VICTOR MANUEL,

¡QUIÉN TE HA VISTO Y QUIÉN TE VE!

Victor Manuel y Ana Belén, de poncho, en Siero, en un recital cuando defendían la legalización del Partido Comunista.

Hace años, con tu poncho, reclamando la legalización del PCE, cantando "Socialismo en libertad", ¡quién lo diría! ¡Menudo socialismo el que ahora defiendes! En fin, tú mismo dijiste en un entrevista, refiriéndote a tu vida en Asturias que ningún tiempo pasado fue mejor, y acto seguido escanciaste sidra achampanada con la desfachatez de quien explota el poema "Asturias" de Pedro Garfias olvidándosete mencionar que este gran poeta comunista andaluz, exiliado en México, te ha dado la oportunidad de cantar lo que hoy ya es casi el himno de nuestro pueblo evocado por la sensibilidad de un hombre de izquierdas, que desde luego tú ya no eres. Si no no hubieras tenido la cara de venir a Gijón a rendir homenaje al camarada Horacio Fernández Iguanzo y aprovechar para cantar las canciones de tu nuevo disco. Menos mal que al final te dio corte y cantaste la de "El Paisano", porque si no ten por seguro que no sólo te "socializamos" la botella de whisky sino que subimos al escenario y allí mismo te cantamos "La Internacional" a coro, para que no se te olvide nunca que "El Paisano" era comunista, que allí había muchos más paisanos comunistas y que todos ellos merecían un reconocimiento que, desde luego, tú no te esforzaste lo más mínimo en tener.

Allí estaba la gente que te apoyó en tus inicios y que aún te recibe con los brazos abiertos, pero no quieres acordarte de los que primero te dieron el pan y te vendes a Tini Areces, Gabino de Lorenzo o Villa por cuatro duros. Deberías acordarte de "La canción del oro", ese oro que "tapa bocas y que a los perros bien cebados vuelve a darles de comer". O también te viene muy bien aquella canción tuya, "Buenos días, Adela mía", que irónicamente retrataba a un pequeño burgués sorprendido porque su hijo le decía que "tenía un cargo por su pasado y por su color de camaleón". Nosotros no sabemos si tú también tienes ese don, pero en todo caso suponemos que lo que sí tienes es un buen repertorio de chaquetas y que te las pones todas menos la roja. Hasta parece que ya ni la amarilla te gusta, pero ¡quien sabe!… cómo cambias tanto una por otra.

Hace tiempo leímos una revista en la que decías que la gente joven prefiere las ONGs a las organizaciones políticas de izquierdas, y que te parecía normal porque el leninismo es un atraso que ya ha pasado a mejor vida. Desde luego, hay que tener mucha cara para vivir de muchas canciones que compusieron poetas comunistas como Nicolás Guillén, "La muralla", o Rafael Alberti, "Al presidente de Chile, Salvador Allende" y después aparecer en actos electorales pidiendo el voto para los personajes más reaccionarios de nuestro escenario político. Decías en una canción "Me da vergüenza ser izquierdista de café", y eso lo decías en la transición; ¿qué es lo que te da vergüenza ahora?

No te preocupes porque a pesar de lo que tú creas, sí existimos l@s jóvenes comunistas que luchamos día a día contra un sistema que nos explota y nos aliena. Y cantamos nuestras canciones, como "La planta 14" o nuestro "Abuelo Vitor" o nuestra abuela "María Coraje", porque esa ya no es tu gente y esas no son tus canciones sino canciones del pueblo. ¡Cómo somos los comunistas que lo socializamos todo!

Alcémonos todos con una sola voz Veremos mañana el nuevo sol Veremos mañana la nueva sociedad Que sea gobierno la igualdad “Socialismo en libertad, la roja bandera, la solidaridad, la roja bandera vencerá Con la fuerza que nos da La roja bandera, la solidaridad La tierra que espera libertad Sabremos ser libres, Podremos alcanzar De todos los pueblos, la unidad De todos los pueblos, Nos sobra voluntad Haremos camino al caminar

Millones de puños gritan su cólera por los aires Millones de corazones Golpean contra sus cárceles

Todo acabó Mas la muerte La muerte no acaba nada, Mirad, Han matado a un hombre Ciega la mano que mata Cayó ayer, pero su sangre Hoy ya mismo se levanta Los mismos en Chile Que en España

Leido en : aycarmela