu  primera  acepción  la  educación  simplista  que  has  tenido.
Pero  no  es  un  pecado  político  sólo  tuyo:  tanto  el  grupo  de  la  derecha  como  de  la  izquierda  piensa  lo  mismo;  están  cortados  por  el  mismo  patrón:  la  alternancia.  No  acaban  de  creerse  lo  del  Parlamento  como  fuente  de  normatividad;  piensan  como  tú,  que  es  un  mero  paso  para  llegar  al  Estado.
Si  te  quitas  esas  gafas  y te  pones  las  gafas  “parlamentarias”  verás  que  hay  muchos  grupos  y  entre  ellos  está  el  Centro.
Te  han  educado  a  que  el  Estado  debe  solucionarlo  todo,  como  si  fuera  un  padre  que  cuida  de  su  familia:  Norberto  Bobbio  (sí  sabes  quién  es,  ¿verdad?)  remite  esta  idea  hasta  Aristóteles  (aunque  hayas  sido  adoctrinada,  sí  recuerdas  algo  de  Aristóteles).  Es  una  especie  de  “sacralización”  del  Estado.  Ahora  con  la  que  está  cayendo  con  el  tema  del  “laicismo”,  que  tú  defiendes  (¡como  no  podía  ser  de  otra  forma!),  verás  que  viene  como  anillo  al  dedo:  ¡el  Estado-padre  encarna  a la  sociedad-familia  formando  un  todo,  y  como  tal  no  puede  haber  separación  de  poder  religioso  y  político  porque  ya  no  sería  una  familia!
Pero  esta   visión  del  Estado  (laico)  anula  la  libertad  individual.  Claro  está  que  tú  la  considerarás  burguesa  y de  “derechas”;  pero  no,  la  derecha  es  otra  cosa,  y  no  debes  confundirla  con  el  Centro;  al  igual  que  yo  no  confundo  la  izquierda  socialista  con  la  izquierda  comunista.  Sé  que  os  han  educado  en  que  aquello  que  no  es  de  “izquierdas”  es  de  “derechas”,  o  sea,  en  la  distinción  entre  “buenos”  y  “malos”.  Pero,  querida  Rosa,  no  es  así  de  simple  la  realidad.
Apostar  por  la  libertad  individual  no  es  ser  de  derechas:  ¿o  es  que  tú  no  aceptas  dicha  libertad  individual?  Pues  tu  “Caudillo”,  al  que  tú  consideras  “gran  estadista”,  sí  la  acepta,  o  mejor,  sí  dice  aceptarla:  en  el  “conciliábulo”  de  Suresnes  renunció  a  unas  cosas  aunque  no  se  sabe  qué  otras  aceptó
Claro  está  que  en  España  todo  vale,  pues  como  no  hay  mucha   educación,  y sí  adoctrinamiento  en  “buenos  y  malos”,  es  igual  aceptar  una  cosa  que  la  contraria,  pues  el  adoctrinamiento  lleva  a no  analizar  críticamente  las  cosas:  nos  convierte  casi  en  ovejas.
Se  han  planteado  las  cosas  de  tal  forma  que  si  aceptas  la  “justicia  social”  tiene  que  ser  vía  Estado,  como  el  padre  con  la  familia,  y  hay  que  renunciar  a la  libertad  individual  ¡causa  de  todos  los  males!:  eso  sería  ser  de  “izquierdas”.  Pero  la  derecha  piensa  lo  mismo-contrario:  acepta  la  libertad  individual  de  la  cual  vendrá,  como  por  “encanto”,  la  justicia  para  todos.
Pero  con  ambos,  con  el  “padre”-Estado  y  “encanto”-libertad   sigue  habiendo  los  mismos  problemas;  porque  las  cosas  y  los  problemas  derivados  de  ellas,  Rosa,  surgen  por  el  enfrentamiento  y  por  la  contraposición  y no  por  el  aunar:  y  esa  suma  es  el  centro.
Claro  está,  desde  tiempo  inmemorial  te  han  educado  en  que  la  libertad  es  mala,  el  liberalismo  es  pecado:  con  un  Caudillo  y  con  el  otro.  El  otro  Caudillo  dijo  que  había  luchado  contra  el  uno,  pero  quedó  en  lo  mismo:  en  “gran  Estadista”,  o  sea,  dejó  las  cosas  como  estaban.  O  sea,  que  el  Estado  debe  ser  el  gran  padre  que  dé  de  comer  a  sus  hijos,  y si  algún  hijo  se  vuelve  díscolo  hay  que  traerlo  al  redil.
Pero  el  Centro  político  no  plantea  las  cosas  como  contrarias:  créeme,  se  puede  hacer  un  sistema  social  y  político  en  que   sean  compatibles  la  libertad  individual  y la  justicia  social:  y  eso  es  el  Centro,  Rosa.
Es  un  difícil  equilibrio,  pero  es  posible.  Te  podría  poner  ejemplos  de  “equilibrios  difíciles”  a  nivel  de  pensamiento,  y  los  frutos  riquísimos  que  han  dado,  pero  quizás  tú  no  los  entiendas,  pues  identificas  el  Centro  con  la  nada,  siendo  así  que  la  nada  no  se  entiende  para  las  mentes  mortales  (así  lo  dice  Santo  Tomás  y  Hakings):  pero  el  centro  sí  se  entiende,  porque  está  dentro  de  las  mentes  mortales.
Al  no  entender  tu  mente  lo  que  sea  el  centro,  se  ve  que  tu  mente  no  está  hecha  para  la  especulación,  y si  no  está  hecha  para  la  especulación  no  puedes  entender  las  cosas  prácticas  de  la  vida  diaria:  especulación  es  “espejo”,  y en  el  espejo  se  han  de  reflejar  las  cosas  reales,  de  lo  contrario  surgen  los  “fantasmas”.
El  centro  existe  y es  algo  concreto:  el  que  no  tenga  representación  es  otra  historia,  cuyas  causas  están  en  los  grandes  partidos  políticos  que  piensan  en  la  “alternancia”  y no  en  la  “representación”,  pues  no  tienen  muy  clara  la  idea  de  la  democracia:  y  por  lo  tanto,  todo  el  poder  de  los  medios  de  comunicación,  controlados  por  los  grandes  partidos   y  sus  prebendas.  Esa  es  la  causa  la  cual   imposibilita  así  la  pluralidad  y la  libertad,  en  la  que  no  creen.
Cómo  me  gustaría  que  nos  viésemos  y  charlásemos:  te  demostraría  que  esa  nada  que  tú  no  ves,  sí  existe  y  tiene  fundamento;  pero  me  temo  que  estás  más  pendiente  de  tu  imagen  que  a  quien  representas,  como  todos  los  políticos  españoles.
Un saludo
Antonio Fidalgo
Secretario Regional de Educación y Cultura del Centro Democrático y Social
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