lunes, 8 de marzo de 2010

SOCIALISMO LA MAQUINA DE CREAR POBRES


El socialismo es como un cáncer que hay que extirpar para que el enfermo, que es la sociedad, pueda curarse. Existe un remedio menos sangriento que la lucha armada: La opinión pública. Hoy la batalla se libra en el terreno de la opinión pública. Mientras los sudamericanos y españoles no se percaten del fracaso y las falsedades del nuevo socialismo del siglo XXI, sus sociedades seguirán cayendo en un nivel mayor de pobreza, corrupción y violencia.
Es esencial que la gente del pueblo comprenda las verdaderas causas de la miseria. Sólo así comenzarán a despreciar a líderes pseudopatriotas, carismáticos y mediocres; empezando a elegir gobernantes que propongan una honrada reforma del Estado, reduciéndolo al mínimo, liberalizando la economía; garantizando la libertad, la propiedad privada y el Estado de Derecho. 


Disponéis de más vídeos en:

http://www.youtube.com/user/Lodijocin...

www.lodicecincinato.blogspot.com

"Garzón se defiende de las querellas con un caso en el que prevaricó"


08:05 | 08 de marzo, 2010 Alberto Lardiés. Madrid
Rafael Vera, ex secretario de Estado de Seguridad.









El ex secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, está harto de padecer lo que considera una injusticia orquestada contra él por el juez Baltasar Garzón. Ahora, sólo unas semanas después de que el Tribunal de Estrasburgo indicase que el juez estrella debía haberse abstenido al juzgarle en el caso MareyVera asiste atónito a la defensa que algunos, incluidos el grupo Prisa y destacados socialistas, hacen del hombre que no paró hasta verle encarcelado.
En su escrito para defenderse de las tres querellas que pesan sobre él, el juez Garzón utiliza la sentencia de Estrasburgo...
-Me he llevado una gran sorpresa porque el juez Garzón, que rechazó e inició todo el proceso del caso Marey, y al que yo recusé por una “enemistad manifiesta” porque los dos habíamos participado en política en el mismo ministerio y teníamos discrepancias en las formas de gestionar las cosas, ahora utiliza una sentencia que en definitiva lo que hace es confirmar que él cometió una prevaricación en mi caso porque tenía que haberse abstenido. Y la utiliza para defenderse. Me sorprende que él y sus abogados usen ese argumento. No sabría cómo calificarlo, por utilizar un término prudente es sorprendente, por no decir que es descarado, rozando la inmoralidad.
Lea la entrevista completa en LA GACETA.

Asombrosa Shakira

Asombrosa Intervención de la famosa cantante Colombiana Shakira en el Oxford Unión de la  Universidad de Oxford, explicando el porque de su campaña a favor de su "Fundación Pies Descalzos".
Shakira Habla en la Oxford Union
Shakira's Speech at Oxford Union

December 7, 2009 - Shakira spoke about the work of her charity, Barefoot Foundation, at Oxford University's world-famous Oxford Union.
The Oxford Union is a debating, educational, and social society, membership of which is open to all matriculated members of Oxford University (and many other notable educational establishments). Over the years countless actors, writers, film stars, musicians, celebrities and politicians have spoken there. These past guests of The Oxford Union include the Dalai Lama, Winston Churchill, Mother Teresa, Presidents Nixon, Carter and Reagan, Stephen Hawking, Richard Dawkins, Michael Jackson, Jon Bon Jovi and Albert Einstein to name just a few.

CUATRO MINUTOS

Patente de Corso, por:
Arturo Pérez-Reverte
Me llegan, por amigo interpuesto, los comentarios de uno de los infantes de marina que estaban en el Índico durante el secuestro del Alakrana –del que, por cierto, nadie explicó de modo satisfactorio qué bandera llevaba izada, o no, cuando le dijeron buenos días–. El citado mílite es uno de los que intervinieron en la persecución de los piratas somalíes cuando éstos, después de trincar la pasta, salieron a toda leche para refugiarse en la costa. Viniendo de donde vienen, no es raro que los comentarios revelen insatisfacción por las órdenes recibidas y por el grotesco desenlace. Desde su comprensible anonimato, el infante de marina se desahoga, contando que los malevos estuvieron a tiro, pero las órdenes eran no disparar bajo ningún concepto, pues nadie estaba dispuesto a admitir muertos ni heridos en aquel sainete. 
Todo es conocido de sobra, y no merece volver sobre ello. Pero hay una frase que tengo por significativa, porque explica no sólo lo del Alakrana, sino muchas otras cosas: «Tuvimos de tres a cuatro minutos para detenerlos. Pedimos órdenes y hubo silencio». Con esas interesantes palabras en el aire, les invito a un bonito e instructivo ejercicio. Cierren los ojos e imaginen. Lo han visto veinte veces en el cine o la tele: las lanchas de los piratas zumbando hacia la playa, los infantes de marina teniéndolos en el punto de mira y con la posibilidad de bloquearles el paso, y el jefe del operativo pidiendo por radio instrucciones a sus superiores. «Permiso para intervenir», o algo así. Dice. Y ahora trasládense a Madrid, al gabinete de crisis o como se llame lo que montaron allí. También, en este caso, las películas nos facilitan el asunto: un mapa del Índico en una pantalla en la pared, pantallas de ordenador, la ministra de Defensa con las gafas puestas, el JEMAD ese de la barba que siempre va de azul, el resto de la plana mayor y toda la parafernalia. Con el pesquero liberado previo pago de su importe, todos más pendientes ya del telediario que de otra cosa. Y la voz que viene del Índico sonando en el altavoz: «Tenemos tres o cuatro minutos y solicitamos órdenes. Repito: solicitamos órdenes». El reloj en la pared haciendo tictac, o lo que hagan los relojes de los gabinetes de crisis, y la ministra, y el de la barba, y el resto de artistas, mirándose unos a otros, callados como putas. Y más tictac. Nadie dice «bloquéenlos», ni nadie dice «déjenlos escapar». Sería mojarse demasiado en uno u otro sentido, y las palabras las carga el diablo. Tanto el «sí» como el «no» pueden causar problemas en las tertulias radiofónicas y los titulares de los periódicos, según vayan éstos a favor o en contra del Gobierno. Así que punto en boca. Silencio administrativo, cuatro minutos, uno detrás de otro, mientras allá abajo, en el mar, los infantes de marina, el dedo en el gatillo y locos por la música, que para eso están, blasfeman en arameo, por lo bajini, mientras ven cómo se escapan los flacos con la pasta. Y al cabo, la desolada frase final: «Han llegado a la playa». Suspiro de alivio en el gabinete de crisis. Fin de la historia. 
Les cuento la escena –imaginaria, aunque no tanto– por si ustedes llegan a la misma conclusión que yo. Esos cuatro minutos de silencio no son los del Alakrana. Son todo un síntoma, una marca de fábrica. Una manera de entender la vida en este pintoresco lugar llamado España porque de alguna manera hay que llamarlo. Esos cuatro minutos de silencio se dan a cada instante, en cualquiera de las diarias manifestaciones de nuestra estupidez, nuestra mala baba y nuestra impotencia. Calla siempre, los cuatro minutos precisos, el político de turno, y el policía, y el juez, y el periodista, y el vecino del quinto. Callamos todos ante lo que vemos y oímos, pendientes del tictac del reloj, esperando que el tiempo aplace, resuelva, permita olvidar el problema. Una cosa es la teoría, las declaraciones oficiales, la España virtual. Qué ligeros de lengua somos legislando para un mundo perfecto, con nuestra inquebrantable fe en el hombre –y en la mujer, que diría Bibiana–. Y qué callados nos quedamos, como la otra ministra y el de la barba, cuando la realidad se impone sobre nuestra imbecilidad endémica. Cuando el maltratador defendido por la maltratada, el corrupto reelegido para alcalde, el violador reincidente, el terrorista que apenas paga su crimen, el hijo de puta menor de edad, la tía marrana que aprovecha la ley para vengarse del marido inocente, el pirata somalí que rompe el tópico del buen negrito, nos meten el Kalashnikov por el ojete. Entonces nos quedamos callados, no sea que la vida real nos reviente la teoría obligándonos a señalar al rey desnudo. Y así, de cuatro en cuatro, pasan los minutos de nuestra cobardía.


fuente:http://xlsemanal.finanzas.com