sábado, 5 de noviembre de 2022

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Cabo de Palos bajo la Luna, Cartagena, Murcia, España (***)

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Una vez cumplidas mis obligaciones familiares del día de los difuntos, y el cuidado de la tumba del Santo en Gador, me dirigí hacia Tahal, un pequeño pueblo en el centro de la provincia de Almería, en la vertiente norte de la Sierra de los Filabres, para ver si podía encontrar otro de los hitos de la represión republicana en Almería, el Pozo de Canatavieja. Y como me ocurrió en Tabernas con el pozo de la Lagarta tampoco lo encontré., lo que yo califico como borrado y desmemoria. Desde el 30 de Agosto al 2 de Septiembre se producen las ejecuciones en el Pozo de la Lagarta y cuando este se llenó con no menos de 114 personas ejecutadas, el Comité Antifascista de Almería buscó otro pozo seco donde continuar con su labor de represión, habida cuenta de los “buenos resultados” de la Lagarta: alejado de poblaciones que dificultaba el acceso de familiares y allegados, y facilidad para enterrarlos y hacerlos desaparecer. Lo encontraron en el término de Tahal, el Pozo de Cantavieja, y aunque no tan grande como el de la Lagarta sí al menos les dio para llenarlo con no menos de 86 personas, también con la misma “técnica” de la Lagarta, manos atadas a la espalda, tiro en la nuca o fusilamiento, y arrojo al pozo, también a veces con vida, sacos de cal viva para evitar el hedor y finalmente taparlo con piedras. Durante también tres días, del 13 al 16 de Septiembre de 1936, se sucedieron las ejecuciones hasta que se llenó. También con el mismo tipo de víctimas, religiosos, sacerdotes, simples practicantes religiosos, empresarios, empleados y trabajadores considerados desafectos a la República.
Cuando subía hacia Tahal me hice la reflexión del esfuerzo “logístico”, como diríamos ahora, que se tuvo que hacer por las fuerzas republicanas para llevar a centenares de personas hasta los lugares de ejecución. Antes de llegar a Tahal tuve que pasar un puerto de 2.140 metros de altura, y por las carreteras de entonces, no por las muy buen cuidadas de ahora. A la familia de mi padre, pequeños empresarios del transporte, el Comité Antifascista le requisó tres camiones, para parar el “golpe fascista”, de los que nunca más se supo, pero que seguramente serían utilizados con fines distintos de “parar el golpe”. Por las mismas fechas, el 3 de Septiembre, se dio la batalla de Talavera, que la República se había conjurado para defender a toda costa por ser el último obstáculo entre el Ejército de Africa y Madrid, acumulando fuertes defensas en la ciudad, unos 10 mil milicianos, con artillería e incluso un tren blindado. El 3 de Septiembre de madrugada comenzó el asalto del ejército sublevado, unos 3.500 hombres al mando de Yagüe. Cuando por la tarde llamó el ministro de la guerra republicano, al otro lado del teléfono respondió un marroquí. Si a eso se le añade la desmoralización de la retaguardia por la brutal represión que se llevaba a cabo, más el despilfarro de material y de efectivos humanos para realizarla, no me extraño no ya que la República perdiera la guerra, es que en tales condiciones resistiera tres años. Y ahora, a casi 90 años de aquellos sucesos nos quieren imponer una memoria que poco tiene que ver con lo realmente sucedido, pero sobre todo sin diferenciar entre víctimas y victimarios. Y los hubo de los dos lados.
Lo mismo que en Tabernas saqué algunas fotos del pueblo, a lo que añado algunas fotos más explicativas.
Félix Bolaños, acabará como el gallo de Morón...