lunes, 9 de marzo de 2009

50 años de "La Dolce Vita"

Duncan Kennedy
BBC, Roma

Anita Ekberg en "La Dolce Vita"
Anita Ekberg en la Fontana de Trevi, una de las escenas
memorables del cine del siglo XX.

Un mes de marzo, cincuenta años atrás, el cine hacía historia en una fuente. No en una fuente cualquiera: en la Fontana de Trevi, la obra maestra del escultor y arquitecto Nicola Salvi, emplazada en el centro de Roma.

Desbordando sensualidad, los actores Marcello Mastroianni y Anita Ekberg -completamente vestidos- juegan en el agua. Cargada de erotismo, y una sensación de pérdida y deseo, la escena resultó sorprendentemente original y audaz para el público de hace medio siglo.

El filme se llama "La Dolce Vita".

La escena de la Fontana de Trevi en la que las aguas acarician el voluptuoso cuerpo de Ekberg ante la mirada embelezada de Mastroianni, empapado en su esmoquin, se convirtió en un clásico.

Es precisamente la fusión del erotismo, la tentación y en última instancia, la frustración, condensados en un minuto y 38 segundos lo que hacen de esta escena uno de los momentos más brillantes del cine.

Filmada una noche de marzo de 1959, cuenta la leyenda que Mastroianni tenía tanto frío que se valió de un traje de neopreno y una botella de vodka para poder hacerla.

Tabúes

La escena de la Fontana de Trevi es una de muchas, en este filme pionero que muchos creen cambió el rumbo del cine.

"La Dolce Vita" se alejó del estilo de las películas de posguerra y marcó un nuevo camino hacia el neorrealismo.

Marcello Mastroianni y Anita Ekberg
La película fue condenada por el Vaticano y adorada por los críticos.
Los diálogos, los personajes, los temas, todos se volvieron provocadores y fascinantes.

Se rompieron tabúes y las viejas ideas se hicieron a un lado.

El Vaticano la condenó, mientras que los críticos, en su mayoría, la adoraron.

En el estreno, algunos miembros del público escupieron a su director, Federico Fellini, enardecidos por lo que veían como una subversión a la moral y los valores aceptados.

La película es una suerte de sátira sobre la fascinación del público con los famosos.

Anita Ekberg, por ejemplo, interpreta el rol de una actriz de cine famosa que se convierte en una figura de fantasía para Mastroianni y para todos los hombres que la rodean.

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