lunes, 4 de mayo de 2009

CARTAS DESDE BARCELONA

lunes 4 de mayo de 2009

DENUNCIAS FALSAS.

Rafael del Barco Carreras

En 2006 el SUPREMO ordena DEPURAR TODAS LAS RESPONSABILIDADES en el caso PASCUAL ESTEVILL-PIQUÉ VIDAL. Hoy se inicia en Barcelona el juicio por EXTORSIÓN Y DENUNCIAS FALSAS. Acusados Rafael Jiménez de Parga y otros. En la antesala ambiente de viejas togas, camaradería y poca expectación, aunque esperen célebres BANQUEROS Y ABOGADOS. QUINCE AÑOS, varias de las víctimas conocidas por mí en La Modelo ya han muerto, Forcadell y Planasdemunt, alguno, no me cabe duda, ayudado por las extorsiones y cárcel. Los grandes profesionales lo saben, no hace falta un asesino a sueldo para acabar con cualquiera, con una o varias denuncias falsas, se anuló el estorbo o enemigo. El acusado es un especialista, escribe artículos e imparte clases magistrales sobre el tema, y durante su extensa vida profesional dejará largo rastro de otras y varias “especialidades”. Ver diferentes citas y publicaciones adjuntas a este comentario en http://lagrancorrupcion.blogspot.com

El sistema DENUNCIA FALSA, además de la utilidad de “matar civil y social” a cualquiera, es ideal para el CHANTAJE Y EXTORSIÓN utilizado por Piqué Vidal y Pascual Estevill, y presuntamente por el sentado en el banquillo. Dos grandes bufetes (en la actualidad 50 colaboradores cada uno) y un juez.

En cualquier círculo íntimo provoca una agria sonrisa la autodefensa de que la denuncia es falsa, una confabulación. Y si hasta en los íntimos el papel oficial se impone, o mínimo la duda permanece, en el proceso judicial el empecinamiento por la inocencia no solo predispone a todo funcionario sino que de hecho se convierte en una pesada evidencia. Y si pasado el juicio, declarado culpable, se insiste, en el expediente penitenciario representará la losa del no arrepentimiento por lo tanto la imposible rehabilitación. Empecinamiento, palabreja propia de la Inquisición, forjadora de parte del léxico y práctica jurídica española.

En mi caso es del todo imposible saber quien interpuso las denuncias. Quien sugirió, y a que policía, que me involucrara en casos abiertos para que me encarcelaran o desapareciera. Cualquiera de los bufetes involucrados sumaban centenares de abogados con “amigos policías” y jueces maleables. Por suerte las sentencias fueron favorables (se dieron cuando los inspiradores ya estaban vencidos) pero pudieran no haberlo sido. He conocido casos con parecidas pruebas y largas condenas. Uno, dos o tres testigos, declarando, un fiscal que insiste, y fantasía que se convierte en real con la correspondiente sentencia.

Si en 1983 tras la salida de La Modelo me propuse atar cabos, entre 1995 y el 2000, después de mi primera novela, a cada artificial problema o denuncia falsa debía encontrar la relación con los hechos y personajes principales. Y los había. Cuando no era un policía, Justo Aguilera (amigo de Piqué Vidal) citándome con dirección errónea, era un Juez, Fernández Oubiña (colaborador en el Bufete Piqué Vidal) que “de guardia” ordenaba mi detención. Solucionados todos mis problemas legales, descubriendo incluso la suplantación de personalidad con DNI falso, mi primera deducción fuera que por suerte la inspiración en todos los casos iba de chapuza en chapuza. Deduzco que por los enormes problemas que los capos acumulaban. Inmiscuirme en un robo con fuerza, presentarse a la Guardia Civil con un talón firmado por mí, un notario confirmando mi presencia en la constitución de una sociedad, estando encarcelado, incluso la simple compra de un coche o un tirón en plena y céntrica calle de Rubí, formaban un conjunto de inmensas chapuzas. Pero inicialmente provocaron mi huida de Barcelona y más años de cárcel cuando me detuvieron.





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