jueves, 11 de junio de 2009

El fantasma de Guernica

Carlos Alberto Montaner

El gobierno regional vasco quiere que el gobierno de España pida perdón por el bombardeo de Guernica ocurrido el 26 de abril de 1937 durante la guerra civil. Guernica era entonces --y lo sigue siendo-- un pequeño pueblo, no muy lejos de Bilbao, de apenas 5,000 habitantes. Hubo unos 150 muertos y el 70% de las edificaciones resultaron afectadas por la acción de los aviones alemanes, aliados de Franco durante el conflicto. Supuestamente, el propósito era destruir dos fábricas de armamento y cierto puente, pero esos objetivos no fueron tocados, lo que hace suponer que los alemanes deseaban probar sus nuevos aviones militares, convencidos de que en breve se desataría la Segunda Guerra. El gobierno de la república española utilizó el episodio como arma propagandística y pronto Pablo Picasso pintaría ''el Guernica'', un impresionante mural en blanco y negro lleno de violencia y de caballos espantados, tal vez el cuadro más famoso y admirado del siglo XX. ¿Qué busca el gobierno vasco con esa pretendida disculpa? El bombardeo de Guernica no fue peor que otro centenar de monstruosidades cometidas por los dos bandos durante los tres años de guerra civil. Aquellos hechos, ocurridos hace siete décadas, borrosos y casi desconocidos por los españoles de hoy, sucedieron en medio de un conflicto provocado por las tensiones entre fascistas, socialistas, comunistas y anarquistas, típicas de una época en la que la democracia liberal y el Estado de derecho habían desaparecido en casi todo el continente europeo (y en América Latina). ¿Por qué el gobierno de esta España democrática y pacífica, que apenas recuerda la guerra civil, tiene que pedirle perdón a los vascos? ¿A cuáles? La mitad de los vascos se adhirieron al bando nacional, el de Franco, y fueron aliados de los alemanes. ¿Se le pide perdón a la otra mitad? ¿Y por qué los vascos no les piden perdón a los españoles por las tres devastadoras guerras carlistas del siglo XIX que retrasaron tenazmente la modernización del país? Puestos a pedir perdón, ¿no sería más razonable que el gobierno vasco le pidiera perdón al resto de los españoles por el millar de asesinatos cometidos por ETA? La única lección transparente que se desprende de las guerras es que la solución violenta de los conflictos siempre conduce a la barbarie y saca a flote toda la crueldad que anida en el corazón de los seres humanos. Peor que Guernica fueron los asesinatos en masa de prisioneros políticos, el tiro en la nuca a los sospechosos, las torturas a los cautivos de ambos bandos. ¿Por qué los nietos de aquellos españoles tienen que asumir las culpas de unos abuelos crispados por el odio a los que les tocó vivir en una época siniestra que los llevó al abismo? En 1971, un entonces muy joven psicólogo norteamericano, Philip G. Zimbardo, llevó a cabo en la Universidad de Stanford un experimento escalofriante que hoy se llamaría un ''juego de roles''. Seleccionó al azar a 23 estudiantes y les pidió que durante varios días unos hicieran de carceleros y otros de presos. Lo que sucedió fue tremendo: muy rápidamente los carceleros comenzaron a maltratar a los presos, mostrando una total falta de compasión, hasta un punto en el que hubo que suspender la investigación ante el temor de que algún estudiante resultara severamente lesionado. La conclusión era obvia: no hay ningún mecanismo psicológico que inhiba la brutalidad sin límites de los seres humanos cuando no hay reglas claras e instituciones que los contengan. El dulce panadero de la esquina, o la risueña farmacéutica, pueden convertirse en máquinas de hacer daño si las circunstancias lo propician. No hay que perder el tiempo reivindicando unas víctimas que no lo han pedido. El único homenaje sensato es cuidar el Estado de Derecho para que Guernica no vuelva a producirse.

Mayo 7, 2007

Fuente:http://www.firmaspress.com

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